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23.05.12

Angola: el sueño de la Argentina potencia en versión de comedia reidera

(Análisis Latino) Un país tan necesitado de casi todo, como Angola, le da pie a la Argentina para comportarse con aires de superioridad, casi de potencia colonial. Cristina declaró sin ningún tapujo ante el presidente anfitrión: “les enseñaremos a los angoleños a criar pollos” (sic!). El episodio angoleño refleja nuevamente que la política exterior argentina está en manos de los arrebatos presidenciales y no de una política pensada seriamente en la Cancillería.
Por Pablo Díaz de Brito

(Análisis Latino) La política exterior argentina parece afectada por iniciativas espasmódicas y de escaso o nulo calado real, más allá del breve ruido mediático que producen. La segunda misión comercial a Angola -en pocos meses- es un claro ejemplo de esto. Luego de la primera, liderada por el irrepetible secretario de Comercio Guillermo Moreno -personaje difícil de describir y clasificar si los hay- la pasada semana se concretó la segunda, más ambiciosa: la presidenta encabezó la comitiva oficial, acompañada de Moreno, y se inauguró una feria de productos argentinos en la capital angoleña, Luanda.

No quedó para nada claro si se cerró algún acuerdo estratégico con Angola, que según los expertos tiene dos cosas para ofrecer: gas y petróleo. Muy posiblemente, Angola termine vendiendo unos envíos del carísimo gas licuado que Argentina se ve obligada a comprar cada año ante la caída vertical de su producción (el gobierno le puso un precio ridículo y como lógico resultado las empresas no invierten más en exploración y explotación de gas en el país).

Angola muestra unos índices de desarrollo humano sencillamente horribles y está sometido al dictador Dos Santos desde 1979. Dos Santos fue uno de esos guerrilleros apañados por la URSS y sus satélites (en este caso, Cuba) que en los 60/70 pulularon en África. Con ayuda cubana, la guerrilla MPLA de Dos Santos derrotó a la facción enemiga, la Unita, apoyada por Sudáfrica. El MPLA está en el poder desde 1975, fecha de la independencia de Portugal. Una historia no muy diferente a la de Robert Mugabe en Zimbabue, otro "revolucionario" devenido señor feudal vitalicio de su pobre país. Pero mientras Mugabe tiene unos rasgos delirantes propios del dictador que mantiene sus aires revolucionarios en el poder, Dos Santos se ha dedicado con tesón a construir un imperio económico, aplicando la escueta fórmula de adueñarse de los recursos de su país. Como reflejó el periodista opositor Jorge Lanata en un informe desde el lugar, la miseria y la diferencia de ingresos en Angola es abismal, luego de años de gobierno presuntamente revolucionario.

Pero bien, la gran pregunta es: ¿por qué la Argentina se ha entusiasmado de pronto y bajo la clara influencia de Moreno por este país africano? La respuesta es algo compleja: por un lado, un país tan necesitado de casi todo como Angola, le da pie a la Argentina para comportarse con aires de superioridad, casi de potencia colonial. Cristina declaró sin ningún tapujo ante el presidente anfitrión: “les enseñaremos a los angoleños a criar pollos” (sic!). Angola le permite a la Argentina K, que nunca levantó vuelo como potencia emergente -a diferencia de Brasil y México- mostrarse como un país influyente y poderoso. Además, la abundancia de hidrocarburos de Angola atrae per se, y justifica vagamente la misión. Claro que en este rubro ya hay gente en Angola haciendo negocios con Dos Santos: se trata de la española Repsol, no muy amiga del gobierno argentino por razones demasiado obvias. Parece que Repsol tiene la plaza copada en materia de gas. Igual, los negocios son negocios y si Argentina paga el negocio se hará.

Fuera de esto, no resulta que el road-show argentino en Luanda haya generado grandes negocios. Tal vez, para desmentir este tipo de afirmaciones dentro de un tiempo se anuncie algún contrato de la estatal Enarsa con Angola. Pero para importar gas licuado a precio de oro o firmar uno de esos acuerdos de intenciones que las Cancillerías guardan en un archivo, no era necesario hacer todo este show mediático. Ni gastar el dineral que se gastó en enviar dos veces a Angola un Jumbo 747 alquilado, lleno de empresarios, comerciantes y amigos, además de los infaltables militantes K.

El episodio angoleño refleja nuevamente que la política exterior argentina está en manos de los arrebatos presidenciales y no de una política pensada seriamente en la Cancillería. Todo el asunto Angola indica que Moreno le “vendió” a la presidenta, a la que tiene llegada directa y continua, la misión al país africano como una gran iniciativa, proveedora de imagen y de espacios en los medios de comunicación, y secundariamente de algún negocio. Como todas las iniciativas que últimamente lanza el gobierno argentino, Angola duró en los medios y en la atención pública lo que duró el viaje, plagado de episodios bizarros y disparatados. El discurso de Cristina en la feria argentina pareció un sketch de una película de Peter Sellers. El canciller Timerman demostró cabalmente que los funcionarios nacionales no están acostumbrados a las conferencias de prensa, al no poder contestar con soltura a tres preguntas claras y directas del inoportuno Jorge Lanata, quien fue sin dudas la pesadilla de la misión oficial argentina en tierras angoleñas.

En fin, más allá de las notas reideras que dejó la insólita misión Angola, se volvió a demostrar que la política exterior argentina no tiene brújula y que sigue totalmente subordinada a caprichos presidenciales, ocurrencias que le llevan sus funcionarios, o demandas de política doméstica (Malvinas, YPF y lo que venga en el futuro).