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28.10.13

Moderación y diálogo, los valores que privilegió la gente para aislar a los ultra K

(DyN) En los votantes han pesado seguramente el temor a la inflación y al desempleo y a la pobreza que éste genera pero, de modo primordial, la inseguridad y también el desapego institucional y las formas, entre agresivas y soberbias, que identifica a los más radicalizados del kirchnerismo casi como marca registrada.
Por Hugo E. Grimaldi

(DyN) Por más que la Presidenta haya preservado las bancas que le dan preeminencia legislativa y que esa constatación diga que la cosa no ha resultado ser tan funesta para la marca del Frente para la Victoria, el kirchnerismo de paladar negro que suele atizar Cristina Fernández tuvo que soportar un verdadero "correctivo" numérico por distritos.

Sin embargo, no es tanto la conformación de las dos cámaras lo que debe pesar a la hora de estimar cómo le ha ido al Gobierno en estas elecciones de medio término, sino el caudal de votos que se le ha fugado efectivamente hacia otros modos de concebir la política y, sobre todo, por qué.

El problema no parece ser los escaños de hoy, que podrán contarse en más o en menos a medida que transcurra el tiempo, si la política puede darle blindaje a una delicada situación económica que tiende a espiralizarse y con la que habrá que hacer algo rápidamente, tal como lo pide la agenda que votó la gente.

La lectura que deberían hacer esos sectores que esta vez han sido relegados por la sociedad es que, si es verdad que los procesos se adelantan y los votantes han mirado hacia 2015, el resultado acaba de poner en carrera, y esto ha sido común a todos los partidos y basta repasar los apellidos, a los dirigentes que han apostado a la sensatez.

Ello supone que, como primera medida, el oficialismo de élite no tendrá de aquí en más piedra libre para tomar decisiones insensatas, sobre todo en materia económica. Tampoco habrá espacio para locuras institucionales.

Pese a todos estos reparos, la gobernabilidad no parece estar en peligro, salvo que los ultra-K se saquen la piel de cordero que se pusieron para transitar la campaña y vuelvan desde esta misma semana a echarle nafta a la hoguera que supieron encender.

En los votantes han pesado seguramente el temor a la inflación y al desempleo y a la pobreza que éste genera pero, de modo primordial, la inseguridad y también el desapego institucional y las formas, entre agresivas y soberbias, que identifica a los más radicalizados del kirchnerismo casi como marca registrada.

Por eso, han sido bien importantes las performances de la centro-izquierda (UCR, socialistas, UNEN, Frente Progresista) y la centro-derecha (PRO) con dirigentes también mesurados y tolerantes, aunque no se pueden comparar por ahora en número y dinámica con este nuevo triunfo avasallante del peronismo en todo el país que, paradójicamente, termina de cercar políticamente al Gobierno.

El fenómeno de prudencia que pide la gente no sólo se ha dado desde las vertientes no kirchneristas (Massa, de Narváez, de la Sota, Peralta, das Neves), sino también desde adentro del propio kirchnerismo (Scioli, Insaurralde) y han apartado de momento al núcleo más duro de la fuerza que lleva diez años de gobierno y que tiene anulada por estos días a su factótum, la presidenta de la Nación.

Ello no significa que esta nueva minoría interna no se tiente igualmente en hacer volar todo por el aire con decisiones inconsultas, sino que por más que se siga ejerciendo la mayoría en las dos cámaras, ya nada será como entonces. La liga de gobernadores, ducha en acompañar hasta la puerta del cementerio, pesará y mucho, de ahora en más.

Como siempre, el peronismo es una intríngulis dinámica, por eso habrá que seguir de cerca cómo se van a nuclear en los bloques los legisladores surgidos de las dos listas bonaerenses en pugna, mucho más cercanos todos ellos al atributo de moderación y diálogo que eligió la gente que a la costumbre de llevarse todo por delante que tienen los kichneristas más fanáticos, moldeados todos ellos en el formato de la división y en defensa de las expresiones mas extremas del modelo.

Puertas para adentro del PJ, lo que surge de las elecciones -y esto es lo relevante- es que ese espectro vital para la política hoy está dividido en tres (renovadores más disidentes, kirchneristas sciolistas y kirchnerismo duro), aunque los escenarios son múltiples e irán decantando y moviéndose a dos años vista.

Dos de esas vertientes, las que lideran Sergio Massa y Daniel Scioli, desde estilos parecidos, eligieron caminos diferentes en esta ocasión. Massa pelearla desde afuera y el gobernador desde adentro, para aprovechar la marca y no quedar desenfocado en la gobernabilidad de la provincia.

Los dos, a su manera, han ganado la partida frente al kirchnerismo más cerril y ahora deberán decidir si disputan entre ellos el liderazgo o si se reparten los porotos. Si se mantuviera ese trípode, por afuera o por dentro del PJ, sería música para los oídos de la oposición.

Más allá de todas estas teorizaciones y del fin de las campañas-ombligo que miraron primero el posicionamiento de los candidatos, ahora llegó el turno de ocuparse de los problemas cotidianos de la gente. Y para hacerlo, habrá que resignar altanerías y dialogar muchísimo más. Al fin y al cabo, la gente eligió el método Francisco.

Fuente: DyN (Buenos Aires, Argentina)