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05.03.25

Angustia y sorpresa

Que el poder del más fuerte quiera prevalecer sobre el derecho, y de ahí el querer convertir a la víctima —Ucrania— en victimario, luego de tres años de invasión rusa, además de sorprender a los lideres europeos, les advirtió que, si bien es cierto que Estados Unidos es el mayor contribuyente de la OTAN, deben ser ellos los encargados de armarse, fortalecerse y prepararse para contener el autoritarismo de Putin.
Por Hugo Machín Fajardo
Foto: elconfidencial.com/mundo

Angustia y sorpresa pueden ser las reacciones generadas en diferentes regiones del mundo, luego de la malhadada recepción ofrecida en la Casa Blanca al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, el último día de febrero.

Angustia en Moldavia, Lituania, Polonia, Estonia, Rumania y Finlandia. El quite de apoyo de Donald Trump a Ucrania con su afán por «terminar la guerra» —que no quiere decir obtener una paz justa y duradera como aspiran Zelenski y la Unión Europea (UE)— retrotrae a los ciudadanos del este europeo a revivir las «Tierras de sangre» sufrida por sus abuelos y padres, notablemente documentada por el historiador Timothy Snyder.  

Sociedades que desde 1914 han vivido la zozobra de dos guerras mundiales, el sojuzgamiento soviético por más de 70 años, y, apenas cumplidos unos años desde 1991, la amenaza de volver a ser conquistados Rusia.

Temen que si Ucrania cae bajo la expansión rusa, sus fronteras sean las próximas en ser traspasadas por las tropas del Kremlin, reforzadas por huestes de soldados norcoreanos utilizados en la última etapa de la invasión a Ucrania transcurrida en 2024: «Disparan bien, se mueven bien, pero los utilizan como carne de cañón», han dicho militares ucranianos sobre los soldados de Kim Jong-Un.

Polonia, en particular, sufrió en 1943 la doble traición de la entonces URSS [Stalin] y de los aliados [Churchill y Roosvelt], que acordaron que la frontera ruso-polaca fuera la misma que habían pactado Hitler y Stalin en 1939. Polonia fue presionada a aceptar ese acuerdo. Sabido es que meses después Stalin eliminó las fuerzas guerrilleras del Ejercito Nacional polaco, luego de recibir su ayuda para empujar a los nazis hacia el oeste europeo, y Polonia fue incorporada a la fuerza al llamado «campo socialista», hasta la caída del Muro de Berlín en 1989.

«Hay una guerra radioeléctrica contra los países bálticos. Rusia ha cortado los cables fibroelectricos», denunció el lunes 3 de marzo el analista ucraniano Olexandr Slyvchuk, a la emisora blu radio de Bogotá.

«Ante una autocracia violenta, solo cabe la defensa bélica. Si cae Ucrania, Rusia seguirá avanzando porque se siente impune», agregó Slyvchuk.

El analista ucraniano dijo que «Rusia tiene enormes recursos humanos para mantener la invasión, pero necesita armamento que en este momento le llega desde Corea del Norte, y paga un altísimo precio en vidas humanas».

«Rusia tiene una situación complicada, pero no grave, y un alto al fuego le sirve mucho hoy».

Slyvchuk recordó que «la guerra también es negocio» en referencia a que Ucrania — dijo—no cuenta con «amigos», sino con «aliados que actúan según sus propios intereses, ajenos a los valores como democracia y libertad. Los derechos humanos no son importantes para Occidente».

En opinión de Slyvchuk hay que negociar con EEUU: «es positivo que sean empresas estadounidenses que lleguen a explotar los minerales en las en las tierras raras. Ucrania no tiene capacidad para hacerlo».

Sobre el negocio bélico, el profesor emérito de la Universidad Nacional y de la Javeriana de Colombia, Beethoven Herrera Valencia, recuerda en su columna del periódico Portafolio, del lunes de marzo que «el vicepresidente Cheney, en el período de George W. Bush, impuso la invasión a Irak argumentando, sin fundamento, que había armas de destrucción masiva; y se entregaron antes de la invasión a la empresa Halliburton, de la cual era socio en los contratos de reconstrucción, montos por US$70.000 millones. ¡Un gran negocio privado aprovechando el poder del Estado, mediante una guerra fabricada!»

