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21.10.13

El grave deterioro social, tema central en el coloquio de IDEA

(DyN) El desprecio por la división de poderes, la falta de reglas, la presión tributaria desmedida y la inflación fueron marcadas como parte de las causas del problema. En tanto, la corrupción, el declive social, la violencia y la falta de inclusión de miles de argentinos o las carreteras rotas y los puertos inservibles fueron catalogadas como consecuencias del mismo problema: la cristalización del abandono.
Por Hugo E. Grimaldi

(DyN) “Barranca abajo”, el título del drama teatral que escribió el uruguayo Florencio Sánchez a comienzos del siglo XX sobre la decadencia de una familia, describe de modo muy crudo el fondo del debate que pusieron sobre la mesa, esta última semana en Mar del Plata, los hombres de negocios nucleados en IDEA.

Como todos los excesos que surgen cuando las situaciones se van por la pendiente, el temor siempre apunta hacia una precipitación de los hechos que tornen las consecuencias inevitables. De allí, que el temario del encuentro haya puesto en valor una serie de discusiones centrales sobre la degradación que se observa en la Argentina, con el propósito de que se aborden los problemas antes de que sea tarde.

Las manifestaciones de violencia o de desidia, de las que el atentado a la casa del gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti o el nuevo accidente ferroviario de Once son dos elocuentes señales que marcan este lamentable rumbo hacia el tobogán, vienen a convalidar el tono preocupado de la reunión.

Sin entrar en las chicanas de “ganada” o de “perdida”, las ponencias empresariales se focalizaron esencialmente en describir situaciones y en tratar de ver cómo hacer -si aún se está a tiempo- para revertir esas graves cuestiones esencialmente sociales e institucionales y hasta impositivas o de infraestructura, las mismas que se devoró de a pedacitos la última década. El desprecio por la división de poderes, la falta de reglas, la presión tributaria desmedida y la inflación fueron marcadas como parte de las causas del problema. En tanto, la corrupción, el declive social, la violencia y la falta de inclusión de miles de argentinos o las carreteras rotas y los puertos inservibles fueron catalogadas como consecuencias del mismo problema: la cristalización del abandono.

De la discusión surgió que todos estos temas, que fueron los ejes bajo el que se desarrolló el Coloquio, tienen como denominador común la pasión por el cortoplacismo del gobierno nacional, inevitable correlato de un modelo que en lo político se sintió hegemónico y que fue capaz de imponer una agenda durante diez años a través de su relato, aunque como fundamento de la falta de previsión se comió la infraestructura que impacta sobre la productividad e igualó al grueso de la sociedad hacia abajo.

En este punto tan crítico, se habló puntualmente de pobreza, de deserción escolar, de adicción a las drogas, de jóvenes que no trabajan ni estudian y de su inserción laboral, a partir de estadísticas que, aunque conocidas, impactaron desde la crudeza porque son la cara social y quizás más crítica del desbarrancamiento del modelo.

Según la Universidad Católica Argentina, existen en el país diez millones de pobres y dos millones de indigentes, en tanto 1,2 millones de hogares están constituidos en viviendas precarias, de las cuales 600 mil se ubican en asentamientos, mientras que 3,5 millones de personas no tienen acceso a la red cloacal, entre otras carencias.

El mapa del drama social se completa con otros datos muy duros: casi 50% de los trabajadores (8,2 millones) no tienen acceso al sistema de seguridad social y 2,9 millones de jóvenes están en riesgo de exclusión y son los más expuestos a la pobreza, ya que la tercera parte no trabaja ni estudia o bien tiene el secundario incompleto y esta situación no sólo genera mayor desigualdad, sino mayor debilidad institucional, ya que 15,6 millones de ciudadanos (43,7%) están “disconformes” con la democracia.

El experto Daniel Arroyo aportó que los casi 900 mil jóvenes que no trabajan ni estudian no pueden sostener el ritmo de un trabajo formal y explicó una de la aristas más dolorosas de toda la situación, la que conecta la situación de vulnerabilidad con la droga.

El ex viceministro de Acción Social detalló que, en general, víctimas del hacinamiento habitacional, los jóvenes que viven en condiciones precarias van a buscar aire o luz a la esquina de su casa, donde se reúnen con sus pares. Allí, tal como antaño valían las habilidades con la pelota de fútbol, hoy se saca patente de pertenencia con el consumo de drogas, generalmente paco.

El ingreso al mundo de las adicciones les genera problemas de salud primero y luego la necesidad de conseguir dinero, por lo cual se endeudan y eso los lleva a delinquir, convirtiéndose en vendedores o en miembros de una barra brava o en milicias para cualquier trabajo relacionado con la política o aún integrando bandas. Es más, quien logra un trabajo informal se da cuenta rápidamente que sus amigos ganan más de la otra forma.

