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01.12.06

Vietnam y Pinochet

Por Patricio Navia

En su reciente visita a Hanoi, la Presidenta Bachelet pronunció entusiastas palabras de simpatía hacia Vietnam. Al improvisar frases amables que ligaban su historia personal con la turbulenta historia política de ese país, Bachelet inadvertidamente dejó entrever los colores por los que sentía simpatía durante la guerra fría. Aunque felizmente el mundo ha evolucionado, el régimen actual de Vietnam se parece mucho al gobierno de Pinochet en Chile, una dictadura que promovió la libertad económica y restringió las libertades políticas.

Subrayando el ya conocido compromiso de Chile con una mayor integración a la APEC, Bachelet fue la única líder de América latina que asistió a la cumbre de Vietnam. El congreso mexicano, más interesado en humillar al saliente presidente Fox que en consolidar lazos con el principal grupo económico del mundo, no autorizó el viaje de despedida de Fox. Perú, el otro miembro regional de APEC, celebró elecciones regionales el domingo 19 de noviembre, por lo que Alan García se vio imposibilitado de hacer su primera visita a la cumbre. Perú será sede de la cumbre de 2008, lo que demuestra el compromiso de ese país por seguir los pasos de Chile de integración al mundo. Pero esta vez Bachelet fue la única líder regional que llegó a Hanoi a encontrarse con los líderes de Estados Unidos, Canadá, Rusia, China, Japón, Corea y las otras 14 economías del bloque.

La conocida atracción que despierta en el mundo nuestra primera presidenta y la celebrada simpatía y espontaneidad de Bachelet contribuyeron a convertir a la mandataria chilena en una de las figuras de la cumbre. Ella ayudó a aumentar su popularidad al improvisar declaraciones públicas sobre lo importante que fue Vietnam durante los más cruentos años de la guerra fría. Mientras los comunistas de Vietnam del Norte—liderados por Ho Chi Mihn, hasta su muerte en 1969—combatían a favor de la reunificación de Vietnam, los pro-estadounidenses de Vietnam del Sur defendían desde Saigón (ahora Ciudad Ho Chi Minh) la división del país. Al final, pese al intenso involucramiento estadounidense, los comunistas triunfaron y el llamado “régimen marioneta” del sur fue derrocado, permitiendo así la reunificación de Vietnam—y la derrota de Estados Unidos—en 1975.

Desde entonces, Vietnam ha sido liderado por una dictadura comunista. Pero al igual que China, el partido único de Vietnam optó por abrazar ideas de libre mercado a comienzos de la década de los 90. El país donde Estados Unidos fue derrotado pero el capitalismo terminó victorioso ha avanzado ha adoptado reformas a favor del libre mercado. Si bien la mayoría de los 84 millones de habitantes sigue siendo pobre (PIB per cápita de 618 dólares), Vietnam es uno de los países que más ha crecido en el Asia en la última década. Vietnam es un gigante que comienza a despertar gracias a las políticas neoliberales impulsadas por el régimen comunista en el poder.

Las similitudes con el Chile de Pinochet no pueden ser más evidentes: gobiernos autoritarios que emprenden reformas neoliberales. Pero así como la dictadura chilena inició trascendentes reformas económicas, la falta de democracia y libertades políticas tuvo altos costos en materia de derechos humanos, libertad de expresión y respeto por la diversidad. Lo mismo ocurre hoy en Vietnam, país donde las violaciones a los derechos humanos y la falta de libertades políticas han sido ampliamente documentadas y denunciadas por organismos humanitarios del mundo.

El silencio de Bachelet sobre estos temas es comprensible—aunque no justificable—por la lógica de los gobiernos concertacionistas de priorizar las relaciones comerciales sobre los valores democráticos y el respeto por los derechos humanos en su política internacional. Pero el recordar el pasado de guerra y confrontación en Vietnam y celebrar la victoria del régimen comunista con frases como “Vietnam siempre fue símbolo de un pueblo orgulloso de sí mismo y muy consecuente con las ideas de la libertad y de la independencia,” Bachelet hace un flaco favor a la causa de los derechos humanos en el mundo. 

Una cosa es guardar silencio frente a los abusos, otra es asociar a una tiranía comunista con las ideas de libertad. Como víctima de las violaciones a los derechos humanos, Bachelet debió haber mostrado un poco más de simpatía por los miles de vietnamitas que hoy sufren los abusos y apremios de esa dictadura comunista. Como bien aprendimos en Chile, la adopción de políticas de libremercado no hace a una dictadura menos reprensible por las violaciones a los derechos humanos que ella comete.

Fuente: Revista Capital, #194, diciembre 1, 2006