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18.11.12

El futuro de Iberoamérica depende de cómo se escriba su pasado

(Infolatam) La bi-direccionalidad del proceso es un punto central del futuro iberoamericano. Ello exige aproximaciones no dogmáticas, alejadas de relatos ad hoc construidos para exaltar la mayor gloria o el proyecto hegemónico del gobernante de turno.
Por Carlos Malamud

Una de las principales conclusiones de la XXII Cumbre Iberoamericana de Cádiz es que en ella se sentaron las bases para la profunda renovación del sistema. Allí se creó una comisión que encabezará el ex presidente chileno Ricardo Lagos y estará integrada por la ya casi ex secretaria (ministra) mexicana de Exteriores Patricia Espinosa y el secretario general Iberoamericano Enrique Iglesias . Los retos que los tres tienen entre manos son enormes y de su sabiduría dependerá buena parte del futuro iberoamericano.

Pero el resto, y hablamos de una porción decisiva, es responsabilidad de cada uno de los gobiernos implicados. Hoy, cuando la escritura y reescritura de nuevos relatos está a la orden del día, inclusive para justificar lo injustificable, éste es un grave riesgo. La foto de familia la Cumbre, con sus presencias y ausencias, puede ser un vaticinio del futuro y del compromiso de unos y otros con el proyecto.

Presencias y ausencias

No se trata de valorar la Cumbre en función de sus presencias y ausencias, sino de resaltar su propia naturaleza. En la medida que la capacidad de decidir de estas Cumbres es sumamente limitado los incentivos para propiciar la presencia de los mandatarios son escasos. Por eso habría que hacer un esfuerzo de imaginación, en la medida que se estime que el invento bien vale la pena, con el fin de estimular una mayor concurrencia.

Cumbre Cadiz 2012

Es un clásico decir que Raúl Castro no ha asistido a ninguna Cumbre Iberoamericana porque éstas no le interesan o por estar demasiado ocupado en impulsar unas reformas que no terminan de despegar. Si su hermano no se perdía ninguna, y esto nada tiene que ver con la mayor o menor frivolidad fraternal, es porque para Cuba, en momentos de aislamiento internacional, el espacio iberoamericano le suponía una valiosa ventana al mundo. Allí sí que había un incentivo.

Como Fidel Castro sí iba a todas las Cumbres, los restantes presidentes bolivarianos también lo hacían. Hasta el por qué no te callas, Hugo Chávez encontraba en ellas un marco ideal para expresar sus puntos de vista. A Cádiz ni siquiera envió a su ministro de Exteriores sino a un funcionario de segundo nivel. Pese a ello, la respuesta de sus otros colegas bolivarianos o filobolivarianos no fue lineal. Por sus problemas particulares en la agenda bilateral hispano-argentina (e YPF es sólo uno de ellos), Cristina Fernández no viajó a Andalucía, si bien adujo motivos médicos para no hacerlo. Algo similar a lo manifestado, aunque con otros argumentos, por José Mujica. ¿Plaga en el Río de la Plata o simple coincidencia?

Los tres restantes (Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega) inicialmente comprometieron su apoyo a la Cumbre. Finalmente el presidente nicaragüense resolvió no viajar porque no resistió la entrega del premio Reina Sofía de poesía a su nuevo detractor, Ernesto Cardenal. Y si bien Morales y Correa sí estuvieron, ninguno compareció en la foto de familia. Lo curioso del caso es que fueron básicamente los ausentes, con alguna ayuda de fuera del ALBA, los que más presionaron a España para que Paraguay no estuviera presente en Cádiz.

Las reformas pendientes

Los que si estuvieron en la Cumbre de Cádiz fueron los cuatro presidentes de los países que integran la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú), más los dos observadores iniciales (Costa Rica y Panamá). Un dato a tener en cuenta, que puede ser un precedente interesante para otras reuniones similares futuras, y que ya se aplica en algunas cumbres latinoamericanas, es que los mandatarios del Pacífico aprovecharon la ocasión para tener ellos también su cumbre particular. Poco importó que la reunión fuera en España.

