Artículos

18.04.12

La Argentina K vuelve a dar la nota: de Cartagena a YPF

(Análisis Latino) Para la percepción diplomática de la región y de los medios, la Argentina apareció embanderada en la "defensa" del retorno incondicional de Cuba a OEA y sus Cumbres. Pero las novedades de alto perfil mediático de la Argentina K no terminaron en la ciudad colombiana. Al regresar de la Cumbre, Cristina Kirchner anunció lo que había postergado la semana anterior: la expropiación del 51% de la petrolera YPF, acusada de incumplir todos estos años con sus compromisos de inversión y exploración. Con esta decisión, Cristina Kirchner sacó de las portadas de los diarios el escándalo de corrupción que involucra como actor principal a su vicepresidente, Amado Boudou, y a la vez le dio acceso, como se dijo, a más fondos a un gobierno que presenta una irrenunciable adicción al dinero.
Por Pablo Díaz de Brito

(Análisis Latino) Fue una semana de vértigo para la Argentina kirchnerista. En Cartagena de Indias, el canciller Héctor Timerman habló en la VI Cumbre de las Américas a coro con su par venezolano, Nicolás Maduro. De Malvinas y, y especialmente de Cuba, tema que se "comió" la cumbre. O, para ser precisos, de la defensa de la dictadura cubana. Cierto es que no estuvieron solos: ahí están los largos alegatos del presidente anfitrión, el conservador Juan Manuel Santos. O la defensa de la relación especial con Cuba del mexicano Felipe Calderón, otro conservador de manual.

Pero Argentina quedó "pegada" a Venezuela y al grupo del ALBA en su maniobra de pinzas, claramente tramada con antelación. Las declaraciones furibundas de Timerman parecían coordinadas al minuto con las de Maduro. Este llegó a insultar abiertamente a Barack Obama, un "ignorante" seguidor de Bush, según dijo el ex chofer y hoy canciller venezolano.

Para la percepción diplomática de la región y de los medios, la Argentina apareció embanderada en la "defensa" del retorno incondicional de Cuba a OEA y sus Cumbres. Así, deja de lado lo pactado en 2009, en la resolución aprobada en la 3a. sesión plenaria del 3 de junio de ese año. El escueto documento indica que se levanta el veto impuesto a Cuba en 1962 (punto 1) y que a la vez esta debe iniciar un diálogo para pedir su ingreso en el gremio de países americanos (punto 2), con todo lo que eso implica en cuanto a cumplir con las condiciones para ser socio de la OEA ("la participación de la república de Cuba en la OEA será el resultado de un proceso de diálogo iniciado a solicitud del Gobierno de la República de Cuba y de conformidad con las prácticas, los propósitos y principios de la OEA"). Esto es, básicamente, ser una democracia, o estar seriamente en camino de serlo. En definitiva, terminó la cumbre sin un documento final, algo sin precedentes, y Argentina quedó bien alineada con Chávez, Correa, Morales y los hermanos Castro.

Pero las novedades de alto perfil mediático de la Argentina K no terminaron en la ciudad colombiana. Apenas horas después de terminada la Cumbre, y de que Cristina lograra su tan buscada reunión bilateral con Obama, la presidenta anunció lo que había postergado la semana anterior: la expropiación del 51% de la petrolera YPF, acusada de incumplir todos estos años con sus compromisos de inversión y exploración. Descubrimiento muy tardío, como saben muy bien los argentinos, dado que los hoy expropiadores en el año 2007 maniobraron para que un empresario amigo ingresara en la petrolera gratis, literalmente, tomando un 25% de la firma y pagando ese paquete de acciones con las utilidades futuras de la propia empresa. Una ganga descarada, típica del "capitalismo de amigos" que tanto gustaba al fallecido Néstor Kirchner, arquitecto de esa turbia operación que Repsol aceptó mansamente e incluso llenó de loas en su momento.

Pero pasaron los años y ahora el gobierno K afronta en el 2012 un problema para él inédito: falta de fondos abundantes y sin control alguno. Por primera vez desde 2003, cuando se inició con Néstor la era K, el gobierno se halla con serias restricciones de gasto, con fuerte déficit fiscal y de balanza comercial. De pronto descubre que debe importar combustibles por al menos 10 mil millones de dólares anuales, y que YPF no ha aumentado su exploración y menos aún su producción. Entonces, embanderado en el más rancio nacionalismo energético, el gobierno de Cristina lanza el "manotazo" con el que venía amenazando desde hace dos meses.

