Artículos

26.04.17

Pedro Bordaberry no es el problema

(El Observador) El problema del PC es muchísimo más profundo. A lo largo de las últimas décadas, el PC fue abandonando sus señas de identidad más características y perdiendo sus bases electorales tradicionales. El verdadero problema del PC es mucho más grave: se llama Frente Amplio.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) El senador Pedro Bordaberry, que fuera dos veces candidato a la Presidencia por el Partido Colorado (PC), acaba de anunciar que cuando termine su mandato en el Parlamento abandonará la carrera política. No será candidato a ningún cargo electivo. No es una estrategia para verificar lealtades o para identificar posibles rivales. Es una decisión largamente meditada y definitiva. Se impone, creo, recordar algunos de los momentos más importantes de su actuación política y preguntarse qué efecto podría tener esta decisión en el sistema político uruguayo. Vayamos por partes.

En noviembre de 2002, cuando el Partido Nacional (PN) optó por romper la coalición de gobierno con el Partido Colorado, el presidente Jorge Batlle lo designó ministro de Industria, Energía y Minería. De inmediato capturó la atención de periodistas, analistas y público en general. El “hijo del dictador” era educado, simpático y dinámico. En ese momento, claramente, su apellido fue una ventaja competitiva (no se puede hacer política sin levantar olas).

El PC se desplomó electoralmente en octubre de 2004. En ese contexto, no era sencillo para los dirigentes encontrar a una persona dispuesta a tomar el riesgo de asumir la candidatura a la IMM. Pedro Bordaberry aceptó el desafío. Hizo una campaña brillante y logró que el PC, derrotado en octubre, votara mucho mejor que el PN en Montevideo. El apellido no fue un problema. La pregunta quedó flotando en el aire: ¿podría ser él la tabla de salvación del PC también a nivel nacional?

Poco después, Pedro Bordaberry tomó una decisión muy impactante: asumió públicamente la defensa de su padre. El momento culminante, por la enorme repercusión que tuvo, fue su polémica con Rafael Michelini en el programa Zona urbana. Bordaberry utilizó grabaciones ocultas. Muchos pensaron que ahí mismo se había terminado su carrera política. Todo lo contrario. Fue el comienzo del despegue. Poco después empezó a estructurar su propia fracción en el PC: Vamos Uruguay. ¿Qué vieron en él los colorados? A un hombre capaz de confrontar duramente con la elite política frenteamplista. ¿Qué vieron en él los televidentes? A una persona dispuesta a tirar por la ventana su carrera política con tal de decir su verdad.

En la elección presidencial de 2009, Pedro Bordaberry volvió a brillar. La competencia no era sencilla. De un lado, José Mujica (en su mejor momento); en la otra punta, Luis Alberto Lacalle (cansado pero siempre punzante); pugnando por hacerse un lugar entre los gigantes, el Partido Independiente (con Pablo Mieres a la cabeza). El apellido no fue un problema. El PC creció significativamente (del 10% al 17%). Vamos Uruguay se convirtió en la principal fracción del PC. Bordaberry ingresó al Senado.

Durante su primer quinquenio como senador tuvo una actuación parlamentaria destacada. Pero no se concentró solamente en sus tareas parlamentarias. Elaboró una estrategia para desplazar al PN del segundo lugar en la elección de 2014. Convertirse en el principal referente en el tema “seguridad ciudadana” era una pieza clave de esa estrategia. Para eso, contra viento y marea, logró que Vamos Uruguay, primero, el Partido Colorado, después, y la mayoría del Partido Nacional, por último, acompañaran su propuesta de impulsar una reforma constitucional para bajar la edad de imputabilidad. De todos modos, Bordaberry no descuidó otros temas, desde la política educativa al déficit fiscal. Mientras tanto, en el ala herrerista del PN se acumulaban los problemas: no estaba claro quién podía ser el sucesor de Luis Alberto Lacalle. Ninguno de los nombres parecía dar la talla.

Los colorados se prepararon muy bien para la elección nacional de 2014. Hicieron, en particular, un gran esfuerzo en el plano programático. Pero los resultados fueron como un balde de agua helada. La propuesta de reforma constitucional no fue aprobada. Y a pesar del intenso trabajo realizado en los años previos, el apoyo ciudadano al PC volvió a retroceder (del 17% al 13%). Soy de los que piensan que Bordaberry volvió a equivocarse al elegir compañero de fórmula. Pero esto no alcanza para explicar el magro resultado electoral. En cambio, es obvio que la inesperada irrupción de Luis Lacalle Pou, que se convirtió rápidamente en la principal atracción de la elección, sí tuvo un efecto devastador.

Con el fracaso electoral volvió a circular, esta vez de un modo más persuasivo, una frase que se viene escuchando desde que fue designado ministro: “Pedro tiene techo”. Según esta visión, Pedro Bordaberry es uno de los factores que impiden la recuperación electoral del PC. Es un problema su perfil político (demasiado conservador, dicen). Y es un problema sin solución su apellido. Pero ni su perfil ni su apellido fueron un obstáculo durante los años anteriores. No fueron un problema ni cuando fue ministro, ni cuando fue candidato a la IMM, ni en la elección nacional de 2009. No me queda claro por qué ahora sí lo serían.

El diagnóstico, para mi gusto, es equivocado. El problema del PC no es que haya tenido un mal candidato o una estrategia política errónea. El problema del PC es muchísimo más profundo. A lo largo de las últimas décadas, el PC fue abandonando sus señas de identidad más características y perdiendo sus bases electorales tradicionales. El verdadero problema del PC es mucho más grave: se llama Frente Amplio. El adiós de Pedro Bordaberry complica más las cosas para los colorados. Lacalle Pou y Novick se frotan las manos y se preparan para la cosecha.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)