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24.12.13

Bolivia y su satélite espacial anticolonialista

(Infolatam) Sea bienvenido este acto de mestizaje chino boliviano en un país cuyos máximos dirigentes rechazan las bondades del mestizaje y reniegan incluso de sus propias raíces. Es curioso el rodeo que debió hacer la ciencia occidental para aterrizar en Bolivia, pasando por Beijing, y ser aceptado por los comunitaristas del MAS que hasta ahora vivían orgullosos de su aislamiento e inclusive, como se ufanaba un todavía ministro, de no leer libros.
Por Carlos Malamud

(Infolatam) El 20 de diciembre de 2013 Bolivia lanzó su primer satélite de comunicaciones, el Túpac Katari, desde la base espacial china de Xichang. El acto fue seguido con gran emoción por el presidente Evo Morales, los ministros de Planificación, Relaciones Exteriores y Defensa, y el viceministro de Ciencia y Tecnología. Con ese motivo Morales dijo: “el satélite de comunicación Túpac Katari es un medio de información, de comunicación para la liberación de nuestros pueblos” que también ayudará a liberar a Bolivia.

El lanzamiento del satélite fue el acto más importante de su tercera visita a China. En esta ocasión y con la clara intención de ganarse a sus anfitriones, le relató a Xi Jinping que supo de Mao siendo niño y que ya entonces pastoreaba a las ovejas con una bandera de China popular en su mano, algo difícil de creer. Incluso llegó más lejos al comparar a Bolivia con China: “La historia nos une, Bolivia y China fuimos países invadidos en el pasado y ahora estamos trabajando y luchando para acabar con la pobreza, o por lo menos reducirla”.

Bolivia se ha convertido en el octavo país latinoamericano en poner en órbita un satélite. Brasil (con 11 ingenios), Argentina (10), México (7), Chile (3), Colombia (2), Venezuela (1), Ecuador (1) y Perú (1), en este orden, precedieron a Bolivia en la carrera espacial. De todos ellos, Venezuela, Brasil, Ecuador, Argentina y ahora Bolivia, cuentan con satélites chinos, una muestra más de la pujanza china en la región.

Pese a la emoción que lo acompañó durante todo el acto de despegue del cohete Larga Marcha 3B-E, no era la primera vez que Evo Morales contemplaba un acontecimiento semejante. En octubre de 2008 acompañó a Hugo Chávez en la puesta en órbita del Simón Bolívar, apodado en su día como “un satélite socialista al servicio del pueblo”. A tal punto lo marcó este hecho que al año siguiente decidió impulsar la construcción de un satélite “boliviano”.

Dados los antecedentes asociados al lanzamiento del Túpac Katari, no es de extrañar que toda la parafernalia y la retórica desbordante que lo acompañaron recuerden a lo ocurrido cinco años atrás en Venezuela. Según Hugo Chávez y su séquito ministerial, de ese modo la revolución bolivariana adquiría una herramienta poderosa, clave en la construcción del socialismo del siglo XXI y de la integración regional de América Latina.

En ambas ocasiones se resaltaba el gran aporte del ingenio espacial a la difusión de la ciencia y la tecnología nacionales. En el caso boliviano también se insistía en la capacidad reproductora del conocimiento que tendrán en el futuro próximo los 78 becarios formados en China para operar el satélite. Según Vladimir Sánchez, ministro de Obras Públicas, “Con una mirada integral, vamos a sacar a muchos becarios para que vayan a las universidades del mundo a capacitarse en estas ramas y regresen al país con esos conocimientos para implementarlos”. Pese a ello, el ministro de Educación no integró el séquito boliviano a China.

En esta línea, el vicepresidente Álvaro García Linera dijo que este suceso “va a modificar la historia de nuestra ciencia y tecnología en las siguientes décadas”. Insistiendo en sus puntos de vista también afirmó: “Le estamos diciendo al mundo que hoy Bolivia deja de ser la cola de América Latina, somos un país que está decidido a disputar el liderazgo científico y tecnológico a nivel continental en ciertas áreas específicas de su economía, ese es el mensaje, y es un sueño”.

Sin lugar a dudas se trata de un giro copernicano en el relato de García Linera, que en agosto de 2006 se ufanaba de todo lo contrario: “No vamos a poder competir con el mundo en tecnología, no vamos a poder competir en el mundo en capacidad financiera, pero sí podemos liderizar (sic) al mundo en capacidad comunitaria, en capacidad asociativa, esa es nuestra fuerza y es el comunitarismo que tiene que quedar consagrado en las formas institucionales, en las normas, en la Constitución Política del Estado, ya nunca más simulaciones, los bolivianos hoy tenemos que mirarnos ante el espejo y sentirnos orgullosos de lo que somos, y decirle al mundo, esto es lo que somos y si el mundo quiere aprender de nosotros, que aprenda, somos generosos para enseñar al mundo, y lo que podemos enseñar y lo que podemos exportar también, es este comunitarismo, es este asociativismo popular, indígena, campesino, urbano”.

Este cambio en el discurso no ha sido acompañado de transformaciones profundas en el sistema educativo boliviano, y mucho menos en lo que a formación en ciencia y tecnología, y muy especialmente en ingeniería, se refiere. En Venezuela pasó algo similar. Más allá de las grandes expectativas depositadas en el satélite Simón Bolívar su capacidad de impulsar el desarrollo científico y tecnológico del país fue mínimo ante la ausencia de una política de I+D+i coherente y adaptada a las necesidades venezolanas.

Estamos más ante una prueba de marketing político que de política científica o tecnológica. En línea con lo manifestado en 2008 por el comandante Chávez, Morales señaló que el satélite “será nuestra luz” y que su lanzamiento es un homenaje al pueblo boliviano que tanto ha luchado por su liberación: “Por fin el pueblo boliviano será liberado de la incomunicación… después de tantos años de vivir en la oscuridad, el sufrimiento y la dominación de los imperios”.

El acto fue seguido con fervor patriótico en toda Bolivia. Los principales medios de comunicación, incluidos los más hostiles al MAS (Movimiento al Socialismo), se unieron a tanto entusiasmo. El oficialista La Razón proclamaba que “Bolivia ingresa a la era espacial con el lanzamiento del TKSAT-1”. Pero estas muestras de calor popular contrastaron con el laconismo chileno. La Tercera, uno de los principales periódicos de su poco apreciado vecino, tituló: “Primer satélite boliviano fue lanzado desde China”.

Sea bienvenido este acto de mestizaje chino boliviano en un país cuyos máximos dirigentes rechazan las bondades del mestizaje y reniegan incluso de sus propias raíces. Es curioso el rodeo que debió hacer la ciencia occidental para aterrizar en Bolivia, pasando por Beijing, y ser aceptado por los comunitaristas del MAS que hasta ahora vivían orgullosos de su aislamiento e inclusive, como se ufanaba un todavía ministro, de no leer libros. Mi temor es que una aceptación sumamente selectiva del conocimiento sea incapaz de colocar a Bolivia en el lugar del mundo globalizado que le corresponde.

Fuente: Infolatam (Madrid, España)