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30.08.18

Y terminamos pidiendo perdón

(7 Miradas) La incertidumbre general –sea vía económica, judicial o política- hace que todos los actores no tomen definiciones tajantes, y estén en un alto grado de especulación cortoplacista basado en un lógica incremental. Semejante falta de audacia, congela las posibilidades que el escenario tenga modificaciones estructurales fuera del marco de lo previsible.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) El 13 de junio publicamos una nota que se llamaba “La Espada de Damócles”, en la cual comenzamos diciendo:

“Si bien no se conoce la letra chica, todo el mundo da por supuesto que el ajuste que pide el FMI será fuerte. Si eso se verifica, habrá malas noticias para muchos de acá hasta el final del gobierno de Macri, empezando por la dinamizadora obra pública. Si hay malas noticias, habrá reacción social. Si hay reacción social, el gobierno no podrá ir tan rápido como le pide el Fondo. Si no va tan rápido, las metas trimestrales no se podrán cumplir. Y si no se podrán cumplir volverá a aparecer una palabra mágica en la Argentina: waiver (perdón, dispensa)”.

No teníamos la bola de cristal, pero efectivamente terminamos pidiendo un waiver en el primer examen del Fondo. El ajuste es duro, lo estamos pagando con retracción de la obra pública (y será peor el año próximo), la inflación está disparada, y como fruto del tembladeral (interno y externo) el dólar no se calma. Resultado: volver a pedir dinero saldrá muy caro, y estamos embarcados en construir un puente más largo hasta que crucemos el río. Habrá suficiente madera para esa obra?

Cómo seguirá la película? Qué eventos pueden modificar estructuralmente el escenario?

Hasta acá tenemos 2 vectores: 1) la crisis económica y 2) la corrupción. Como lo dijimos hace una semana, el affaire de los cuadernos no está afectando a la opinión pública porque el otro vector está generando suficiente angustia en la mayoría para que no pueda pensar en otra cosa. De modo, que tiene mucho de político y mediático, pero nada de factor crítico.

El otro vector sí es clave, y puede dar mucha tela para cortar, desde ya. Sin embargo, las crisis, aun cuando se profundicen, tocan un piso en lo relativo al apoyo al gobierno de turno. Llega un momento en que buena parte de la sociedad se acostumbra a convivir con la crisis, y eso anestesia o ralentiza las reacciones negativas. La pregunta sería entonces: puede el gobierno seguir perdiendo apoyo? Quizá no, ya que por otro lado está en su peor momento desde que asumió.

La incertidumbre general –sea vía económica, judicial o política- hace que todos los actores no tomen definiciones tajantes, y estén en un alto grado de especulación cortoplacista basado en un lógica incremental. Semejante falta de audacia, congela las posibilidades que el escenario tenga modificaciones estructurales fuera del marco de lo previsible (que hoy sería un escenario electoral de 3 grandes actores, gobierno y 2 peronismos).

Estamos navegando entre nubes con tormenta eléctrica, y el pronóstico indica que seguirá así varios meses, al menos hasta la finalización del verano. Eso hará que los actores no puedan hacer movidas definitorias en el tablero, sino más bien persistir en actitudes conservadoras.

Mucho ruido y pocas nueces…

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)