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13.02.13

Unas muestras execrables del nacionalismo latinoamericano

(Infolatam) Las reacciones provocadas por los cánticos militares nacionalistas contradicen el discurso de integración regional, tan agitado últimamente por unos y otros en América Latina. Algo de esto se vio en la última Cumbre de la CELAC en Santiago de Chile cuando Cuba asumió la presidencia pro tempore.
Por Carlos Malamud

(Infolatam) El video hecho público la semana pasada con los deleznables cánticos de unos marinos chilenos son una prueba del más execrable nacionalismo latinoamericano. En torno suyo hay poco que discutir, salvo su implicación para América Latina. El problema está en que todavía hoy son muchos en la región los que enaltecen las virtudes de los nacionalismos locales, insistiendo en las enormes diferencias con los nacionalismos xenófobos y racistas de Europa y otras latitudes.

Si miramos en torno de las ideologías y de los sentires populares latinoamericanos encontramos que los discursos del catolicismo decimonónico, de la derecha liberal, del zapatismo mexicano en cualquiera de sus versiones, del castrismo cubano y del bolivarianismo new age, por citar sólo unos ejemplos, están todos permeados por el mismo nacionalismo que es el único posible, el que siempre saca lo peor de nosotros, especialmente al contraponernos con los demás. Y en esa contraposición nosotros siempre somos los buenos o los mejores y ellos los perdedores o la suma de la maldad absoluta.

Se podría argüir que los marinos chilenos que cantaban amenazadoramente contra bolivianos, peruanos y argentinos eran unos simples descerebrados. Al menos de la misma categoría que los gendarmes argentinos que proferían delicadezas semejantes contra los “chilenitos” vecinos, en un video un poco más antiguo pero reflotado para la ocasión. Y de seguir investigando probablemente encontraríamos otras evidencias cercanas. Esta alusión a la edad mental de los implicados sólo sirve para esconder la mayor parte de la verdad. Descerebrados semejantes pueden encontrarse en cualquier país de la región y fuera de ella. Por eso, el problema está en la forma en que los cantores y sus cánticos son utilizados por quienes pueden hacerlo y que permanentemente hacen gala de un nacionalismo semejante.

Los insultos chilenos, que llegan a herir la sensibilidad de los oyentes, fueron justamente condenados en Chile y el extranjero. En Chile, las máximas autoridades civiles y militares se pronunciaron duramente en contra a la vista del escándalo internacional que se avecinaba. Pero también se escucharon voces rebajando la importancia de lo ocurrido o justificándolo con el pueril argumento de que en todos lados ocurren cosas semejantes, como luego se vio en el caso argentino.

El ministro de Defensa chileno Alfonso Vargas, si bien calificó a los cánticos de “ofensivos y denostatorios”, señaló que: “En todas las instituciones armadas en nuestro país y en todos los países del mundo, es habitual el trote con cantos alusivos de distintos tipos. Lo importante de éstos es que las letras de los cantos sean adecuadas y aquí lo que ocurrió es que el grumete improvisaba”. Inclusive un parlamentario de la oficialista UDI (Unión Demócrata Independiente), tras criticar las voces críticas y justificar los hechos concluyó de forma tajante: “para evitar esos cantos violentos de los marinos [habría que inscribirlos] en clases de bordado y punto cruz”.

Fuera de Chile algunos se rajaron las vestiduras hasta límites indecibles. Quien rápidamente se puso a la cabeza de la procesión fue el gobierno de Evo Morales, que clamó por una fuerte condena internacional contra aquellos que habían mancillado el honor patrio. El viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, César Navarro, dijo que “en pleno siglo XXI no podemos tener, entre vecinos, enemigos de esta envergadura”. Y fue más lejos al apuntar, en relación con la reclamación boliviana de una salida al mar, que “El Gobierno de Chile no pide unidad en América Latina y ve a sus vecinos como enemigos, sean argentinos, peruanos o bolivianos. A eso responde la actitud excesivamente conservadora y ortodoxa del presidente (Piñera) de decir no a todo”. Además, un diputado del MAS (Movimiento Al Socialismo), no descartó que la Asamblea Legislativa emita un reclamo oficial por las expresiones xenófobas, ya que “esto confirma que Chile es un mal vecino”.

Por su parte, alguna publicación argentina, claramente amarilla y sensacionalista, hablaba de los “cobardes cantitos de la armada chilena” y los tildaba de “cultura pinochetista”. Sin embargo, en todo el continente prácticamente no se oyeron voces que apuntasen la conveniencia de limpiar la propia casa en lugar de hurgar en los establos vecinos. Es mucho más fácil clamar venganza contra el agresor externo que esforzarse en evitar casos semejantes en nuestro país.

Las reacciones provocadas por los cánticos militares nacionalistas también contradicen el discurso de integración regional, tan agitado últimamente por unos y otros en América Latina. Algo de esto se vio en la última Cumbre de la CELAC en Santiago de Chile cuando Cuba asumió la presidencia pro tempore. Raúl Castro, nuevo presidente de la Comunidad Latinoamericana, proclamó la necesidad de dar una batalla “a sangre y fuego” contra el narcotráfico, ya que: “Nuestras leyes permiten la pena de muerte. Está suspendida, pero ahí está de reserva, porque una vez la suspendimos y lo único que hicimos con ello fue estimular las agresiones y los sabotajes contra mi país”. Su discurso estuvo plagado de casi todos los tópicos del nacionalismo antiimperialista latinoamericano, comenzando por el victimismo y las responsabilidades foráneas. En definitiva, se trata de combatir el narcotráfico con recetas similares a las que algunos militares chilenos y argentinos recomiendan para sus vecinos.

Fuente: Infolatam