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26.09.13

Reflexiones sobre la ZED del Mariel: de la propaganda a la realidad

La demagogia y la propaganda pueden prever en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM) un escenario de inversiones extranjeras incluyendo servicios y obras públicas, la propiedad estatal y desarrollos inmobiliarios. Pero entonces, ¿cómo se compagina ese modelo de gestión privada con las precauciones del Código Penal cubano y sus continuas alusiones al carácter delictivo del lucro, o de la acumulación? Muchos no van a comprender que a 45 kilómetros de La Habana, esas prevenciones que han llevado a la cárcel a miles de cubanos a lo largo de los últimos 55 años, no se apliquen a los extranjeros.
Por Elías Amor Bravo

La demagogia y la propaganda tienen muy poco que ver con la gestión ordenada y creíble de una economía. Las autoridades del régimen han elegido la primera vía para promocionar el proyecto de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, y yo espero que tengan éxito. Pero lo dudo, por razones objetivas.

La inversión extranjera en esta era de la globalización se mueve con otros criterios distintos, y realmente existen muchos puntos en la economía mundial donde se puede apostar por proyectos mucho más viables y sostenibles que en el Mariel, por mucho que se empeñen a vincularlo con la expansión del canal de Panamá.

La experiencia del capital extranjero en la economía castrista dista mucho de ser positiva. Antes del derrumbe del muro de Berlín, la economía permaneció sometida al dominio y la financiación de la extinta URSS y los proyectos se encuadraban dentro de los convenios de “pajarera” característicos del CAME. Nada más. Con la llegada del “período especial” y la urgente necesidad de recursos financieros para compensar la perdida ayuda soviética, el régimen se embarcó en una desesperada política de captación de inversiones que se concentró básicamente en el turismo (españoles) y minería (canadienses). Y poco más.

La economía castrista, con excelentes oportunidades para los inversores extranjeros en sectores punteros como la biotecnología, la medicina, la asistencia sanitaria, la gerontología, e incluso la agricultura, permanece cerrada al exterior porque carece de una estrategia integral para la inversión extranjera, porque en la ideología del régimen no cabe la necesaria apertura y liberalización. No se dice nada sobre este tipo de cuestiones en los llamados “Lineamientos”, en los que solo se mantiene la apuesta por “actualizar el socialismo”.

La apuesta propagandística es concentrar, con cierta desgana, un paquete empresas de capital foráneo en la Zona Especial de Desarrollo en Mariel, la primera y posiblemente la única de la isla, favoreciendo descuentos tributarios y aduaneras en las normas jurídicas del país. Ya veremos que reclamo tiene.

Y luego viene la demagogia. Afirmar que se pretende generar exportaciones, empleo, financiación, tecnología, logística y estimular el establecimiento de empresas nacionales y foráneas, es más un enunciado vacío y carente de contenido, que una realidad. Es cierto que en el Mariel el capital extranjero tendrá mejores condiciones que en el resto de la Isla para desarrollar sus proyectos, pero eso creará una cierta frustración en los inversores actuales, que no lo van a poder comprender. El hecho de que los negocios aprobados directamente por la futura Oficina de la Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM), a tan solo 45 kilómetros de distancia de La Habana, y algo más de Varadero, por ejemplo, llevará a muchos hoteleros a pensar en la desigualdad de trato para sus inversiones en otras zonas de la Isla.

La demagogia y la propaganda pueden prever en el Mariel un escenario de inversiones extranjeras incluyendo servicios y obras públicas,  la propiedad estatal y desarrollos inmobiliarios. Pero entonces, ¿cómo se compagina ese modelo de gestión privada con las precauciones del Código Penal cubano y sus continuas alusiones al carácter delictivo del lucro, o de la acumulación? Muchos no van a comprender que a 45 kilómetros de La Habana, esas prevenciones que han llevado a la cárcel a miles de cubanos a lo largo de los últimos 55 años, no se apliquen a los extranjeros. Muchos cubanos, simplemente no lo van a entender.

Por otra parte, los beneficios fiscales y tributarios de la Zona dejan de ser atractivos para el inversor foráneo. Se habla de liberar del pago de impuestos por la contratación de trabajadores y de utilidades. Dado su bajo nivel, no parece que sea determinante. Entre las ventajas diseñadas para atraer el capital externo en la ZEDM, el gobierno ha establecido un régimen especial tributario que exonera determinados derechos aduaneros, no todos.

Hasta aquí más o menos lo mismo que otras zonas con las que Mariel tendrá que competir. Se ha presentado como una norma importante la posibilidad para los inversores de transmitir sus fondos al exterior sin pagar impuestos o gravámenes. Pero ¿es que no lo habían pensado? Esta es condición necesaria para que alguien se interese por invertir en la Zona. Si, es posible que algún empresario internacional valore una fotografía con Raúl Castro o su hermano, pero tendrán que darse prisa, y no creo que lleguen a tiempo.

De momento, las obras de ampliación del puerto han alcanzado un total de 900 millones de dólares con una aportación financiera brasilera cercana al 65%, que parece ser el país más beneficiado por esta iniciativa. Las autoridades del régimen ya se han dirigido a los chinos en busca de apoyo. Todo muy provisional. Ya veremos.