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27.01.13

El segundo mandato de Barack Obama

Obama sólo tendrá un año para llevar a cabo su agenda. Para empezar, el precipicio de deuda todavía no ha sido resuelto y encontrar un acuerdo con los republicanos en el Congreso ocupará mucho tiempo y demandará gran esfuerzo del Presidente. Probablemente no podrán alcanzar una gran solución, sino una serie de acuerdos pequeños que en realidad no corregiría los problemas fundamentales del sistema de impuestos.
Por Elizabeth Robinson

Es oficial: Barack Obama ha empezado su segundo mandato como el Presidente de los Estados Unidos. No obstante, en realidad Obama ha jurado el cargo por cuarta vez. Debido a un error verbal en 2008 de John Roberts, el Presidente de la Corte Suprema que administró el juramento a Obama durante la ceremonia de inauguración, más tarde el nuevo Presidente juró el cargo la segunda vez, para que no quedaran dudas sobre su legitimidad. Como estipula la constitución, el presidente tiene que asumir el cargo el 20 de enero, pero este año ese día fue un domingo—un día inadecuado para una ceremonia pública enorme. Entonces, para no violar el documento de fundación de la nación, Obama juró el cargo oficialmente el 20 de enero, y la ceremonia fue retrasada hasta el próximo día cuando juró el cargo para la cuarta y última vez. El único otro presidente que juró el cargo tantas veces fue Franklin D. Roosevelt, elegido para cuatro mandatos, antes del establecimiento del límite de dos.

Como era anticipado, el discurso de inauguración de Obama no incluyó detalles acerca de sus políticas para los próximos cuatro años (tal vez escucharemos propuestas más concretas en su Discurso del Estado de la Unión, el 12 de febrero). Sin embargo, su mensaje de liberalismo, populismo y grandeza estadounidense fue bien recibido por el medio, que también reconoció que el legado de Obama no ha sido consolidado todavía, y que será determinado en gran parte por sus acciones y decisiones durante la segunda mitad de su presidencia.

Es verdad que hay expectativas altas para la agenda de Obama, aunque confrontará los mismos—si no más— problemas globales, partidismo político, y restricciones presupuestarias como antes. Por otro lado, el Presidente no tiene que pensar más en su reelección, lo que tal vez puede darle adicional flexibilidad y audacia política. Además, la primera mitad del segundo mandato de un presidente es el tiempo más propicio para proseguir iniciativas de política exterior. Durante estos dos años (más o menos), el jefe tiene más experiencia que en su primer mandato, y una legitimidad y autoridad renovada. Sin embargo, después de las elecciones parciales en 2014, el foco estará lejos de Obama y pasará hacia los candidatos presidenciales para 2016, dejando al mandatario actual como un funcionario saliente.

De hecho, el New York Times aún dice que Obama sólo tendrá un año para llevar a cabo su agenda, y el artículo nota algunos asuntos que tendrán precedencia. Para empezar, el precipicio de deuda todavía no ha sido resuelto, y encontrar un acuerdo con los republicanos en el Congreso ocupará mucho tiempo y demandará gran esfuerzo del Presidente. Probablemente no podrán alcanzar una gran solución, sino un serie de acuerdos pequeños que en realidad no corregiría los problemas fundamentales del sistema de impuestos.

Sin embargo, un progreso en otras áreas de políticas domésticas es mucho más probable. Específicamente, después de la masacre en Connecticut en que un hombre mató a 28 personas—incluyendo 20 niños pequeños—el debate sobre el control de las armas ha abrumado la conversación pública. Mientras otros eventos similares han ocurrido en años recientes, la edad joven de estas víctimas (los niños fueron menores de 10 años) ha hecho este episodio especialmente horroroso, y galvanizó al público a demandar acción de parte del gobierno. En consecuencia, el Jefe del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, promulgó una legislación para limitar el acceso a armas automáticas, y Obama ya ha propuesto medidas similares. No obstante, el debate no está terminado y habrá más acción acerca de este asunto en el futuro próximo.

