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29.09.16

Calma despues de la tormenta

(7 Miradas) A casi 10 meses de gobierno, decididamente agosto quizá fue el peor mes para el oficialismo, que arrastra los malhumores por la recesión económica del segundo trimestre más julio. Al haber déficit político, más se depende de la evolución favorable de las variables de contexto, sobre todo las económicas. Estas mejorarán tarde o temprano. La cuestión siempre es qué se hace desde la política y la comunicación para ayudar a que los brotes verdes rindan al máximo y no se apaguen.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Cuarenta días después del fatídico fallo de la Corte Suprema sobre el tarifazo de gas, el clima está más distendido. El gobierno tomó nota y las aguas se aquietaron. No es que hayan desaparecido los problemas, pero parecen transitarse de otra manera.

Como dijimos infinidad de veces en esta columna, el problema no son las crisis, sino qué se hace con ellas. El colega colombiano Mauricio de Vengoechea siempre repite que “el mejor sinónimo de gobierno es crisis”. Las crisis hablan sobre todo del temple del liderazgo, además de su capacidad de aprendizaje.

Post tarifazo, el gobierno se reordenó al respecto. Le bajaron el perfil a Aranguren, ganó el debate interno la mirada política, se hicieron las audiencias sin mayor ruido, y se comprendió el impacto del ajuste que se pensaba hacer, llevándolo a un nivel más tolerable. Tras cartón, ya se está manejando de otra manera la actualización del precio del servicio de electricidad.

De ahí hacia acá, el gobierno está discutiendo serenamente el presupuesto en el Congreso, acuerda con las provincias por el impuesto a las ganancias y negocia con la CGT unificada para desbaratar un paro general (que nadie quiere hacer). Y para beneplácito del ego, la mini cumbre de Davos acá, sumado a los elogios que el presidente sigue recogiendo del mundo de los negocios en el exterior. No solucionan nada, pero siempre es mejor que existan.

Después ocurren cosas como:

• el traspié diplomático por el tema Malvinas, (que es muy coyuntural y de nulo impacto, pensado desde la opinión pública);

• un blanqueo que está avanzando con mucha dificultad (por diversas razones, de diseño, administrativas y políticas);

• problemas comunicacionales (el beso en la ONU, la bicicleteada en Central Park, el dudoso viaje en colectivo en Pilar, todas fotos impulsadas desde Presidencia);

• conflictos conceptuales entre el ministro de hacienda y el jefe del Banco Central (entre otros que se producen dentro del gabinete);

• la amenaza constante de Carrió, que pone los pelos de punta dentro de Cambiemos y desafía la autoridad de Macri.

A casi 10 meses de gobierno, decididamente agosto quizá fue el peor mes para el oficialismo, que arrastra los malhumores por la recesión económica del segundo trimestre más julio. Al haber déficit político, más se depende de la evolución favorable de las variables de contexto, sobre todo las económicas. Estas mejorarán tarde o temprano. La cuestión siempre es qué se hace desde la política y la comunicación para ayudar a que los brotes verdes rindan al máximo y no se apaguen.

El gobierno necesita tiempo, y paciencia para administrarlo correctamente. La suerte (la fortuna diría Maquiavelo) y la pericia siempre son necesarias. Pero por sobre todas las cosas, no debe perder el temple.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)