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08.11.09

Lula deja de lado la defensa de la democracia

Lula logró que el Senado de Brasil dé un paso clave hacia la aprobación del ingreso de Venezuela en el MERCOSUR, a pesar de las objeciones por la violación de la cláusula democrática, y el 23 de noviembre recibirá en Brasilia, con toda la pompa de una visita de Estado, al racista confeso y presidente iraní, Mahmdud Ahmadineyad.
Por Pablo Díaz de Brito

Lula logró que el Senado de Brasil dé un paso clave hacia la aprobación del ingreso de Venezuela en el MERCOSUR, un trámite parlamentario que tenía años de “retraso”. Acto seguido, Lula se presentó en Venezuela con el preacuerdo bajo el brazo para ofrendárselo a Hugo Chávez.

Las objeciones que hace -o hacía- el Senado brasileño eran de índole democrática y no meramente políticas o comerciales. El actual gobierno de Venezuela toma medidas que violan la cláusula democrática del Mercosur, explicó el titular de esa cámara, José Sarney.

La cláusula “es muy importante, porque fue responsable de la redemocratización de casi todos los países de Sudamérica”. Es este el punto clave que Lula está soslayando alegre y pragmáticamente en su afán de hacer ingresar a Venezuela al MERCOSUR y dar otro paso en su rol de líder máximo de América latina.

No importa que Chávez acabe de cubrir de insultos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a la que no deja ingresar en Venezuela. Sus prácticas y palabras son cada día más una copia perfecta de las dictaduras latinoamericanas de los años 70.

Algo similar de grave ocurre con el impulso dado por Lula a la relación bilateral con Irán.  El racista confeso y presidente iraní, Mahmdud Ahmadineyad, estará el 23 de noviembre en Brasilia, con toda la pompa de una visita de Estado. Lula preparó el terreno con defensas públicas de Irán en su contencioso nuclear con la ONU.

Aunque Brasil desechó de plano que le vaya a vender uranio a Irán, sí le concederá visas preferenciales a sus funcionarios, algo peligroso si se recuerda el antecedente del atentado terrorista en Buenos Aires contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).

De nuevo, en su afán protagonista, Lula deja de lado la defensa de la democracia. Ahmadineyad fue reelecto recientemente en unas elecciones plagadas de fraude en su favor, seguidas de una ola represiva que aún continúa. Parece que Lula y Brasil nada tienen que reprochar al respecto. ¿Será otro caso de invocación con cara de piedra del anticuado principio de “no intromisión en los asuntos internos” de otro país?