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24.10.17

Ganó la reforma electoral

El gobierno nacional y su coalición legislativa tienen ahora la suficiente legitimidad para avanzar en el proyecto de reforma electoral que crean conveniente. La modernización electoral es una suerte de liberación para muchos argentinos a los que no se les respetan sus derechos políticos.
Por Leandro Querido

Luego del cierre de las mesas la voz más esperada era la de Marcos Peña. Apenas se sentó ante los periodistas (no se había ni acomodado) dijo que esperaba que esta sea la última vez que se vote con las “boletas de papel”.

La Reforma Electoral del oficialismo avanzó hasta donde pudo con la composición del Congreso que se va. Pasó Diputados, pero llegó hasta la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado. Allí los senadores de las provincias de los gobernadores “feudales” tomaron los argumentos de los que se oponen a la incorporación de tecnología en los procesos electorales. En esa reunión definitoria festejaron fuerte los representantes de Santiago del Estero, Formosa, San Luis, Tucumán y Santa Cruz junto a un grupo de técnicos en computación que se arrogan la representación de todo el rubro.

Ese escenario cambió rotundamente luego de la elección del domingo. El oficialismo se ha fortalecido y en el próximo Congreso tendrá una presencia más gravitante. En el Senado llegará a las 24 bancas, en Diputados podría sumar 21 nuevas bancas, con lo cual llegaría a las 107. Además, los gobernadores “feudales” perdieron caudal político en detrimento del crecimiento de los candidatos de Cambiemos en sus respectivos distritos.

El mapa político cambio de color y los funcionarios ahora hablan desde otra posición de fuerza. Por eso las palabras del Jefe de Gabinete no son casuales. Cuando habló de la “última elección con papel” parece haber sepultado la idea que se manejó en algún momento de dejar de lado el proyecto de la Boleta Única Electrónica y reemplazarla por la Boleta Única de papel. Cabe resaltar que la implementación de la Boleta Única de papel en las recientes PASO locales de la provincia de Santa Fe ha demostrado tener muchos problemas e indujo a los electores a cometer errores. Un estudio de la Universidad Nacional de Rosario dio cuenta de la desproporcionada cantidad de votos nulos y de las falencias de la implementación de este instrumento de votación idealizado por muchos.

El gobierno nacional y su coalición legislativa tienen ahora la suficiente legitimidad para avanzar en el proyecto de reforma electoral que crean conveniente. La agenda modernizadora del sistema electoral delimita la discusión política en dos partes: los que se aferran al viejo sistema y los que quieren un cambio. El gobierno lo sabe, por eso cuadra perfectamente en su intención de continuar fortaleciendo su caudal político en todo el país.

Por lo pronto, la última elección dejó nuevamente al desnudo una serie de situaciones. Resulta inexplicable como autoridades de mesa que comienzan su actividad a las siete de la mañana terminen a las once de la noche contabilizando votos en un pizarrón. Resulta inexplicable que las viejas maquinarias electorales sigan destinando en 2017 parte de su tiempo a robar boletas o a imprimir y distribuir boletas truchas. Resulta inexplicable que tengamos que escribir manualmente actas de cierre de mesa, pasarlas luego a otra planilla para que luego el personal del Correo las lleve a un centro de transmisión. Resulta inexplicable que los partidos se vean en la necesidad de ubicar a un fiscal en cada mesa de votación para tener control de los comicios.

La agenda de la modernización electoral ya ha empezado a implementarse. En varias provincias fronterizas de nuestro país la Justicia Electoral utilizó dispositivos de identificación biométrica. Más allá de los discursos apocalípticos de siempre, esta experiencia resultó provechosa desde dos puntos de vista: por un lado, funcionó de modo correcto, sin complicaciones, por el otro fue un elemento disuasivo del voto “golondrina”. Un tema nada menor para una realidad que aqueja a muchos distritos de nuestro país. La trashumancia electoral le quita “peso” al voto de los ciudadanos, hace que las elecciones se tornen una puesta en escena sin mucho sentido.

Los electores de las provincias con más conflictividad electoral y con menos alternancia política son conscientes de la forma en que los estados provinciales vulneran sus derechos políticos; es por ello que esta agenda modernizadora será muy bien recibida en distritos como Formosa, La Rioja, Tucumán, Santa Cruz, San Juan, Catamarca, Neuquén, San Luis y Santiago del Estero entre otras. La modernización electoral es una suerte de liberación para muchos argentinos a los que no se les respetan sus derechos políticos.

El presidente Mauricio Macri lo sabe, está convencido acerca de lo que hay que hacer para “desprivatizar” el voto de los ciudadanos en manos de las viejas prácticas políticas y sus redes clientelares. Su calificación del sistema electoral no podía ser más gráfica. En su conferencia de prensa del lunes, con los resultados calientes, dijo que el sistema electoral era “espantoso”.

¿Quién le va a decir al presidente qué sistema debe usar? En tal caso los especialistas que se opongan deberán recomendar otro sistema, pero no pueden pretender imponerle el que ellos impulsan como si fueran un partido político. Así han actuado hasta ahora. Y si la coalición legislativa decide avanzar por el camino trazado por el poder Ejecutivo, en tal caso, se deberá trabajar en un contexto de control del sistema propuesto. Esto sería lo lógico. Lamentablemente prevaleció en el debate anterior la prepotencia y la soberbia de algunos pocos que parecen más preocupados por imponer su proyecto que por los temas electorales. El resultado electoral acomodó la discusión. Puso las cosas en su lugar. Ganó la reforma electoral, una vez más, como en 2015, pero ahora con más fuerza.