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05.12.13

Ceres y el tercer mandato del Frente Amplio

(El Observador) Simpatizo abiertamente con el trabajo de Ceres y de su director. Ernesto Talvi dice lo que piensa apoyándose en información y siempre intenta señalar debilidades y amenazas. En un país como el Uruguay, en el que la política sospecha tan abierta y persistentemente de los especialistas, y en el que el mediano plazo queda tan a menudo subordinado a las urgencias del presente, miradas como la suya merecen ser celebradas y favorecidas.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) El miércoles pasado el economista Ernesto Talvi volvió a hablar fuerte y claro. En el Ball Room del hotel Sheraton, ante empresas e instituciones socias de Ceres, compartió una presentación titulada Ante la incertidumbre económica global y regional: ¿cómo impactará en Uruguay y cuán vulnerables estamos?” (1). Fiel a su estilo, hizo varias afirmaciones rotundas que despertaron el interés de los medios de comunicación y, a la vez, suscitaron fuertes reacciones en los militantes de izquierda que, una vez más, lo acusaron de “hacer política”. Les propongo volver sobre algunas de ellas para, en seguida, analizar el papel de los centros de investigación como Ceres en el debate público uruguayo.

Durante su presentación Talvi discutió cuatro grandes asuntos. En primer lugar, examinó las perspectivas de la economía mundial y los desafíos planteados, en ese marco, para Uruguay. Afirmó que “la década que viene será muy distinta a la que acaba de terminar”. El país –dijo– deberá procesar ajustes macroeconómicos “que duelen pero no matan” y reformas estructurales “difíciles de implementar”. Hablando en criollo, Talvi piensa que el país enfrentará tiempos difíciles: la economía se seguiría “enfriando” y la moneda uruguaya tender a depreciarse.

En segundo lugar, analizó las perspectivas de la política económica en un eventual tercer mandato del FA. Incorporó al análisis prospectivo un punto importante. Sostuvo que la actual política económica (que caracterizó como “socialdemócrata”) podrá mantenerse solamente si el FA no obtiene mayoría parlamentaria. El argumento es bien interesante: Talvi sostiene que el resultado de la votación interpartidaria es más importante que el de la votación intrapartidaria como predictor de la política económica. Volveré sobre este punto más adelante.

En tercer lugar, argumentó que el país no ha aprovechado la década de “bonanza económica” para sentar las bases de un desarrollo auto-sostenido. A pesar de la mejora en el nivel tecnológico de las empresas, Uruguay no ha logrado cambiar su perfil exportador tradicional (empecinado vendedor de commodities). Para respaldar esta afirmación presentó, entre otros datos, la evolución de un indicador sobre “sofisticación del paquete productivo” de Uruguay. La conclusión es impactante: “Solo el 10% es de sofisticación muy alta como por ejemplo la producción de hormonas, antisueros y vacunas”.

En cuarto lugar, sostuvo que el país tampoco aprovechó el boom económico para transformar el tejido social. Aunque la pobreza medida por ingresos se redujo significativamente (pasó de 40% a 13%), “la pobreza educativa se ha quedado estancada en la última década con cifras alarmantes: el 64% de la población de entre 18 y 65 años no tiene secundaria completa”.

Talvi no perdió el tiempo. Planteó cuatro temas realmente fundamentales para el futuro del país. Pero tengo una visión levemente distinta a la suya en lo referido a las perspectivas de la política económica. Creo que la interna del FA se interpreta mejor si en vez de distinguir, como propone Ceres, solamente dos corrientes ideológicas (“socialdemócratas” y “ortodoxos”), se diferencian tres: en una punta, la visión neo-institucionalista del actual equipo económico; en la otra, la vocación estatista y anticapitalista de comunistas y emepepistas, y en el medio de estos dos polos, la corriente neo-estructuralista que encarnan grupos como Compromiso Frenteamplista o la Vertiente Artiguista. La emergencia, en el contexto de los debates programáticos hacia el congreso del FA, del “grupo de los 8”, pone de manifiesto que la segunda y tercera corrientes antes referidas están convergiendo en torno al programa neo-estructuralista (“cambio estructural para la igualdad”).

Con independencia del resultado de la votación entre partidos, esto es, más allá de si el FA logra o no mayoría parlamentaria, este último enfoque es el que está llamado a prevalecer en un nuevo mandato frenteamplista porque es el que predomina claramente en el programa de gobierno elaborado por el FA durante este año, y aprobado por el Congreso reciente. Es un libreto sensiblemente más “dirigista” que el guión astorista. También es más propenso al aumento de la presión tributaria, y más hostil hacia la apertura comercial. Pero, al mismo tiempo, coloca un énfasis mayor en la innovación, la ciencia y la tecnología, en la “sofisticación productiva”, para decirlo en el lenguaje de Talvi. Eso, y no otra cosa, es lo que quieren decir los voceros del “grupo de los 8” cuando reclaman un “nuevo modelo económico”.

Simpatizo abiertamente con el trabajo de Ceres y de su director. Ernesto Talvi dice lo que piensa apoyándose en información y siempre intenta señalar debilidades y amenazas. En un país como el nuestro, en el que la política sospecha tan abierta y persistentemente de los especialistas, y en el que el mediano plazo queda tan a menudo subordinado a las urgencias del presente, miradas como la suya merecen ser celebradas y favorecidas.

En una sociedad, como la uruguaya, tan politizada y tan signada por la competencia electoral, es virtualmente inevitable que su participación en el debate público sea vista como una “operación política”. Para mi gusto es evidente que Ceres no trabaja para un partido político y que Talvi no busca votos. Ceres es un excelente ejemplo de un think tank al estilo de los del mundo anglosajón. Buscar influir en las políticas públicas apoyándose en resultados de investigación. Sus polémicas incursiones, falibles como las de cualquiera, contribuyen a mejorar la calidad del debate público.

(1) El resumen de prensa de esta presentación está disponible aquí

Adolfo Garcé es doctor en Ciencia Política, docente e investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Udelar. Es miembro del Consejo Académico de CADAL.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)

 

http://www.elobservador.com.uy/noticia/266646/ceres-y-el-tercer-mandato-del-fa/