Artículos

03.12.17

Villa Mascardi | La RAM y sus ramificaciones: cambio de piel, pero no de mañas

(TN) La organización radicalizada cambió de estrategia y apeló a nombres de fantasía: la comunidad que ocupa el predio de Parques Nacionales no está registrada. El rol de la «machi».
Por Marcos Novaro

(TN) Después del papelón en que terminó el affaire Santiago Maldonado los activistas radicalizados y violentos conocidos hasta aquí como Resistencia Ancestral Mapuche estaban obligados a cambiar de estrategia. Y lo hicieron, pero mudando de piel, no de mañas.

Ahora parece que la RAM ya no existe, o nunca existió. Lo han dicho los activistas que ocupan terrenos de Parques Nacionales sobre el lago Mascardi, sus simpatizantes políticos y lo avaló el obispo de Bariloche, Juan José Chaparro, para quien no hay nada raro en que la madre de Facundo Jones Huala sea la vocera de esta toma, ni ningún inconveniente en permitirle presentarse en la "mesa de negociaciones" que él tendió como vocera incluso de todos los mapuches.

También pareciera que el grupo de activistas involucrado en la ocupación no persigue objetivos políticos, ni siquiera territoriales, sino puramente espirituales: todo lo que hace dice consultarlo con los espíritus ancestrales a través de una chamán (machi) de 16 años. Que curiosamente es la hija de otra líder de la toma, y sobrina de Rafael Nahuel. A quienes probablemente aludían la madre y el hermano de la víctima cuando denunciaron que al joven "le lavaron la cabeza".

Vayamos por partes. Ante la evidencia de que la marca RAM había quedado muy comprometida luego de lo sucedido en Chubut, lo mejor para sus miembros era confundirse detrás de la apelación a las más difusas y legitimadas "comunidades mapuches", aunque hubiera que inventarlas. Que fue lo que se hizo precisamente con el grupo que ocupó el predio de Mascardi: apeló a dos nombres de fantasía.

Primero, la "comunidad Lafken Winkul Papu", una entidad que no está registrada en ningún lado (para empezar no existe en el Registro Nacional de Comunidades Indígenas), pero pretende que hay una historia ancestral detrás de la usurpación de tierras iniciada. Por más que la casi totalidad de sus miembros procedan de la periferia de Bariloche y no tengan detrás, ni ellos ni sus familias, más que historias urbanas de marginalidad y pobreza.

La que sí existe es la comunidad Lof Wiritray, asentada desde siempre a muy pocos kilómetros del terreno ocupado. Pero los representantes de esa comunidad realmente existente, que no avalan los métodos violentos de la RAM, fueron despreciados y maltratados por ésta cuando fueron a confrontarla y plantearle que su acciones iban a perjudicarlos y desprestigiar al conjunto de los mapuches. Igual que sucedió en Chubut. En lo esencial, en suma, la RAM no cambia; todo lo contrario, escala.

A continuación se sumaría otra organización hasta allí ignota: el Movimiento Mapuche Autónomo del Puel Mapu (MAP). Hay que reconocerles que no les falta inventiva en esto de crear sellos rimbombantes.

Al mismo tiempo, como dijimos, la RAM tenía en mente escalar sus acciones, fugar del papelón del caso Maldonado con más violencia, dándole mayor visibilidad a sus acciones y enfocándolas más directamente contra el Estado nacional y las fuerzas de seguridad, de manera de volver más frontal el choque con el "enemigo".

De allí que escogieran no un terreno privado, de los muchos que rodean el lago Mascardi, ni una zona alejada y rural, donde la situación de la toma pudiera quedar encapsulada, sino un área de intenso tránsito, pegada a la ruta 40 (igual que se hiciera en el caso de la Pu Lof en Resistencia de Cushamen), que es allí la única vía de comunicación de Bariloche con El Bolsón y todo el sur de la región, muy cerca de poblaciones establecidas e incluso de áreas de acampe frecuentadas cotidianamente por miles de personas, y administrada además por Parques Nacionales, que tiene en el lugar la escuela de guardaparques, depósitos logísticos, vehículos, combustibles, material de rescate y embarcaciones. El equivalente a usurpar un terreno del Ejército o de la Policía Bonarense a la vera de la Panamericana. En mi barrio se llama mojar la oreja.

Bien podría pensarse que sería por todo eso una ocupación más difícil de sostener, porque agitaba las aguas en Bariloche y a nivel nacional, a favor pero sobre todo en contra, porque volvía más inevitable un choque con fuerzas de seguridad. Y por tanto era el menos recomendable. Pero el cálculo que hizo la RAM fue justamente el opuesto: precisamente por eso se lo eligió, se garantizaba el mayor impacto y la más abierta e inmediata confrontación.

Para justificar esta elección, y diluir el hecho evidente de que la operación que se inició el 10 de noviembre estaba motivada solo en la lógica política, propagandística y "militar" de la escalada que estaban encarando, fue que se tomaron el trabajo de difundir una explicación por demás desopilante pero muy piadosa: una "machi" los inspiraba. Algo que también serviría para ganar solidaridades entre los huincas sensibles, periodistas bien dispuestos a escribir notas de color sin pensarlo demasiado, y algunos otros grupos mapuches, que celebraron tener ahora una guía espiritual.

Como sucedió con el caso Maldonado, el problema no es solo la RAM, que se ve aprendió de sus errores, se sacó de encima al loquito de Facundo Jones Huala, que no dejó de meter la pata hasta aquí (al que seguro van a dejar pudrirse en una cárcel argentina o chilena, mejor tenerlo de mártir que de vocero y representante: ¿no es curioso que ya nadie pida su libertad, ni siquiera la madre?) y actuó con velocidad y astucia para reposicionarse y fugar hacia adelante.

El problema esencial es que del otro lado no se aprende. Ni el gobierno nacional ni en general quienes desean una sociedad abierta, pluralista y sobre todo pacífica, regida por un Estado de Derecho, parecen capaces de corregir sus errores y cooperar entre ellos. Por eso se mandó a Prefectura al monte con ametralladoras en vez de cámaras de video. Por eso se dividió el gabinete una vez más entre duros y blandos, y una parte avala una supuesta mesa de negociaciones donde todas las "partes" están de acuerdo menos uno, que curiosamente es el único autorizado a actuar en nombre de todos. Por eso en vez de cooperar entre la Justicia, el Ejecutivo nacional, las autoridades locales y las comunidades mapuches realmente existentes, cada quien va por su lado, y se ignoran unos a otros, dejando el campo abierto para que un grupo minúsculo con tres sellos de goma se presente como un amplio movimiento social.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)