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16.12.13

Cristina y el gobierno, peor que antes de la renovación del gabinete: al país le espera un futuro muy complicado en todos los frentes

(Análisis Latino) El dato político es que hoy el gobierno de CFK se encuentra más debilitado y desgastado que antes del cambio de gabinete y ante un futuro inmediato abrumador: los aumentos descomunales de los policías empujaron para arriba todos los techos salariales diseñados por los ministerios de Trabajo y Economía, y a la vez adelantaron las negociaciones paritarias. El propuesto límite de 18% no existe más. Para afrontar los aumentos masivos de los estatales que se vienen no hay recursos legítimos. El "delfín" Capitanich sufrió un esmeril brutal de parte de la realidad y CFK volvió a sus malas mediciones en los sondeos.
Por Pablo Díaz de Brito

(Análisis Latino) La última crisis social y policial -que aún no está cerrada- ha redimensionado drásticamente a la "nueva" figura del kirchnerismo, el Jefe de Gabinete de Ministros Jorge Capitanich. Aunque más no sea por esto, los violentos días decembrinos han resultado un verdadero desastre para CFK y su entorno político-familiar, esa mesa chica que en Olivos decide todo sin consultar.

El cambio de gabinete del 20 de noviembre había sido presentado como una renovación, un soplo de aire fresco para una administración paralizada y mediocre, vapuleada por los crecientes problemas económicos y sociales. La convalecencia de CFK había dejado en evidencia un vacío de gestión y de poder. La aparición de Capitanich, aplaudida por empresarios y opositores, venía a cubrir ese déficit y a postular tácitamente para el 2015 a una figura que es un punto intermedio entre el kirchnerismo puro y el PJ. Pero la ilusión duró poco. Capitanich puede recuperarse, pero después de la crisis policial su imagen quedó duramente redimensionada. Toda hipotética recuperación se hará desde un nivel muy bajo y en un contexto económico muy complicado.

Así, los saqueos y sus -al menos- 13 muertes, el desacato policial finalmente superado con enormes dosis de dinero público y el deslucido desempeño del nuevo Jefe de Gabinete ante la crisis, sepultaron rápidamente el nuevo clima creado por la renovación del gabinete. Columnas editoriales de domingo y suplementos especiales quedaron viejos en cuestión de horas. Para colmo, en plena crisis, el INDEC nos recordó que no está más Guillermo Moreno pero sigue firme su peor herencia. Los índices que publicó el instituto sobre noviembre fueron los de siempre, es decir, increíbles e inútiles.

Como para completar el panorama, la presidenta tuvo la idea la noche del 10 de diciembre, no de anular la conmemoración oficial de los 30 años de democracia (lo que hubiera estado mal), sino de agregarle una grotesca fiesta a puro candombe. Como si el país viviera un éxtasis de felicidad colectiva y no un estado de violencia y conmoción, como pasaba esa misma noche en varias provincias. No faltó el detalle irritante: la mandataria golpeó una sartén y una cuchara. Una ironía preparada con anticipación, dirigida a los caceroleros. Entre esta exhibición bizarra y desubicada y su silencio sobre las muertes que se producían en ese mismo momento, Cristina le dio otro golpe devastador a su imagen. Ya parece su especialidad.

Es así que el domingo 15 de diciembre llegó un nuevo sondeo, publicado en el diario Clarín por la empresa Management & Fit. Como era dable esperar, la casi milagrosa recuperación de la imagen de Cristina durante su enfermedad y convalecencia, tan promocionada por las empresas de sondeos en los medios, ha desaparecido por completo. CFK cayó de 42,4% a 30,6% de aprobación y subió a 58,4% de desaprobación. Entre la inflación espiralizada, el dólar, los saqueos y las rebeliones policiales en 21 provincias no podía esperarse otra cosa. El sondeo -al que seguramente seguirán muchos otros, publicados o no- sepultó además la falacia que circuló por unas semanas sobre que los costos de crisis y ajustes por venir caerían sobre el gabinete y Capitanich, mientras Cristina se mantendría allá arriba, en aérea soledad, por algún milagro o mano divina. Una falacia que unos cuantos pusieron "en letras de molde", como dice la presidenta.

El dato político es que hoy su gobierno se encuentra más debilitado y desgastado que antes del cambio de gabinete y ante un futuro inmediato abrumador: los aumentos descomunales de los policías empujaron para arriba todos los techos salariales diseñados por los ministerios de Trabajo y Economía, y a la vez adelantaron las negociaciones paritarias. El propuesto límite de 18% no existe más. Para afrontar los aumentos masivos de los estatales que se vienen no hay recursos legítimos. Habrá entonces más inflación vía emisión de papel pintado, mientras el dólar oficial galopa a un ritmo de 40% en busca de lograr un punto de encuentro con el paralelo. En suma, todos los demonios "ochentistas" de la economía (dólar, déficit fiscal, inflación y emisión sin control) han vuelto, y con una ferocidad atemorizante. Ya ningún economista amigo del gobierno habla de la necesidad de "hacerle un service al modelo".

La conclusión política de este berenjenal -que es producto exclusivo de la mala política económica K durante muchos años- es que el gobierno se desinfló después de una brevísima primavera. El "delfín" Capitanich sufrió un esmeril brutal de parte de la realidad y CFK volvió a sus malas mediciones en los sondeos, y muy difícilmente se recupere luego de su performance con los bailarines de Choque Urbano y la vedette Moria Casán.

El 10 de diciembre de 2015 queda muy lejos y nadie sabe hoy a ciencia cierta en qué condiciones llegarán a esa fecha el país y su gobierno. Mala perspectiva, sobre todo teniendo en cuenta quiénes conducen la nave.