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08.01.14

Cuba a los 55 años de su revolución

(Infolatam) El discurso de Raúl Castro tuvo bastante de maniqueo y poco de autocrítico. Tras reconocer que el mundo había cambiado mucho en los últimos 55 años, sólo admitió que había sido para reconocer las justas reivindicaciones cubanas. En realidad dijo que pese a la fuerte presión estadounidense para separar a Cuba de Estados Unidos, hoy su gobierno preside la CELAC y se prepara para celebrar su próxima Cumbre a fines de este enero. Por el contrario, ni una palabra acerca del sentido de la revolución en un mundo globalizado como el actual.
Por Carlos Malamud

(Infolatam).- Algo no debe ir muy bien con el programa reformista de Raúl Castro cuando el actual y máximo responsable del gobierno revolucionario cubano debe dedicar su discurso conmemorativo del 55 aniversario de la caída de la dictadura de Batista a contentar al ala más dura y ortodoxa del establishment. De otro modo no se entendería ni el tono general ni los párrafos dedicados al constante enfrentamiento con los Estados Unidos o a la conspiración internacional y neoliberal que intenta negar “la vitalidad de los conceptos marxistas, leninistas y martianos” que todavía caracterizan la vida cotidiana de la sociedad isleña.

Salvo un par de alusiones a los programas de restablecimiento de la red de distribución de agua potable y a la reconstrucción de los edificios públicos y particulares de Santiago, no hubo referencia alguna a las iniciativas reformistas impulsadas por el propio Raúl Castro ni a los enormes desafíos que el pueblo cubano enfrenta como consecuencia de las mismas. De no ser por la duración del discurso uno podría pensar que su hermano Fidel había vuelto, ya que los principales conceptos utilizados en esta ocasión nos retrotraen a la noche de los tiempos.

Toda la intervención estuvo enmarcada por tópicos pre y post revolucionarios que pese a su vigencia sólo describen parcialmente una realidad más compleja y contradictoria. Si la Cuba de Batista era un nido imperialista de atraso, corrupción y prostitución, la Cuba de Fidel se convirtió, gracias al esfuerzo revolucionario, en el mejor de los mundos. En palabras de Raúl Castro: “La imagen de Cuba, famosa en América antes de la Revolución como un paraíso para el juego, la prostitución, refugio de mafiosos y destino preferido de sus sucias inversiones, facilitadas por la generalizada corrupción administrativa de la tiranía, se transformó mediante el proceso revolucionario en símbolo de dignidad, independencia, humanismo e intransigencia en defensa de los principios”.

Más allá de su longitud, no me resisto a reproducir los párrafos destinados a denunciar en la mejor clave conspirativa “la permanente campaña de subversión político-ideológica concebida y dirigida desde los centros del poder global para recolonizar las mentes de los pueblos y anular sus aspiraciones de construir un mundo mejor”. Pese a ello, el discurso de Raúl Castro, reproducido en la web de Cubadebate y en los otros órganos oficiales castristas, puede seguirse a través de las redes sociales, incluyendo las muy imperialistas facebook y twitter.

El complot denunciado busca “introducir sutilmente plataformas de pensamiento neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial, enfiladas contra las esencias mismas de la Revolución Socialista a partir de una manipulación premeditada de la historia y de la situación actual de crisis general del sistema capitalista, en menoscabo de los valores, la identidad y la cultura nacionales, favoreciendo el individualismo, el egoísmo y el interés mercantilista por encima de la moral”.

Los responsables de la trama, que no dan la cara , “se afanan engañosamente en vender a los más jóvenes las supuestas ventajas de prescindir de ideologías y conciencia social, como si esos preceptos no representaran cabalmente los intereses de la clase dominante en el mundo capitalista. Con ello pretenden, además, inducir la ruptura entre la dirección histórica de la Revolución y las nuevas generaciones y promover incertidumbre y pesimismo de cara al futuro, todo ello con el marcado fin de desmantelar desde adentro el socialismo en Cuba”.

Llegados a este punto la gran duda que surge es si la respuesta gubernamental al complot será la paralización de las medidas aperturistas de los últimos años que han permitido elevar el nivel de crítica en la sociedad cubana, o si sólo se trata de un recado destinado a los sectores más duros para pasarles la mano por la espalda y decirles no os hemos abandonado. La suerte de aquellos espacios de opinión creados por la afanosa labor de mucha gente, tanto opuesta como más próxima al régimen, puede estar amenazada. Esto podría ocurrir con los numerosos blogs y otros medios emergidos recientemente, o por emerger en un futuro próximo. Menos peligro corren algunos espacios laicales próximos a la jerarquía eclesiástica, gracias al paraguas institucional con el que cuentan.

El discurso de Raúl Castro tuvo bastante de maniqueo y poco de autocrítico. Tras reconocer que el mundo había cambiado mucho en los últimos 55 años, sólo admitió que había sido para reconocer las justas reivindicaciones cubanas. En realidad dijo que pese a la fuerte presión estadounidense para separar a Cuba de Estados Unidos, hoy su gobierno preside la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y se prepara para celebrar su próxima Cumbre a fines de este enero. Por el contrario, ni una palabra acerca del sentido de la revolución en un mundo globalizado como el actual.

Dicho de otra manera, ¿ha valido la pena el sufrimiento de varias generaciones de cubanos para llegar a los resultados actuales?, ¿se ha consultado a la juventud cubana lo que piensa respecto a las reformas emprendidas? Si después de largos años de privaciones se festeja como verdaderos logros el poder salir al extranjero, vender coches, tener un teléfono móvil o una mejor conexión a internet es porque las premisas revolucionarias de favorecer la libertad y el interés general no se han cumplido totalmente. Como se viene repitiendo desde hace tiempo, aunque algunos no hayan madurado lo suficiente para admitirlo, el unanimismo es la tumba de todas las revoluciones.

Fuente: Infolatam (Madrid, España)