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25.06.15

Elecciones en Santa Fe: el Pro no supo ganarse a las clases medias urbanas

El rechazo a votar a Del Sel por razones clasistas fue muy palpable en las semanas y días previos al voto en las calles rosarinas. Se trata de votantes a los que poco y nada les interesa el debate progresismo vs. «la derecha». El socialismo lo sabe muy bien, conoce de memoria a ese votante; por algo corteja al «macrocentro» con tantas obras públicas que a veces resultan casi innecesarias. Ahora, ante esta derrota tan «finita» del Pro, merece analizarse la fuerte denuncia de irregularidades de esta formación.
Por Pablo Díaz de Brito

Finalmente, en la tarde del 24 de junio, terminó el drama electoral santafesino. Miguel Torres del Sel reconoció la derrota en las elecciones del pasado 14 de junio por 1.776 votos ante el socialista Miguel Lifschitz. Hizo, en su discurso de admisión de la derrota, un duro racconto del proceso electoral, de las muchas denuncias y objeciones formuladas por el Pro y nunca acogidas por las autoridades, pero al final, explicó, decidieron "no judicializar" el conflicto por el escrutinio y por lo tanto aceptar la victoria del socialismo y sus aliados (radicales disidentes y demoprogresistas, básicamente).Terminaba así un proceso iniciado con las Paso del 19 de abril, que habían dado la nota por la delantera que los dos competidores principales del Pro, Del Sel en la provincia y Anita Martínez en Rosario, habían sacado a los postulantes socialistas. Pero la diferencia ya entonces era minúscula. De inmediato sobrevino un escrutinio provisorio tan apresurado y desprolijo que derivó en escándalo y forzó la renuncia de un alto funcionario. Allí comenzaron los rumores sobre malas artes electorales en Santa Fe.  

Pero más allá de las copiosas denuncias que hizo el Pro a lo largo de todo el proceso _asunto que analizamos más adelante_ es evidente que la formación macrista mostró limitaciones y errores que le costaron la gobernación, y probablemente también la intendencia de Rosario.  

Porque el punto clave de esta elección es el estancamiento que mostró Del Sel respecto de las Paso, mientras claramente Lifschitz y Mónica Fein supieron recuperar votos que habían perdido. Se les habían ido a sus competidores internos (Pablo Javkin en Rosario y Mario Barletta en la provincia) o a otros destinos.

Del Sel representa una paradoja: su idiosincrasia le dio el alto nivel de votos que reunió, tanto en su primer ensayo en 2011 como ahora; es un hombre de origen popular con evidentes limitaciones discursivas, pero goza de un gran carisma y conexión con el "pueblo". Una recorrida suya por los barrios pobres de las urbes santafesinas era sinónimo de multitud espontánea y de empatías inmediatas. Mientras ese voto popular fue al centroderecha de Macri, los candidatos de la centroizquierda socialista-radical son gente de rigurosa clase media universitaria (Mónica Fein, Lifshcitz, el gobernador Antonio Bonfatti, pero también el peronista Omar Perotti, erróneamente presentado por la prensa porteña como "kirchnerista"). Pertenecen a esos "sectores pensantes" a los que, con su vocabulario tan peculiar, evocó el Lole Reutemann al analizar la derrota.  

El hecho es que otra vez la clase media rosarina le dio la victoria al socialismo, tanto en la ciudad como en la provincia. Ese puñado de votos salvíficos salió de Rosario. El escrutinio definitivo es tajante al respecto. El rechazo a votar a Del Sel por razones clasistas fue muy palpable en las semanas y días previos al voto en las calles rosarinas. Esto se percibió tanto "entre bulevares", como se llama en Rosario al casco central, como un poco más allá, en el "macrocentro". El voto socialista recordó a aquel voto "gorila" de los 90: Hermes Binner para intendente y el demoprogresista Alberto Natale a diputado nacional. Era la fórmula para eludir el voto menemista. Esta vez el voto "mezclado", enormemente facilitado por la mal llamada "boleta única", fue entre socialistas y justicialistas. Pero el sesgo clasista fue igualmente notorio, lo que le echa agua al vino progresista. Se trata de votantes a los que poco y nada les interesa el debate progresismo vs. "la derecha". El socialismo lo sabe muy bien, conoce de memoria a ese votante; por algo corteja al "macrocentro" con tantas obras públicas que a veces resultan casi innecesarias.