Asimismo, hace mucho que se necesitan reformas de inmigración en EEUU, pero finalmente parece que se verán concretadas. Debido a la elección en noviembre, en que 71% de hispanoamericanos votó por Obama, los republicanos se dieron cuenta que tienen que cambiar su posición sobre inmigrantes—legales e ilegales—si quieren tener éxito en el futuro, dado los cambios demográficos en el país.

De verdad, Obama habló específicamente de inmigración en su discurso de inauguración. Otro asunto en que él se enfocó fue el calentamiento global. Aunque este no fue una prioridad durante el primer mandato de Obama, las temperaturas crecientes y los efectos en el medio ambiente no pueden ser ignorados más. Pero este problema no sólo afecta a los Estados Unidos, sino al mundo entero, y por eso, para bien o mal, una solución efectiva (si existe) tiene que involucrar el mundo entero también. Acción internacional conjunta nunca es fácil, pero en este caso es necesaria.

Sin embargo, eventos en los últimos cuatro años sugieren que Obama prefiere tomar una posición más restringida cuando se trata de la esfera internacional, y sólo asignará recursos y soldados cuando intereses nacionales vitales estén en juego. Por ejemplo, Obama hasta ahora no ha tomado acción en Siria. Además, en cuanto a la intervención en Libia, él permitió a la Organización del Tratado del Atlántico Norte tomar la iniciativa, mientras EEUU sólo tuvo un papel limitado. Además, Obama terminó la guerra en Iraq, y planea dejar sólo algunos miles de tropas en Afganistán para soportar las fuerzas locales después de 2014—la fecha tope establecida hace muchos años para el fin de la participación de EEUU en el país de Oriente Medio.

Sí, hay un argumento a favor de continuar estos tipos de ejercicios mínimos: hay muchos problemas domésticos que requieren atención, y es poco probable que el público estadounidense apoyaría una agenda extensiva extranjera. Por otro lado, como fue dicho antes, y como sostiene The Economist, si hay un tiempo para Obama de tratar de alcanzar metas de políticas exteriores, es durante estos dos años próximos.

Por supuesto, el personal en una administración presidencial refleja el tipo de agenda que el mandatario quiere perseguir. En las semanas próximas, Obama reemplazará tres funcionarios importantes, como usualmente ocurre al comienzo de un segundo mandato, y sus selecciones dicen mucho sobre sus planes para el segundo mandato.

Primero, como había sido anticipado hace mucho tiempo, Hilary Clinton, la Secretaria del Estado, ha renunciado a su cargo (tal vez para prepararse para su propia—y segunda—campaña para la presidencia en 2016). Para reemplazarla, Obama nombró a John Kerry, un senador de Massachusetts que ha pasado más de 25 años en el Congreso y tiene mucha experiencia acerca de la política exterior.

El Secretario de Defensa, Leon Panetta, también renunció a su cargo y Obama nominó a Chuck Hagel, un senador republicano, para asumir su posición. La selección de Hagel, sin embargo, ha generado mucho debate, particularmente sobre su apoyo cuestionable a Israel—un aliado crucial, aunque controversial. Finalmente, Obama ha nombrado a John Brennan, su consejero de contraterrorismo actual, para ser el próximo director de la Agencia Central de Inteligencia.

La similitud entre estas tres personas ha sido mencionada a menudo en los medios. Ambos, Kerry y Hagel son veteranos de la guerra de Vietnam, y su prudencia y precaución en asuntos de conflicto que resultaron de su experiencia también pueden ser vistas en la personalidad y enfoques de Brennan. Además, no es sorprendente que Obama valore a cada uno de estos hombres para su lealtad personal, y que ellos compartan una visión del mundo similar a la del presidente. A la luz de estas selecciones, se puede predecir que Obama planea quedarse afuera de enredos complicados internacionales y, en lugar, prefiera enfocarse en preocupaciones domésticas.

Mientras esto no es necesariamente una cosa mala, la posición y responsabilidades de EEUU en el mundo no pueden ser ignoradas. Eventualmente, Obama tendrá que tratar con situaciones externas que son imposibles resolver, manejándose con pocos recursos y apoyo público. Tal es el dilema de los presidentes estadounidenses y las escasas posibilidades de un cambio fundamental del equilibrio de poder en el mundo. Obama y sus sucesores no podrán escapar de esta disyuntiva.