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24.11.16

¿Qué hay que hacer con Cristina?

(7 Miradas) Epílogo: al gobierno le conviene Cristina en acción por razones de gobernabilidad futura. Opción 2: entregarle a Massa el rol del gran opositor en la Argentina con todo lo que eso significaría. Y si no, juguemos con este silogismo (deliberadamente engañoso, como todos los silogismos): si al gobierno le va bien es porque le va bien al país; que al gobierno le vaya bien implica que gane la elección de 2017; ergo, que el gobierno gane en 2017 es bueno para el país. Este será el relato de campaña de Cambiemos del año que viene.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Esta es del tipo de columna que va a generar amores y odios. O solo odios. Vale recordar que esta es una columna de análisis político, escrita por un consultor. No es una tribuna de doctrina, ni un semanario de filosofía política. Lo anticipo para que nadie salga espantado.

La mayoría cree que ELLA es culpable de los delitos que se le achacan, y quizá que debería estar presa. A partir de ahí aparecen las especulaciones respecto al interés del gobierno que eso no suceda por una cuestión de especulación política. Por esa línea, algunos “analistas” hablan de cierta complicidad del oficialismo con CFK. No necesariamente explicita, claro.

De dicha hipótesis se desprendería, entonces, que el gobierno tiene suficiente capacidad de maniobra en el mundo de la justicia para hacer que ciertas cosas sucedan o no. Al respecto, está claro que en el ámbito oficialista hay al menos 2 bandos aparentes: los republicanos –Carrió, etc.- y los acuerdistas –Angelici. Digo “aparentes” porque en política las cosas siempre son un poco más complejas de lo que parecen.

Si el gobierno está en el medio de esa puja es porque coexisten en la cabeza dos visiones, quizá contradictorias, quizá realistas ambas. Y que le cuesta definirse en forma absoluta por una o por otra.

Repasemos estos datillos: 1) el gobierno se impone por solo 2.8 puntos de diferencia, o solo 700 mil votos; 2) es el gobierno más débil parlamentariamente desde 1983, ya que no controla ninguna de las dos cámaras del Congreso; 3) contrariando lo esperado ganó el balotaje perdiendo en 15 de los 24 distritos, entre los cuales se encuentra nada más, ni nada menos que la provincia de Buenos Aires. Con esa foto, era de esperar que el gobierno fuera prudente y dado a la negociación.

Y no le fue mal. Solo tuvo que ejercer un solo veto en 11 meses, y logró aprobar todo lo importante que se planteó. Acordó con gobernadores, con opositores y hasta con la mayoría del sindicalismo peronista.

Cuando se habla de gobernabilidad, la enorme mayoría piensa solo en el Congreso, y eventualmente los gobernadores por su influencia en sus respectivos legisladores. Sin embargo, debe mirarse a una gobernabilidad sistémica: los sindicatos, los empresarios, los movimientos sociales, el mundo de los negocios financieros, los poderes externos, los medios de comunicación, el aparato del Estado, el mundo judicial y, por supuesto, la opinión pública. Eso es realismo político. Lo que no está escrito en la Constitución Nacional.

A lo largo de este primer año el gobierno ha cometido varios errores estratégicos y comunicacionales. Pero también es cierto que en más de una oportunidad puso el freno para no estrellarse. En términos del credo macrista, están aprendiendo.

Ahora vayamos a los bifes. La ecuación en la Argentina de hoy parece ser esta:

1) un gobierno no peronista necesita siempre refrendarse en las urnas por su dificultad estructural de articular con poderes fácticos (nota al pie: acá viene la primera gran diferencia, ya que Macri y el PRO no son el radicalismo con Alfonsín y De la Rúa);

2) dicha refrenda requiere ganar en la provincia de Buenos Aires;

3) dentro de la PBA, en el GBA es donde más flojo está el gobierno y mejor está CFK;

4) cada voto que se le escapa al oficialismo por decepción irá más probablemente a Massa (con Stolbizer?), y menos probable al PJ / FpV / Cristina – Scioli;

5) CFK es la gran contrafigura, el blanco y negro de Cambiemos;

6) la polarización favorecería electoralmente a ambos contrapartes.

Ergo: hay que licuar a Massa (que además le sale caro a Macri y Vidal con cada negociación).

Desconozco la capacidad del gobierno para influir sobre los jueces (sospecho que es mucho menos de lo que querría, y algo más de lo que se supone). Pero sí tiene más margen para ayudarla a CFK mediáticamente.

Epílogo: al gobierno le conviene Cristina en acción por razones de gobernabilidad futura. Opción 2: entregarle a Massa el rol del gran opositor en la Argentina con todo lo que eso significaría.

Y si no, juguemos con este silogismo (deliberadamente engañoso, como todos los silogismos): si al gobierno le va bien es porque le va bien al país; que al gobierno le vaya bien implica que gane la elección de 2017; ergo, que el gobierno gane en 2017  es bueno para el país. Este será el relato de campaña de Cambiemos del año que viene.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)