La decisión de Cristina Kirchner es celebrada entre muchos políticos, no sólo oficialistas, sino también de los que se supone son opositores, como el cineasta jubilado Fernando Solanas, radicales y socialistas. "Opositores",  pero que por enésima vez coinciden con la visión, la ideología y la decisión "estratégica" del gobierno nacional. Y votarán en consecuencia en el Congreso, como ya lo anunciaron, al punto que Cristina Kirchner se animó a mandar el proyecto al Legislativo con la exigencia de que logre mayoría calificada de dos tercios. Tan segura está de atraer votos radicales, socialistas y de otras formaciones menores que conforman ese poblado mundo del centroizquierda argentino.

La única expresión política que, después de 24 horas de silencio, se declaró orgánicamente en contra de la expropiación fue el centroderechista partido PRO, del alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri.

El universo político argentino aparece así totalmente desbalanceado hacia la izquierda. Peronistas kirchneristas y antikirchneristas, radicales, socialistas, e integrantes de cuantiosos "frentes" y "organizaciones sociales" conforman una constelación tan variopinta como monocorde en su ideología de izquierda estatista. Dominan cómodamente el paisaje político del país, y por lo tanto la oferta electoral. El PRO de Macri, calla agradecido, pues ya queda como única alternativa política para quienes no se identifican con esa izquierda y sus recetas añejas. De hecho, Macri es el único opositor con chances serias de desafiar al kirchnerismo en el próximo turno presidencial en 2015.

Pero el verdadero objetivo de Cristina con su sonora estatización es bien otro que lograr la unificación detrás de su figura de las fuerzas de izquierda y centroizquierda argentinas. Eso lo da por hecho. No, la señora viuda va por más, como le gusta decir. Ante todo, se trata de dinero bien líquido, de flujo de caja: YPF es la mayor empresa de la Argentina y tiene una caja (palabra clave para comprender la visión del mundo K) de 14 mil millones de dólares anuales. Una tentación demasiado fuerte para un gobierno adicto a los fondos frescos, que nunca se cansa de dar "manotazos": ya lo hizo con los fondos de pensión o AFJPs, que disolvió de cuajo para apropiarse de ellos; luego destruyó en dos etapas la autonomía del Banco Central, también con idéntico motivo (la segunda etapa acaba de cumplimentarse, con la eliminación de toda traba para que el Ejecutivo eche mano de las reservas de divisas del Central); y ahora llegó a este extremo de expropiar YPF.

Todo, en nombre de la "recuperación de la soberanía" y de eliminar "las herencias que dejó el neoliberalismo", claro está. Lo grave es que buena parte de la sociedad argentina "compra" con gusto este discurso anacrónico y disfuncional. Los Kirchner son groseros en sus planteos y cualquier observador con un mínimo de distancia crítica se da cuenta que "corren atrás de la plata". Pero la magia de su discurso nacionalista y patriotero, tan primario, increíblemente funciona. O al menos lo hace por un tiempo. Para Cristina, en todo caso, la expropiación de YPF supuso varios balones de oportuno oxígeno: sacó de las portadas de los diarios el escándalo de corrupción que involucra como actor principal a su vicepresidente, Amado Boudou, y a la vez le dio acceso, como se dijo, a más fondos a un gobierno que presenta una irrenunciable adicción al dinero.

El apoyo popular a la expropiación -que así como está planteada viola la propia Constitución argentina- también la hará subir en las encuestas, en las que venía cayendo en forma sostenida desde inicios del año.

Otro rasgo típicamente K, la irresponsabilidad de cara al futuro y a la cuenta que tarde o temprano deberá pagarse, también tuvo amplio registro. El martes, al día siguiente del resonante anuncio de la presidenta, el ministro de Planificación, Julio de Vido, y el viceministro de Economía y nuevo hombre fuerte del gobierno, Axel Kicillof, se presentaron en el Senado a defender el proyecto. La inminente demanda ante el Banco Mundial de Repsol y España, por un monto de 10 mil millones de dólares mereció escasos minutos en una sesión que duró más de seis horas.

Pablo Díaz de Brito es redactor especial de Análisis Latino.