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22.06.16

This is the end?

(7 Miradas) Los hechos de corrupción impactan de manera diferenciada según de qué segmento socioeconómico y político se trate. Ya es sabido que en el sector popular existen códigos culturales que los procesan de manera distinta a la clase media. Esto lleva a preguntarse: el voto más duro K ¿dejará de serlo por los millones de López?
Por Carlos Fara

(7 Miradas) “Es el fin, mi única amiga. Me duele dejarte libre, pero sé que nunca me seguirás. El fin de las risas y las dulces mentiras”.

Parece un mensaje escrito por algún gobernador peronista a CFK. Pero no: es una de las estrofas del tema This is the end de The Doors. Es la pregunta que se hace todo el mundo: ¿con los affaires López – Pérez Corradi es el fin del kirchnerismo? ¿se favorece al gobierno? ¿quién pierde y quién gana? Como el juego es muy complejo, ninguna respuesta es absoluta.

Vamos a tratar de discernir algunas claves antes de empezar a hacer prospectiva:

1. El kirchnerismo es una fase histórica con el peronismo adentro: ni el menemismo, ni el duhaldismo pretendieron jubilar al peronismo. En cambio, muchos kirchneristas, empezando por Cristina, sí lo elaboraron. Y de hecho el propio Néstor se auto titulaba “el último peronista”. Ergo, no se lo puede analizar con las mismas categorías que a otras fases previas.

2. Que se vaya desarmando el Frente para la Victoria no significa que desaparezca el kirchnerismo: también puede seguir existiendo como fenómeno político mermado. A partir de las violentas tomas de distancia de algunos caciques (Alperovich, Closs, Urtubey) parece que entonces todo terminó. Sin embargo, falta mucha gente que aún se pronuncie: Scioli, Randazzo, Gioja, los intendentes del GBA.

3. Una cosa son los votos y otra los dirigentes: qué pasa si el año que viene Cristina se presenta en la provincia de Buenos Aires y gana, en el medio de una gran fragmentación? Qué pasa si, crisis económica mediante, un discurso duro, nostálgico de los 12 años pasados, gana espacio en el electorado? Porque el mal humor es creciente, sobre todo en el GBA.

4. Los hechos de corrupción impactan de manera diferenciada según de qué segmento socioeconómico y político se trate. Ya es sabido que en el sector popular existen códigos culturales que los procesan de manera distinta a la clase media. Esto lleva a preguntarse: el voto más duro K ¿dejará de serlo por los millones de López? El voto peronista clásico de clase baja ¿votará a Cambiemos tras el affaire del convento?

5. Con los resultados de la primera vuelta en la mano se sabe que el juego político en la Argentina es de 3, no de 2. A partir de eso, sacar conclusiones sobre beneficios y perjuicios es mucho más complejo: no valen en ese sentido como antecedentes las etapas de Alfonsín y De la Rúa, en donde los terceros jugadores eran mucho más débiles.

6. Los temas económicos -inflación, ajuste de tarifas, recesión, plata que no alcanza- y regreso de la seguridad -derivado de lo económico- son los temas preponderantes de los argentinos.

7. Los cambios en la opinión pública -lo repetimos hasta el cansancio en este espacio- son paulatinos. La gente va sedimentando procesos y situaciones: no muta de la noche a la mañana. El impacto de hechos puntuales hay que analizarlo en un marco previo, no en abstracto.

Dicho todo esto, lo que se llama voto duro es gente que tiene ciertas convicciones y no las cambia por un hecho circunstancial, que relativiza la información negativa que le llega sobre el espacio político al que adscribe, siempre dispensando a su líder. Este seguirá siendo un voto K / FpV / PJ.

Después habrá un voto blando que diga “a mí me parecía bien lo que hacía, pero esto de la corrupción me molesta”. Es decir: sigue adhiriendo al modelo, con críticas, pero prefiere a alguien que exprese cierta renovación. Este está más cerca de Massa que de Cambiemos.

Dado el marco de evolución de la opinión pública, al gobierno necesita sobre todo que la gente piense que efectivamente la economía mejorará. También necesita que el kircherismo / FpV / PJ se vaya deshilachando, pero no al punto tal de dejarle el voto peronista en bandeja al Frente Renovador.

Con estos hechos el oficialismo gana tiempo, no necesariamente imagen positiva. Apoyo ganará si algo de lo económico funciona.

Ergo, como tampoco la desaparición del kirchnerismo es negocio para Macri, deberá desempolvar la tesis doctoral de Kissinger sobre el Congreso de Viena: el manejo del eterno equilibrio para que nadie tenga mucho poder.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)