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15.05.13

Cristina acentúa su alianza con Maduro: Una señal de que la radicalización de su gobierno va en serio

(Análisis Latino) Cristina decidió redoblar su alianza con la Venezuela de Maduro. ¿Negocios? ¿Deudas? Sí, todo eso influye, claro. Pero acá -a diferencia de Brasil- parece haber algo más: dar al mundo y a la propia Argentina una señal inequívoca de que la radicalización va en serio y abarca a todos los frentes de la administración. Nada menos.
Por Pablo Díaz de Brito

(Análisis Latino) Argentina se puso sola, sin que nadie la empuje, en el grupo del ALBA. Aunque formalmente no pertenece a ese gremio multinacional, es como si lo fuera. Desde que la enfermedad de Hugo Chávez entró en su etapa terminal en  2012, en coincidencia con el agravamiento de la situación económica y política de Argentina, el gobierno de CFK se abrazó al agonizante caudillo bolivariano. La radicalización interna coincidió con la externa, como un calco.

La muerte de Chávez y la cuestionada sucesión de Nicolás Maduro han llevado al gobierno K, no a tomar distancia del sucesor, sino a “pegarse” al nuevo presidente venezolano, incluso en medio de la tormenta de denuncias –documentadas- sobre fraude electoral. Porque queda claro que las elecciones del 14 de abril estuvieron lejos de los estándares suecos o canadienses. También prueba la jornada electoral venezolana que la tecnología electrónica no es en absoluto garantía de transparencia, ni muchos menos. Las más de 3.500 denuncias que tiene la Mesa de Unidad Democrática (MUD), deberían ser suficientes para poner al menos entre paréntesis la legitimidad de Maduro. Esto debería llevar a las cancillerías regionales a un tibio reconocimiento formal, protocolar, y no mucho más. Perú, Colombia y Brasil plantearon estas reservas en la cumbre de urgencia de la Unasur realizada en Lima el 19 de abril. Pero todos dieron su reconocimiento a Maduro, dado que este se traía bajo el brazo el anuncio de la autoridad electoral venezolana sobre un presunto recuento total de los votos, del 100% de ellos. Se vería pronto que no era así, pero en Lima ese anuncio resultó suficiente para que Maduro se llevara el sello de legitimidad de la Unasur. Luego, al ver cómo eran las cosas en verdad, el Perú dio un paso más y su canciller, Rafael Roncagliolo, propuso abiertamente un diálogo nacional en Venezuela y que Unasur lo convocara. La respuesta de Caracas fue retirar su embajador en Lima y una sarta de amenazas e improperios de Maduro hacia el canciller peruano. La relación entre Perú y Venezuela quedó dañada por largo tiempo gracias a estos insultos del nuevo presidente venezolano. Ahora, Roncagliolo, que no se sintió respaldado por el presidente Ollanta Humala, decidió renunciar. Dicho sea de paso: en el episodio se notó con claridad cómo intentó Maduro imitar a Chávez cuando este salía al ruedo internacional con alguna de sus bravuconadas, fueran contra George W. Bush o Álvaro Uribe. "¡Renuncie, Canciller del Perú! Roncagliolo, ¡Usted ha cometido el error de su vida!"

Ante este cuadro, la gira regional de Maduro resultó escueta y recortada: Uruguay, Argentina y Brasil, en ese orden. Ningún país andino admitió recibirlo. Y sólo en Argentina recibió, además de un cálido saludo presidencial, un homenaje de la militancia local en un estadio de fútbol. Allí Maduro disparó otras frases difícilmente olvidables. Como esta: "Soy el segundo presidente kirchnerista de Venezuela". En Uruguay recibió el apoyo del sindicalismo, pero el repudio unánime de la oposición. Y a la brasileña Dilma Rousseff ni se le pasó por la cabeza algo por fuera del protocolo, como el acto de masas organizado en Buenos Aires o el más reducido ante los gremios uruguayos. Se afirma que Brasil cuida los 20.000 millones de U$S invertidos en Venezuela, así como la floreciente balanza comercial bilateral. Seguramente es así. Además, Dilma y el Canciller Antonio Patriota, que están al frente de la única potencia sudamericana, siempre pueden alegar que buscan "contener" a Maduro, un verdadero peligro suelto en el escenario latinoamericano.

En suma, en el caso de la Argentina K, la acentuación del vínculo con la Venezuela chavista decidida en este último año por Buenos Aires parece ser sólo una parte de la radicalización generalizada que ha tomado el gobierno de CFK. La afinidad enfática con Maduro sería así sólo un capítulo de una decisión más general. Esta radicalización incluye, entre otras: la confiscación de la petrolera YPF a Repsol; la nueva ley de capitales (que permite que un veedor estatal intervenga una empresa privada si esta cotiza en Bolsa); la brutal reforma de la Justicia, que es claramente violatoria de la Constitución y del principio de división y balance de poderes. Pueden sumarse a esta inquietante lista las recientes versiones sobre una intervención del Estado al Grupo Clarín y a la empresa Papel Prensa (aparece más probable esta última que la primera, le dará al gobierno el control total del mercado del papel de diarios).

En este contexto, y mientras la economía no sale de la "estanflación" en que cayó desde fines de 2011, con CFK cada vez más encerrada y dogmatizada, es que se da el apoyo total y militante de la Casa Rosada a Maduro. Ahora bien, qué rédito político pueda tener el abrazo a Maduro de CFK en momentos en que ella cae en todos los sondeos al ritmo de la decadencia de la economía nacional, es algo dudoso, por no decir francamente negativo. Porque no puede ser peor la imagen de Maduro en la Argentina. Simplemente, de él se ríen todos. Maduro es sinónimo de broma fácil, de "pajarico", de torpeza monumental, de fraude electoral. Se cita a Maduro y casi seguro se tiene una risita burlona por respuesta. Una imagen irremontable, la pesadilla de cualquier marketinero político.

Pero Cristina decidió redoblar su alianza con la Venezuela de Maduro. ¿Negocios? ¿Deudas? Sí, todo eso influye, claro. Pero acá -a diferencia de Brasil- parece haber algo más: dar al mundo y a la propia Argentina una señal inequívoca de que la radicalización va en serio y abarca a todos los frentes de la administración. Nada menos.  

Pablo Díaz de Brito es redactor especial de Análisis Latino – Portal Informativo del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).