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06.08.14

El cuidado como nueva bandera

(El Observador) No puedo evitar, dada la repercusión del sorprendente gesto del candidato por el Partido Nacional, hacer algún comentario. Pero, como estoy convencido de que la campaña electoral puede y debe mejorar de calidad, y que es crucial que los ciudadanos conozcamos más a fondo las propuestas de los distintos partidos, quiero compartir lo poco que he podido conocer sobre una de las propuestas programáticas más importantes de esta campaña.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) La campaña se estremeció la semana pasada. No fue por el debate sobre megaminería entre los presidenciables (Tabaré Vázquez faltó a la cita). En verdad, no fue por ninguna clase de discusión sustantiva acerca de alternativas de políticas públicas. No hubo polémica, por ejemplo, respecto a cómo equilibrar las cuentas públicas o a si, en un contexto de enfriamiento de la economía como el que se prevé, habría que hacerle modificaciones a la política laboral vigente. Lo que precipitó un veloz intercambio de adjetivos entre adversarios fue que Luis Lacalle Pou tuvo la osadía de hacer la “bandera” y que, una vez recuperada la vertical, explicitó la ironía acerca de la edad del candidato frenteamplista.

No puedo evitar, dada la repercusión del sorprendente gesto del candidato por el Partido Nacional, hacer algún comentario. Pero, como estoy convencido de que la campaña electoral puede y debe mejorar de calidad, y que es crucial que los ciudadanos conozcamos más a fondo las propuestas de los distintos partidos, quiero compartir lo poco que he podido conocer sobre una de las propuestas programáticas más importantes de esta campaña: me refiero al Sistema Nacional Integrado de Cuidados, nuevo “buque insignia” de las políticas sociales frenteamplistas.

Solemos pensar que todo lo que hacen los candidatos durante las campañas ha sido minuciosamente estudiado de antemano. La vida enseña que no siempre es así. Desde luego, algunos políticos (como Julio María Sanguinetti o Tabaré Vázquez) suelen planificar más su comunicación que otros que tienden a ser más espontáneos (como Jorge Batlle o José Mujica). Pero incluso los más cuidadosos se salen del libreto. ¿Fue intencional la “bandera” o una ocurrencia del momento? Me inclino más por la segunda alternativa. Por cierto, el candidato nacionalista no podía ignorar que tanto la pirueta (registrada por las cámaras) como la frase que la acompañó (“decile a Vázquez que lo espero ahí”) tendrían repercusión mediática y generarían polémica. ¿Pero realmente se propuso levantar tanta polvareda? Lo dudo.

Tampoco es tan sencillo saber qué impacto puede tener en la opinión pública. Desde mi punto de vista, la “bandera” transmitió desparpajo, desenfado, espontaneidad, picardía, energía, juventud, confianza en sí mismo. Si esto es así, el polémico gesto puede fortalecer la imagen de Lacalle Pou como líder. El comentario posterior, en cambio, si fue interpretado como un gesto de altanería y soberbia, puede haber sido un paso en falso. En un clima de opinión pública como el que tenemos, en este “río revuelto” que pudimos entrever el 1º de junio y por el que seguimos navegando, es más difícil todavía calcular el impacto de un gesto tan poco frecuente como el que procuramos analizar.

Más importante que los gestos polémicos (y los adjetivos) que sobran son los debates (y los sustantivos) que faltan. No faltan propuestas. Falta que dediquemos más espacio a analizarlas, y que podamos discutir más sobre ellas. Como argumenté la semana pasada, en todos los programas partidarios pueden leerse ideas en las que es necesario detenerse mucho más para decidir el voto y/o para saber a qué atenernos durante los próximos cinco años.

Aunque ya lleva 10 años en el gobierno el FA logró renovar su plataforma electoral. La noche del 1º de junio Vázquez hizo 10 anuncios importantes. El primero de ellos, la primera promesa de su campaña al ser electo candidato a la Presidencia, fue el Sistema Nacional de Cuidados. No fue un invento (como la famosa tableta para jubilados). La propuesta ya venía incluida, y bien jerarquizada, en el programa del FA.

Dicen las Bases Programáticas (fechadas en marzo de 2014), revisadas por la Comisión Nacional de Programa del FA: “La creación y desarrollo del SNIC ampliará y completará la matriz de protección social, impactando sobre el resto de las políticas sectoriales (empleo, educación, salud, seguridad social, entre otras), constituyendo la innovación más importante en políticas sociales del futuro gobierno frenteamplista”.

Según el FA, todos tenemos derecho a cuidar y a ser cuidados. Pero no todos podemos ejercer estos derechos. Hay niños cuyos padres trabajan y no pueden ser cuidados como corresponde. Los hijos no siempre pueden cuidar a sus padres. Otro tanto ocurre con las personas que están en situación de dependencia (temporal o permanente) por discapacidad. Es demasiado frecuente. La gente (de cualquier edad) que precisa ser cuidada (porque es su derecho) no siempre lo está. Los que quisieran cuidar a sus dependientes, a su vez, no siempre pueden ejercer ese derecho.

La propuesta del FA, como podrá verse, es muy ambiciosa. Además, está muy en línea con la tradición ideológica de la izquierda que pone el acento, desde siempre, en el ideal de la igualdad. Es una idea que merece ser discutida a fondo. Porque no alcanza con las buenas intenciones. La eterna cuestión es cómo se concreta y cuánto cuesta. El programa del FA no da una respuesta clara. Se limita a decir: “El financiamiento necesario para la construcción del Sistema Nacional de Cuidados será incluido en el presupuesto quinquenal 2015-2020. Se considerarán diversas fuentes (públicas, privadas, mixtas) que se comprometerán en el marco de un modelo de financiamiento que sea progresivo, solidario y sistémico, promoviendo su gestión unificada a través de un fondo”.

¿Cómo hará el FA para que el próximo presupuesto quinquenal permita, sin incrementar todavía más el déficit fiscal, financiar el Sistema Nacional Integrado de Cuidados y, al mismo tiempo, alcanzar el 6% del PIB para educación? ¿Por qué no discutimos sobre esto?

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)