Artículos

18.12.19

Superpoderoso

(7 Miradas) El ciclo de opinión pública iniciado en 2012 / 2013, caracterizado por un reclamo de equilibrio de poder, moderación del rol del Estado en la economía, transparencia y valores concluyó con esta etapa de crisis económica. El nuevo ciclo se verá presidido por la necesidad de resultados, hechos contundentes y pragmatismo, al estilo de lo que ya vivió la Argentina en 1989 y 2002.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Alberto se está desabrochando la camisa, y por debajo aparece la clásica vestimenta de súper hombre, súper poderoso. Eso es lo que planteó con la “triple E”, las 3 emergencias que envió al Congreso y que lo convierten en un presidente que quiere remover cielo, mar y tierra en los próximos 6 meses.

Si efectivamente el Congreso se lo aprueba en tiempo record –como es previsible- en alguna medida se autonomizará de su contrapeso institucional. Y también político, si es que eso implica no tener que debatir tanto con sus propios bloques, donde el comisariado político lo tiene Cristina.

Más allá del contenido de las medidas –materia para economistas- esta primera semana de gobierno deja algunas conclusiones, y confirma ciertas presunciones:

  1. En situaciones de crisis, el mandatario formal requiere concentración de poder para atajar las consecuencias, prefiriendo que se lo acuse por sus excesos y no por sus defectos. En este tipo de escenarios, la primera pregunta que debe responder el presidente a los actores políticos, sociales y económicos es: quién manda?
  2. Con este mandoble, el presidente formal se convierte en real, imponiendo la gobernabilidad sistémica, es decir, la que trasciende a las mayorías parlamentarias necesarias, y que implica imponer a los actores nuevas reglas de juego, gusten o no, sin que haya mucho poder de veto dando vuelta.
  3. La opinión pública prefiere el orden y el mando al desorden y el desbande. Después de cierto tiempo eso requiere moderación, sino los “switchers” (los votantes que van y vienen según la coyuntura) pasan factura. Pero al principio tener claro quién manda es esencial para que las conductas individuales y colectivas se empiecen a ordenar. Una vez Néstor Kirchner en un acto en el conurbano –ya siendo presidente- le dijo a un ministro: “fulano, esto está un poco desordenado”. Doctrina nestorista: obsesión por ordenar.
  4. Luego de escuchar muchas alabanzas al modelo portugués, siempre surgía una advertencia: el trabajo sucio no está concluido, faltan tomar varias medidas antipáticas. Meter la mano de facto en el sistema previsional era uno, porque no es sustentable con este estancamiento económico.
  5. Los distintos actores del capital y el trabajo van desde el silencio a la crítica, pasando por la justificación y la cautela. Pero casi nadie se anima a la confrontación llana: saben que para la opinión pública eso sería disfuncional. Además porque el nuevo gobierno está justificando discursivamente las medidas antipáticas en la necesidad frente a la crisis y haciendo un llamado a la solidaridad, pero no está dejando flancos que justifiquen la confrontación desde el minuto cero.
  6. Si los tenedores de bonos parece que van a cobrar, no da la impresión que les preocupe mucho a costa de qué, o de quién, ni si la institucionalidad estará algo alterada. Amarga conclusión: el riesgo país bajó de los 2000 puntos luego de meses.
  7. Detrás de todo esto, para muchos viene la pregunta del millón: si esto es un ajuste con medidas antipáticas ¿solo lo puede hacer el peronismo en el poder? Como ya lo comentamos en esta columna, frente al fracaso económico del gobierno anterior, los actores del capital y el trabajo van en busca del peronismo dado que 1) es un partido de poder y 2) es pragmático. Esto implica que es resultadista, y hará lo que sea necesario para salir de la crisis. Luego se verá.

El ciclo de opinión pública iniciado en 2012 / 2013, caracterizado por un reclamo de equilibrio de poder, moderación del rol del Estado en la economía, transparencia y valores concluyó con esta etapa de crisis económica. El nuevo ciclo se verá presidido por la necesidad de resultados, hechos contundentes y pragmatismo, al estilo de lo que ya vivió la Argentina en 1989 y 2002.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)