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20.03.18

La deshonestidad intelectual y la represión política (VI)

(Cubaencuentro) Si no fuera por los periódicos digitales independientes como Diario de Cuba, 14 y medio, Cubanet y Cubaencuentro en ocasiones, la represión civil y política quedaría invisible como ha sido el objetivo central del gobierno cubano. Aún hoy en 2018, el gobierno cubano califica de “mentirosas” las denuncias que llegan a Naciones Unidas por parte de las víctimas de violaciones de Derechos Humanos en Cuba y sin argumentar o fundamentar por qué serían mentirosos esos testimonios.
Por Marlene Azor Hernández

(Cubaencuentro) La naturalización de la violencia institucional en Cuba

Décima represión epistemológica del discurso oficial cubano: prohibido hablar sobre la represión política y civil en Cuba, en la opinión pública nacional y en las Ciencias Sociales cubanas.

Como correlato de la prohibición de hablar, discutir, difundir, y educar en los Derechos Humanos en Cuba, el gobierno cubano reprime en la opinión pública nacional y en las Ciencias sociales cubanas la posibilidad de discutir sobre la represión cotidiana contra todos los discrepantes de las políticas públicas en curso. La violación cotidiana de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos cubanos y la discrecionalidad con la cual, fiscales, instructores de la policía, tribunales judiciales, laborales y militares además de los órganos de la seguridad del estado cubana, pero también la impunidad de los funcionarios públicos para saltarse la ley y/o interpretar arbitrariamente ésta, no pueden ser denunciadas sin recibir represalias de tipo económica, social, civiles y políticas. Las leyes son extraordinariamente restrictivas y excluyentes para la crítica ciudadana y aunque existen instituciones adonde recurrir frente a los atropellos de las autoridades, todos estos organismos estatales desestiman los atropellos contra los ciudadanos y respaldan las arbitrariedades de las autoridades: sea el Tribunal Supremo Popular, la Fiscalía de la república, los tribunales provinciales y municipales y las administraciones en esos niveles, así como las oficinas de atención a la población del Ministerio del Interior (MININT). El resultado de esta impunidad del estado frente a los ciudadanos es una civilidad de “jungla” en la cual no se respetan las leyes ya de por sí restrictivas y aplicadas de manera arbitraria, sino aún más grave se rutiniza y naturaliza la violencia institucional del partido y el estado, invisibilizando la represión y la violación de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos cubanos.

La demonización de la oposición política y la represión a cualquier tipo de discrepancia contra las diversas políticas públicas impactan en la opinión pública cubana y en las Ciencias sociales cubanas con un silencio cómplice frente a las violaciones civiles y políticas cotidianas que sufren los encarcelados, los opositores, los activistas de derechos Humanos, los periodistas independientes y las plataformas ciudadanas independientes al Partido-Estado. Pero también, queda oculta toda la ciudadanía que no obtiene respuestas satisfactorias ni indemnización frente a los atropellos de los funcionarios públicos.

Lamentablemente esta política de terrorismo de estado gubernamental[1] es asumida por la población —cautiva en medios de información estatales y partidarios—, con posturas de apatía y temor frente a las represalias por denunciar, pero también se crean justificaciones delirantes para no denunciar en las plataformas de información llamadas “alternativas”, la sistemática violación de los derechos civiles y políticos en Cuba.

A continuación, enumero las sorprendentes justificaciones que he conocido para no denunciar de manera cotidiana los atropellos civiles y políticos en Cuba. Ninguna justificación por supuesto, exculpa el silencio sobre las violaciones civiles y políticas cotidianas en Cuba.

  1. La oposición es “mercenaria” y no merece la denuncia de los atropellos contra ella. Se demoniza la oposición y se repite el discurso oficial sobre los opositores: no son autóctonos, tienen agendas políticas que no comparto y no están financiados por el gobierno cubano luego entonces no tienen razón para existir. ¿?
  2. No es la línea editorial de la revista o de la plataforma de comunicación. ¿?
  3. La repetición de la denuncia pierde sentido por su reiteración, es decir que todos los domingos arresten con fuerza a las Damas de Blanco, que violen los derechos en las cárceles cubanas, que prohíban salir de Cuba a periodistas independientes, que se produzcan arrestos arbitrarios, que violen domicilios y confisquen o roben pertenencias personales a periodistas, opositores o artistas e intelectuales, por reiterativo pierde poder de impacto mediático, o razón para ser denunciado. ¿?
  4. Para generar un diálogo positivo es necesario proponer los cambios necesarios, pero ocultar la represión para poder subsistir por la prohibición del gobierno. Esta es la postura de la Revista Temas, más oficialista, Cuba posible más independiente, pero también la asumen otros medios alternativos como OncubaPeriodismo de Barrioel Toque y el Estornudo que pueden tratar otros problemas sociales, pero no denuncian las violaciones civiles y políticas contra los ciudadanos o lo hacen de manera puntual sobre quienes entienden que son defendibles: una selección arbitraria y desinformada.
  5. Denunciar sistemáticamente los atropellos civiles y políticos es adscribirse supuestamente a una “agenda política” como si las denuncias contra las violaciones civiles y políticas fuesen propias de los partidos políticos y no un asunto de toda la sociedad y toda la ciudadanía. ¿?
  6. La dictadura cubana no deja los muertos en las cunetas como la dictadura de Batista ni ha concentrado en un estadio deportivo miles de opositores luego masivamente torturados asesinados y desaparecidos. Con esta percepción del número de muertos visibles y de una vez, como criterio de dictadura “dura o blanda”, no se les otorga importancia a las violaciones cotidianas de los Derechos civiles y políticos en Cuba. Los muertos evidentes son los que tienen derecho a la solidaridad no los vivos. ¿?

El gobierno cubano ha logrado silenciar el asunto de la represión civil y política cotidiana en Cuba con su política de terrorismo de estado. Basta revisar la mayor parte de la producción académica cubana dentro y fuera del país, la prensa oficial y la prensa llamada así misma “alternativa” para constatar que el nivel de “jungla” cívica y política en que vivimos y la naturalización de la violencia institucional queda invisible y no parece ser fundamental en el análisis del país. Si no fuera por los periódicos digitales independientes como Diario de Cuba, 14 y medio, Cubanet y Cubaencuentro en ocasiones, la represión civil y política quedaría invisible como ha sido el objetivo central del gobierno cubano. Aún hoy en 2018, el gobierno cubano califica de “mentirosas” las denuncias que llegan a Naciones Unidas por parte de las víctimas de violaciones de Derechos Humanos en Cuba y sin argumentar o fundamentar por qué serían mentirosos esos testimonios. Es un estado de negación simple y sin argumentos como lo hicieron en su momento las dictaduras de Pinochet y Videla en el Cono Sur. “La realidad no existe”, declara el gobierno cubano con énfasis y sin sonrojo.

[1] La definición de terrorismo de Estado

Los Estados poseen el monopolio de la fuerza para poder cumplir sus fines, pero deben usar ese derecho racionalmente y de acuerdo a las leyes. Cuando el Estado a través de sus gobernantes reprime a la población, la hostiga, la persigue, de modo sistemático, para poder llegar a dominarla a través del temor, evitando cualquier acto de resistencia a la opresión, esa manera de actuar recibe el nombre de terrorismo de Estado, que es un abuso de su poder coactivo, donde los civiles son secuestrados, torturados o asesinados, sin juicio previo, o sin las garantías del debido proceso. Ver Marlene Azor Hernández “El terrorismo de estado en Cuba” en Cubaencuentro.com 6 de abril 2017.

Fuente: Cubaencuentro