Tenemos así un candidato plebeyo que no sumó votos en ninguna ciudad grande o mediana y un socialismo universitario que ganó nuevamente gracias a  esos sectores medios, decisivos en una provincia con un desarrollo económico superior a la media nacional; pero además el voto peronista que obtenía Del Sel desde 2011 encontró, casi de pronto, a Omar Perotti. Un PJ no kirchnerista, ex reutemista, muy conocido por el votante santafesino. "Es el más preparado" fue un leit motiv muy repetido para referirse a él. Especialmente después del debate televisado entre candidatos, en el que la pobreza de argumentos y conocimientos de Del Sel resultó palmaria. Perotti fue así uno de los dos factores que decidió la derrota de Del Sel: ese casi 30% de votos que logró contiene seguramente a futuros votantes de Mauricio Macri, así como a ex votantes de Del Sel en 2011, año en que la oferta peronista fue 100% K (Agustín Rossi). Perotti le quitó votos al Pro en la ciudad de Santa Fe y en el centro y norte provinciales. Rosario remató esa tarea, pero en favor del socialismo. El escrutinio definitivo, hecho por orden alfabético de los 19 departamentos, venía con Del Sel levemente por delante hasta que se computó el departamento Rosario. Allí se invirtió el orden de llegada y por infinitesimales 1.776 votos sobre un universo de casi dos millones (1,96) ganó Lifschitz. Menos del 1 por mil de los votantes.

Ante esta derrota tan "finita" del Pro, merece analizarse la fuerte denuncia de irregularidades de esta formación. Ya se había advertido la fragilidad de la estructura de fiscales del Pro en Santa Fe. Hasta días antes de las elecciones estuvieron buscando reclutarlos, incluso con llamados telefónicos grabados. Una estructura débil y en parte improvisada que tenía enfrente al socialismo, con 25 años en el poder municipal de Rosario y 8 en el nivel provincial, con miles de militantes profesionalizados y curtidos; súmense a los aliados radicales, también veteranos y numerosos en todo el territorio provincial; asimismo, pudo haber a nivel local una tácita alianza con el PJ (en Santa Fe el FPV mutó, por deseo de Perotti, en Frente Justicialista para la Victoria).¿Hubo entonces fraude? No parece; no a un nivel importante, al menos. Como se dijo, Del Sel no supo ganarse a las clases medias urbanas y ahí perdió la elección. Pero a la vez en una competencia tan cerrada bastan unas décimas de punto para cambiar el resultado, como es obvio (se habla acá de la competencia provincial, porque nadie discute que en Rosario la intendenta Mónica Fein ganó su reelección, pese a la excelente performance de la inexperta Anita Mártínez). Otro dato sugestivo es que, tanto en 2011 como ahora, la fórmula del Pro termina distanciada luego del escrutinio, por la disidencia del candidato a vicegobernador sobre cómo manejar las denuncias electorales. En 2011 el peronista federal Osvaldo Salomón dio el portazo, convencido de que habían ganado y debían reclamar la apertura de todas las urnas. Ahora fue el turno del radical Jorge Boasso, que manifestó su total desacuerdo con el reconocimiento de Del Sel del triunfo socialista y planteó el mismo reclamo: "Si abríamos las 7.600 urnas ganábamos nosotros", se lamentó.

El fraude es un mal endémico en América latina: sólo Chile y Uruguay parecen realmente a salvo de este viejo vicio, que en Argentina tiene antecedentes desde el fondo de los tiempos políticos. Santa Fe no es el Conurbano ni las provincias feudales del Norte, y sería muy injusto ponerla en esa compañía. Al contrario, es el  distrito electoral más competitivo del país. Pero sí hay elementos para sospechar que hubo irregularidades, en dosis mínimas pero tal vez suficientes para sacar una luz de ventaja. Y como se evitó el recuento total que reclamaron tanto el Pro como el peronismo, esta sospecha quedó instalada en gran parte de la sociedad santafesina.