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04.04.14

Prédica populista y violencia ciudadana: El debate apunta al corazón de la contradictoria cultura K

(DyN) El nudo de su mensaje del lunes por cadena nacional fue la inclusión, algo que seguramente para el gobernante debe ser una tarea de nunca acabar, pero que en el caso de la "década ganada" no se entiende muy bien por qué aún subsisten tantos excluidos y, además, que la Presidenta los blanquee. Excluidos que, según sus palabras, provocan que se "genere violencia y enfrentamiento entre los argentinos".
Por Hugo E. Grimaldi

(DyN) Los episodios de violencia que se replican en las calles de la Argentina y que bien podrían estar marcando una suerte de hastío ciudadano frente a la desprotección a la que lo somete el Estado, han puesto en debate mucho más que la deleznable manera de hacer justicia por mano propia frente al delito, sino que parece haber apuntado al corazón de la cultura kirchnerista.

Desde el otro lado, con su mensaje por cadena nacional, inusualmente abocado el lunes pasado a tocar un tema candente de preocupación general, aunque con algunas contradicciones bien notorias, la presidenta de la Nación opuso a esa percepción otro factor para el análisis: es la sociedad la que genera la violencia, porque "le ha soltado la mano" a los excluídos.

Buen tema para un debate, pero en los vericuetos de su discurso lo que consiguió Cristina Fernández fue bombardear una prédica social que lleva tantos años como el kirchnerismo en el poder, basada en las bondades de un modelo que hoy muestra graves rumbos en su costado económico y que, para quedarse a flote, ha necesitado un giro menos utópico.

La Presidenta hizo en la ocasión una directa referencia a la Noche de los Cristales Rotos, marcando la estigmatización que muchos podrían estar haciendo de "los pobres y los negros", a su juicio aún excluidos de un sistema que lleva más de diez años de vigencia.

Justamente, el nudo de su mensaje del lunes por cadena nacional fue la inclusión, algo que seguramente para el gobernante debe ser una tarea de nunca acabar, pero que en el caso de la "década ganada" no se entiende muy bien por qué aún subsisten tantos excluidos y, además, que la Presidenta los blanquee. Excluídos que, según sus palabras, provocan que se "genere violencia y enfrentamiento entre los argentinos".

"Yo creo que no hay mejor receta para que nos entendamos mejor..., no hay mejor antídoto contra la violencia que, precisamente, lograr que mucha gente se sienta incluida", añadió. Y casi al estilo Francisco, añadió: "el que se siente en la periferia, siente que esa sociedad le ha soltado la mano". Lo que finalmente Cristina sugirió, probablemente a su pesar, es que la inclusión no debe haber funcionado muy bien en estos años, porque a su juicio la violencia ha crecido.

Y en este punto, ella debería revisar, con beneficio de autocrítica, si la prédica populista ha sido la adecuada para generar la inclusión que se busca, más allá de la atención social que se buscó proveer a los casi devorados por la crisis de 2001, en los primeros tiempos del kirchnerismo.

Por otro lado, la Presidenta solicitó "miradas y voces que traigan tranquilidad, no que traigan deseos de venganza, deseos de enfrentamiento, deseos de odio", olvidando para bien el camino de crispación y de la lógica amigo-enemigo que enarboló el kirchnerismo durante mucho tiempo. Ya sea porque quedó genuinamente golpeada por las imágenes de violencia ciudadana que conmovieron al país o quizás por la influencia del Papa, más allá de sus loas a una década que bien podría revisar, esta vez hizo un llamamiento "a la paz, a la concordia, al entendimiento y a la inclusión".

Y describió, para encasillar a los demás, que "todo lo que sea generar violencia, siempre, siempre engendra más violencia, se espiraliza la violencia", probablemente sin tomar nota en la ocasión de aquella frase setentista que marcaba que "la violencia de arriba genera la violencia de abajo".

Fuente: DyN (Buenos Aires, Argentina)