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02.03.15

Y las negociaciones entre Cuba y EE.UU. van...

(Infolatam) Así como para EEUU su relación con Cuba no es sólo un problema de relaciones internacionales sino también una cuestión de política interna, en Cuba ocurre exactamente lo mismo con su relación con EEUU. De ahí el mutuo empeño en dar pasos concretos en la misma dirección. De momento en La Habana se confía en la estabilidad de su gobierno, aunque el reloj biológico siempre puede jugar alguna mala pasada.
Por Carlos Malamud

(Infolatam) Dice Silvio Rodríguez en una de sus canciones que “puede que algunas noches ?las estrellas no quieran salir… pero a pesar de los pesares,?como sea: Cuba va”. De la misma manera, con sus dificultades, con sus lecturas contradictorias (dependiendo de quién las haga), las negociaciones entre Cuba y Estados Unidos también van.

Algún malintencionado podría preguntar con cierta sorna hacia dónde van. Sin embargo, sería esperable que el serio esfuerzo negociador a cargo de Roberta Jacobson y Josefina Vidal comience pronto a dar frutos concretos. Unas declaraciones de Vidal en una reunión con la prensa de su país tras el último encuentro describe el clima constructivo que ha presidido las negociaciones.

Decía la diplomática cubana: “Hay un cambio en la atmósfera general de las conversaciones, del tono, del lenguaje que se usa. Se nota mucho más cuando se compara con épocas pasadas… Evidentemente, hay un interés por tener una actitud distinta, una actitud respetuosa… El respeto fue la clave del éxito que condujo a los anuncios del 17 de diciembre, y yo creo que ambas partes hemos hablado con mucha franqueza -debo decirlo-, con mucha honestidad… con absoluto respeto, y de manera educada, civilizada”.

El 10 y 11 de abril próximos se celebrará en Panamá la Cumbre de las Américas y Barack Obama querrá llegar a ella con resultados algo más tangibles que el mero anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas. Lo óptimo sería la apertura de embajadas en Washington y La Habana, algo relativamente sencillo gracias a la reconversión de las actuales oficinas de intereses.

Pero ninguna parte quiere dar la señal de haber sido la primera en ceder, especialmente a los opositores más virulentos al acercamiento en sus propias filas. Ambos tienen prisa pero también tienen tiempo y ninguno quiere arriar las banderas de las reivindicaciones en juego. Para Cuba los dos puntos prioritarios son su eliminación de la lista terrorista y la supresión de las trabas que impiden a sus diplomáticos y a la oficina en Washington tener cuentas corrientes en bancos norteamericanos.

Hay otros temas importantes, como los problemas migratorios vinculados a la ley de Ajuste Cubano, la abolición definitiva del embargo o bloqueo, o la mejora de las telecomunicaciones, sin olvidar Guantánamo. Pero todos saben de las dificultades existentes y de la inconveniencia de trazar determinadas líneas rojas.

A EEUU, junto a la entrega de algún activista del Ejército de Liberación Negro con asilo político en La Habana, le interesa igualmente el libre desplazamiento de sus diplomáticos por la isla para poder ver sin problemas a los grupos opositores, y la mejora de los derechos humanos. Al igual que ocurre con su contraparte hay otras cuestiones más de largo plazo, como avances concretos en la democratización de Cuba, que de momento no se incluyen en la agenda negociadora.

Pese a todo ya se observan algunas señales del deshielo. Cuando uno llega al aeropuerto de Miami es frecuente ver a numerosos cubanos, arribados en vuelos charter directamente desde La Habana u otras partes de Cuba, aguardando pacientemente pasar el control de pasaportes como cualquier viajero que entra en EEUU. Muchos son fácilmente reconocibles por sus bolsas del free shop de salida con una o dos botellas de Habana Club para sus amigos o parientes. En Cuba, la posibilidad, de momento restringida para muy pocos, de ver las mejores series en televisión por satélite o pagar con tarjetas de crédito, aunque sean de EEUU.

Pero no todo es de color de rosa. Como ocurrió en ocasiones anteriores, hay grupos interesados a ambos lados en hacer descarrilar el proceso. En las vísperas de este último encuentro se detuvo a cerca de 200 opositores/disidentes, que fueron rápidamente liberados. Como cuentan William LeoGrande y Peter Kornbluh en Back Channel to Cuba. The Hidden History of Negotiations between Washington and Havana, ya durante la administración Kennedy tuvieron lugar contactos secretos para normalizar la relación. Desde entonces nunca hubo avances significativos, sino incluso en ciertas ocasiones retrocesos mayúsculos. El caso de Bill Clinton fue uno de los más notables.

Si las relaciones hispano cubanas son especiales por múltiples razones, las cubano americanas también lo son. Éstas hunden sus raíces incluso antes de la independencia de Cuba en 1898. José Martí recuerda intensamente su paso por Nueva York, donde existía una nutrida colonia cubana. No en vano son pueblos vecinos y los intereses cruzados fueron muchos y podrían seguir siéndolo en un futuro.

Del lado cubano, uno de los principales obstáculos para normalizar la relación ha sido la retórica revolucionaria. Es cierto que los otros puntos de la agenda, comenzando por el embargo o bloqueo, también cuentan. Pero la defensa a ultranza de las consignas “Revolución o muerte” y “Cuba sí, yankys no” era un rígido corsé que dificultaba cualquier diálogo.

En Estados Unidos también tenían lo suyo, vinculado al enorme peso simbólico (aunque no sólo) del exilio cubano, en sus inicios profundamente anticastrista. Desde su punto de vista cualquier concesión a Fidel Castro, por mínima que fuera, era una carta blanca que garantizaba la permanencia sine die de la odiada dictadura comunista.

Y así como para EEUU su relación con Cuba no es sólo un problema de relaciones internacionales sino también una cuestión de política interna, en Cuba ocurre exactamente lo mismo con su relación con EEUU. De ahí el mutuo empeño en dar pasos concretos en la misma dirección. De momento en La Habana se confía en la estabilidad de su gobierno, aunque el reloj biológico siempre puede jugar alguna mala pasada.

En Washington, una preocupación no explicitada por los negociadores aunque siempre presente, es si las medidas que se tomen ahora serán irreversibles y estarán a resguardo de cambios políticos electorales. De todos modos lo mejor que ha podido ocurrir es que tanto unos como otros hayan decidido poner sus cartas sobre la mesa y, al mismo tiempo, estén dispuestos a empeñarse abierta y lealmente en el duro juego de la negociación diplomática.

Fuente: Infolatam (Madrid, España)