Artículos

13.11.15

Árabes y sudamericanos comparten incertidumbres en Riad

(El Interin) Es curioso: en Riad convergieron el parón económico sudamericano, con materias primas a precios en picada y perspectivas de crecimiento escasas, traducido en descontento político en algunos países, con el enfriamiento de economías árabes que ya no prevén un aumento en el precio de su principal fuente de ingresos.
Por Jorge Elías

(El Interin) En los países productores de petróleo, caída del precio del barril es proporcional al aumento de la tensión social. Eso ocurre en Venezuela y en Nigeria. En Ecuador, las utilidades se han desplomado a casi la mitad en un año. En Rusia, el valor de la moneda tambalea. En Irak, bajo el yugo del Estado Islámico (ISIS), la economía lejos está de recomponerse. Hasta los países ricos del Golfo Pérsico han acusado el impacto: Kuwait, Omán y Bahrein lidian con déficits fiscales por primera vez en dos décadas. El primer productor mundial, Arabia Saudita, recurre a sus reservas monetarias para paliar pérdidas del orden del 20 por ciento del Producto Bruto Interno.

De eso hablaron los mandatarios y los ministros en la IV Cumbre América del Sur-Países Árabes (ASPA) realizada en Riad, engalanada para la ocasión. Doce representantes de los países sudamericanos y 22 de la Liga Árabe recorrieron calles con un concierto de banderas y carteles alusivos: “Riad da la bienvenida a sus ilustres huéspedes”, “La Cumbre de Riad sirve para promover la complementariedad económica de los pueblos árabes y sudamericanos” y “Los pueblos árabes apoyan el proceso de cooperación entre sus países y América del Sur”. Sólo asistieron dos presidentes sudamericanos: los de Venezuela, Nicolás Maduro, y de Ecuador, Rafael Correa, por ser miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Argentina envió a su vicepresidente, Amado Boudou.

Es curioso: en Riad convergieron el parón económico sudamericano, con materias primas a precios en picada y perspectivas de crecimiento escasas, traducido en descontento político en algunos países, con el enfriamiento de economías árabes que ya no prevén un aumento en el precio de su principal fuente de ingresos. De los 47 dólares actuales por barril, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima en su informe anual que alcanzará los 80 dólares en 2020 y los 85 en 2040, con incrementos adicionales a partir de este año. Irak e Irán, recientemente liberado de las sanciones por su programa nuclear, liderarán el crecimiento de la producción.

En vísperas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que comienza el 30 de noviembre en París, la AIE supone que habrá una transición en el modelo económico mundial. Maduro ha insistido en la cumbre en la necesidad de que los países petroleros acuerden un mecanismo para fijar los precios del barril: “No puede ser que produzcamos crudo y otros pongan el precio. Esa es la verdad de Venezuela y se la decimos al mundo: hay que verle la cara a la inversión para producir petróleo. Producimos y el precio se lo ponen en Washington unos especuladores. ¿Quién determina que los precios sean de 37 o 35 dólares? Los especuladores financieros”. Lo mismo planteó Correa.

Del otro lado encontraron el muro diseñado por el ministro de Petróleo de Arabia Saudita, Ali al-Naimi, que fue bendecido por el fallecido rey Abdullah y abrazado por su sucesor, Salman, nombrado príncipe en 2014 y coronado en enero. Se trata de la estrategia inversa: extraer la cantidad de crudo suficiente para satisfacer la demanda de sus compradores, más allá de que los bajos precios desanimen a quienes dejaron en suspenso sus inversiones. Entre 2005 y 2014, cuando el crudo superó los 100 dólares por barril, la riqueza se trasladó a Estados poco democráticos como los de Medio Oriente, donde no por casualidad estallaron las revueltas de la Primavera Árabe. Quizá sea una advertencia.

Fuente: El Interín (Buenos Aires, Argentina)