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02.03.18

Supongamos que Maduro pierde

Si triunfara Falcón, ¿convocaría a elecciones libres, con supervisión internacional, con un Consejo Nacional Electoral transparente y garantista, sin presos políticos ni dirigentes proscriptos, en un lapso de seis meses?
Por Hugo Machín Fajardo

Supongamos que se cumple el pronóstico de Margarita López Maya, una de las analistas políticas e historiadoras venezolanas más reconocida, cercana al chavismo de la primera época, luego de la derrota sufrida por el Gobierno en las elecciones legislativas de diciembre de 2015 que dieran la mayoría en el Parlamento, 112 a 55 diputados en 167 escaños, a la oposición venezolana.

López Maya afirmó entonces que si Nicolás Maduro persistía en su política represiva e ineptitud económica, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que llegó a tener mayoría absoluta, terminará “convertido en una fuerza marginal”.

Y supongamos que las elecciones generales previstas para el 22 de abril las ganara Henri Falcón (57), del partido Avanzada Progresista, un político chavista hasta 2008, en que tomó distancia de esa colectividad, que paulatinamente fue incorporándose a la oposición nucleada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Falcón en las encuestas aparece tercero en popularidad, detrás de Leopoldo López y Henrique Capriles, ambos impedidos de participar en las elecciones del 22 de abril por disposiciones dictatoriales. En las elecciones generales de 2012 Falcón fue el vicepresidente de la fórmula encabezada por Capriles.

La MUD rechazó participar de lo que denomina fraudulentas elecciones y Falcón se desmarcó de la MUD. ¿Qué debería hacer Falcón para rencausar a Venezuela en la senda democrática?

El régimen y particularmente los comicios convocados por Maduro han sido rechazados por la comunidad internacional en un amplio abanico de cuestionamientos que incluye al Grupo de Lima integrado por varios de los catorce países más representativos de Latinoamérica. El aislamiento del régimen caribeño es tal que ni Unasur ni Celac -entidades generadas en el auge de la ola populista en extinción -  cuentan con peso específico en la región como para acotarlo.

Toda la dirigencia de la MUD denuncia como fraudulentas las elecciones de abril y hasta se las cataloga como “narcoelecciones” por parte de algunos de los dirigentes más radicales, como María Corina Machado, quien considera a Venezuela ya en “un punto de no retorno”.

Si triunfara Falcón, el chavismo encabezado por Maduro, Diosdado Cabello, y la fraudulenta Asamblea Constituyente – que no ha sido reconocida por los gobiernos democráticos- debería abroquelarse, reconstituir un partido fuertemente opositor y movilizador de sus bases para mantenerse vigente.

Los partidos de la MUD coherentes con su abstención no considerarían a Falcón un presidente legítimamente electo. ¿Convocaría entonces Falcón a elecciones libres, con supervisión internacional, con un Consejo Nacional Electoral transparente y garantista, sin presos políticos ni dirigentes proscriptos, en un lapso de seis meses?

Sería la única actitud que le permitiría recomponer su imagen de aprovechador de las actuales circunstancias, así como de desinvestirse del perfil de traidor a la oposición con que ya lo estigmatizan desde filas de la MUD, organización que lo excluyó de sus filas el miércoles 28 de febrero.

Pero por encima de lo que es la contingencia, y la lucha por el poder que anima a todos los actores venezolanos, sería el gesto imprescindible si realmente aspira a un futuro democrático -muy difícil por cierto, habida cuenta de la calamidad que vive Venezuela- pero, en definitiva, es la actitud que pondría a su país en el rumbo de recuperación. De lo contario, su decisión del presente le condenará para la historia.

Claro que todo esto es suposición. Los antecedentes de Maduro en materia de falsear elecciones y resultados electorales, así como el grado de injerencia y manipulación del gobierno cubano en los asuntos venezolanos no dejan margen para la imaginación... pero soñar no cuesta nada.