Sorpresa en Occidente. EEUU abandona sus pregonados valores de la libertad, la igualdad, la dignidad humana, la tolerancia, la celebración de la diversidad, como lo demuestran en épocas diferentes personajes ilustres: Franklin, Paine y Jefferson, entre otros de su época, que crearon la democracia moderna; Frederick Douglas, Lincoln, Susan B. Anthony, Elizabeth Cady Stanton, Martin Luther King y Rosa Park.

Notables personalidades que impulsaron cambios extraordinarios en el mundo, oscurecidos por grandes crímenes: invasiones en Sudamérica en el Siglo XX, Vietnam, Irak, Abu Ghraib y Guantánamo.

Sorpresa que llevó a la casi totalidad de los países de la UE a ofrecer un sólido respaldo a Kiev y a asumir que debe ser Europa la que entable las negociaciones de paz con Moscú, teniendo en cuenta la posición de Ucrania y con el objetivo de rechazar la expansión rusa por el viejo continente.  Sin que ello signifique dejar de lado a los EEUU.

Que el poder del más fuerte quiera prevalecer sobre el derecho, y de ahí el querer convertir a la víctima —Ucrania— en victimario, luego de tres años de invasión rusa, además de sorprender a los lideres europeos, les advirtió que, si bien es cierto que EEUU es el mayor contribuyente de la OTAN, deben ser ellos los encargados de armarse, fortalecerse y prepararse para contener el autoritarismo de Putin.

No escapa a ese necesario robustecimiento incluir a la Inteligencia Artificial (IA), como quedó en evidencia en la última Cumbre de Acción sobre IA; así como la reunión cumbre del 17 de febrero realizada en Paris para discutir la situación en Ucrania y a la seguridad europea.

En eso están precisamente hoy el primer ministro del Reino Unido, Keri Stamer y el presidente Emmanuel Macron, quienes encabezan una ofensiva diplomática iniciada en el Consejo de Seguridad de la ONU del 25 de febrero, cuando ambos, junto a Dinamarca, Eslovenia y Grecia, se abstuvieron de votar una resolución propuesta por EEUU en la que no se mencionaba a Rusia como potencia invasora.

Latinoamérica, pese a tener un océano de por medio con el escenario europeo, no está ajena a lo que ocurre allá.

Los autócratas se retroalimentan. Nicolás Maduro ha llamado a Putin su «hermano mayor»; y la presencia de asesores rusos en la Venezuela chavista es de larga data. La dictadura venezolana no solamente ha obligado a más de 1,2 millones de venezolanos a solicitar asilo en diferentes países; no solo mantiene a 1.963 presos políticos detenidos mayoritariamente después del robo electoral del 28 de julio de 2024, sino que los casi ocho millones de venezolanos emigrados, según Acnur, desestabilizan la región.

Y en otro plano de esa buscada desestabilización regional, el sábado primero de marzo el gobierno de Guyana denunció la presencia de un buque militar venezolano en zona de disputa que mantiene con Venezuela, que llevó a poner a los socios internacionales de Guyana «en estado de alerta».

El gobierno de Miraflores respondió negando el hecho y, a su vez, acusó a Guyana de realizar explotaciones de hidrocarburos en la zona de controversia. El territorio en litigio es el Esequibo, región de unos 160 mil kilómetros cuadrados, —casi la superficie de Uruguay, y dos tercios del territorio de Guyana— rica en recursos naturales, donde operan las petroleras estadounidenses ExxonMobil y Chevron y la China National Offshore Oil Corporation (CNOOC).

Tanto Washington como la OEA reaccionaron. «Es inaceptable y una clara violación del territorio marítimo internacionalmente reconocido de Guyana», advirtió el gobierno de Trump; y la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA), calificó la incursión venezolana como «actos de intimidación» y «una clara violación del derecho internacional», que «socavan la estabilidad y amenazan los principios de convivencia pacífica entre naciones».

En abril 2024, Venezuela aprobó una ley que crea un nuevo estado en el Esequibo lo que provocó el rechazo de Georgetown.