Según Arroyo, saltar de la falta de vivienda a la delincuencia, pasando por la droga y el endeudamiento es una matriz que se repite barrio a barrio por todo el país y es el fundamento de un círculo vicioso que lleva a que muchas zonas hoy estén copadas por el narcotráfico. Aterroriza saber que todo el proceso de captación se concreta en apenas seis meses.

“No se trata ya del clásico dilema entre regalar pescado o enseñar a pescar. En la Argentina, se necesita dar pescado, enseñar a pescar y garantizar que haya peces en la laguna”, explicó a la hora de esbozar una solución integral a partir de “crear una segunda generación de planes sociales”.

En este aspecto, en el Coloquio se consideró el rol del sector privado como “esencial para articular esfuerzos con el sector público” y así lo reclamó el titular de la Comisión de Justicia y Paz, Gabriel Castelli: “si no compartimos más de lo que tenemos con los que menos tienen, no podremos mejorar la situación”, reclamó.

¿Qué hacen todas estas cuestiones tan sensibles en boca de personas o de compañías que se supone que sólo piensan en el lucro? Desde un costado muy crítico se podría decir que es una manera de calmar conciencias o que el miedo no es zonzo o que el interés está dado en la necesidad de mejorar la competitividad para optimizar negocios o para ganar nuevos consumidores. También que después de tanto callar, se podrían estar aprovechando ahora de la debilidad del Gobierno para fustigarlo.

Más allá de todas las explicaciones que en lo individual parecen válidas, hay que apuntar que el temario de trabajó durante todo un año, mucho antes de la circunstancia electoral, y que en el espíritu de las discusiones de este año primaron los valores y de modo importante se transmitió un gran componente solidario y de preocupación por todos los deterioros que se han venido acumulando y que ahora se acentúan cada vez más.

Otro, muy claro, surgió desde el lado de la logística, ya que la descripción que hizo de la actividad cada uno de los sectores muestran claros signos de agotamiento casi terminal en muchos rubros durante el desplome de los últimos años, que si no se acondicionan o se expresa la voluntad de empezar de nuevo, estarán comprometiendo el futuro.

Tal como habría que rediseñar el sistema, ya que hay una clara desproporción a favor del camión, ampliamente favorecido con subsidios frente al ferrocarril, habría que reponer prácticamente toda la red vial, para lo que se necesitarían según el titular de la Asociación Argentina de Carreteras, Miguel Salvia, “120 mil millones de dólares”.

En cuanto al tren, el experto Jorge Kohon señaló que, fruto de estas desproporciones frente al camión y al abandono de los ramales, “el problema central del sistema ferroviario argentino es que no tiene tráfico, ya que por cada kilómetro de vía pasa menos de un tren cargado por día”.

Dicho de otra forma, la Argentina dispondrá de granos o productos elaborados o aún de petróleo si funciona Vaca Muerta y no tendrá caminos ni vías férreas para transportarlos a los puertos, ni estaciones marítimas o fluviales que alberguen a los barcos de última generación, que no sólo requieren mayor profundidad, sino más longitud de amarre, en ambos casos el doble de calado y largo que los cargueros actuales.

“Esta es una tarea que, si no se encara rápidamente, hará que quedemos como un país secundario en transporte fluvial”, pronosticó Ricardo Sánchez, especialista del sector que trabaja para las Naciones Unidas. Es más, anticipó que, si no se hace nada, “el puerto de Buenos Aires va en camino de convertirse en un puerto secundario, en menos de cinco años”.

Toda la sensación de deterioro que se desnudó en estos temas tan sensibles en IDEA fue más por el costado del capital humano o por el capital físico que por el habitual diagnóstico que hacen los politólogos sobre un eventual “fin de ciclo” kirchnerista, tras las elecciones legislativas de la semana próxima, situación que está desembocando en internas feroces para tomar el control ideológico de los dos años que quedan de mandato, otra de las manifestaciones más contundentes que tienen los declives, el “sálvese quien pueda”.

Si es o no el final político de esta etapa del kirchnerismo se encargarán de marcarlo los votantes el día 27, quienes, para usar el lenguaje que popularizó el camporista Juan Cabandié, son los únicos capaces de aplicarle “correctivos” a los políticos que se salen de madre. Aunque el disciplinamiento de las PASO trajo algunos leves cambios en el Gobierno habrá que ver (y esa duda estuvo presente también en Mar del Plata) qué cosas será capaz de hacer Cristina Fernández a partir del 28 y en qué sentido.

El consenso de los hombres de negocios es que primero la Presidenta retome sus funciones y que luego empiece a trabajar para el próximo gobierno, apuntando a recuperar entre otras cosas de modo prioritario algunos de estos graves deterioros estructurales.

“No se le pide que niegue el relato, pero que haga cosas diferentes”, resumió un empresario tras una encuesta donde se habló de corrupción desde los dos lados del mostrador.

Fuente: DyN (Buenos Aires, Argentina)