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09.01.14

¿Se va a acabar la burocracia sindical?

(7 Miradas) la paulatina “revolución de la mentalidad” –como lo denomina Moisés Naím- ha hecho que las sociedades tiendan a privilegiar lo horizontal por sobre lo vertical y jerárquico. Al mundo sindical histórico le cuesta incorporar este concepto, alejando a los representados de sus representantes. Por eso aparece la izquierda dura en las comisiones internas, las 2 CTAs reclaman otro modelo sindical, y todo se fragmenta. El fenómeno no sucede solo en Argentina, sino que es mundial.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) En el comienzo de su gobierno, Raúl Alfonsín intentó extender su gesta democratizadora al sindicalismo, pero fue su primera gran derrota. De ahí en adelante hubo varias divisiones de la CGT, pero nada que modificase intrínsecamente las estructuras gremiales.

Sin embargo, lo que no pudo la política lo está logrando la justicia a partir de una serie de fallos que fragmentan la clásica representación de los trabajadores, y mueve al gobierno a impulsar su propia ley de adecuación gremial.

Esto le viene como anillo al dedo a CFK para ir sobre el sindicalismo peronista y así alimentar el relato de la juventud camporista -que siempre está presta para revivir la gesta del “tío”- e incluir un párrafo más en su discurso contra las corporaciones. Por otro lado, es atacar el poder del estamento de dirigencia con peor imagen en la Argentina.

A la presidenta nunca le gustó el estilo ni los modos de “los muchachos”. Pero más allá de eso, lo cierto es que el hecho de que existan en la práctica 5 centrales sindicales habla de las profundas transformaciones que han experimentado tanto el mundo laboral como sindical –lo cual no tiene vuelta atrás- y de lo que eso significa para el futuro del peronismo como entidad política y sociológica.

Amén del slogan “el movimiento obrero es la columna vertebral del peronismo”, eso tuvo durante décadas una confirmación fáctica. La cuestión es: si se fragmenta el movimiento obrero, ¿se fragmenta el peronismo?. La respuesta es afirmativa. En más de una oportunidad se dijo en esta columna que el peronismo tal cual lo conocíamos ya no volvería a existir. Se podría decir que ahora hay peronistas, no peronismo, y que la experiencia kirchnerista quizá haya operado un quiebre difícil de suturar.

¿Por qué sucede esto en el mundo laboral? Porque la paulatina “revolución de la mentalidad” –como lo denomina Moisés Naím- ha hecho que las sociedades tiendan a privilegiar lo horizontal por sobre lo vertical y jerárquico. Al mundo sindical histórico le cuesta incorporar este concepto, alejando a los representados de sus representantes. Por eso aparece la izquierda dura en las comisiones internas, las 2 CTAs reclaman otro modelo sindical, y todo se fragmenta.

El fenómeno no sucede solo en Argentina, sino que es mundial. Se podría decir que los sindicalismos están en jaque, como lo están los grandes partidos históricos. En nuestro caso le toca al peronismo, así como la fragmentación de la clase media ya desafió al radicalismo en los últimos 20 años. Era solo una cuestión de tiempo, algún día iba a pasar.

El “sueño montonero” quizá lo logren los fallos de la Corte Suprema. Claro: sin armas, con la Constitución en la mano, y 40 años después.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)