En Unasur o Mercosur, como demuestran las próximas citas presidenciales a las que sí asistirá la Sra. Fernández, las cosas de momento son diferentes. Sin embargo, no sería malo que se aprovecharan estos viajes para hacer coincidir varias Cumbres en una, que podrían ser consecutivas, revalorizando así el espacio de la Cumbre.

Para que esto sea una realidad es necesario aumentar el protagonismo latinoamericano en Iberoamérica. Pero esto no será fácil ni sencillo. Una manera de propiciar un mayor compromiso de los distintos actores es a través de una mayor descentralización. La SEGIB cuenta hoy con cuatro oficinas de representación en América Latina (Brasilia, México, Montevideo y Panamá), pero éstas podrían ampliarse en número y ser dotadas de mayores responsabilidades. Obviamente que la contrapartida debería ser que el país anfitrión se hiciera cargo del coste económico de su funcionamiento. Es una vía para que España reduzca el aporte que hace a la SEGIB (el 60% de su presupuesto) y que de continuar con sus dificultades económicas podrían comprometer el futuro de la institución y del proyecto que encarna.

Si bien la Comisión presidida por Lagos no nombrará al nuevo secretario general Iberoamericano si estará en una posición idónea para proponer algunos nombres. La selección de un ex presidente como máxima autoridad de la SEGIB entraña más problemas que beneficios. Para comenzar, creado el precedente de tener un ex presidente al mando, será sumamente complicada la elección futura de alguien que no lo haya sido. También hay que señalar que los ex presidentes recientes han estado implicados en los conflictos nacionales y regionales de la primera década del siglo XXI, de modo que sus figuras serán más símbolos de desunión y discordia (al menos para algunos) que de integración y convergencia.

El papel de las PYME

La economía jugó un papel clave en la Cumbre. Cada uno de los presentes quiso contar las cosas según su propia experiencia y una parte del debate giró en torno a los ajustes fiscales y a las políticas de estímulo para el crecimiento económico. Así fue como las medidas contracíclicas estuvieron a la orden del día. Sin embargo, Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, señaló de forma tajante: “durante la recesión y después de la recesión, a los europeos les va a ir mucho mejor que a nosotros. Es demasiada la ventaja que nos llevan”.

Una de las claves para la potenciación de una mayor compenetración económica entre la parte americana y la europea de Iberoamérica gira en torno a las PYME y su papel. En realidad, estamos hablando más de las medianas empresas que de las pequeñas, especialmente en estos delicados momentos donde está todo por hacer. Es obvio que los problemas de las grandes inversiones ibéricas en América Latina o de las multilatinas en Europa son de otra índole y requieren otro tipo de medidas, más allá del llamamiento a la existencia de un marco jurídico e institucional adecuado.

Uno de los principales problemas es la debilidad de las PYME a la hora promover el conocimiento y la innovación tecnológica y desarrollar nuevos emprendimientos o vincularse a los encadenamientos productivos vigentes. Para poder avanzar es necesario que la apertura y las medidas que se adopten para favorecer el estímulo de las PYME sea en ambas direcciones y no sólo facilitando la presencia de las medianas empresas europeas al otro lado del Atlántico.

La bidireccionalidad del proceso es un punto central del futuro iberoamericano. Ello exige aproximaciones no dogmáticas, alejadas de relatos ad hoc construidos para exaltar la mayor gloria o el proyecto hegemónico del gobernante de turno. El mundo iberoamericano es complejo y multidimensional. Admitir la diversidad y alejarla lo máximo posible de las verdades reveladas es la mejor forma de comenzar a construir un futuro que puede ser valioso para todos los participantes, con independencia de los galones que aquilaten en cada momento o de la experiencia que los avala.

Fuente: Infolatam