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16.08.17

El mapa político después de las PASO

(Clarín) Como en 2015, la novedad es la dispersión del voto a Cambiemos, con apoyos tanto en los segmentos de las clases medias y altas, como en el segmento de la pobreza. La política argentina está hoy menos condicionada por la estructura social que en las últimas décadas.
Por Liliana De Riz

(Clarín) Las PASO, ideadas para que los electores expresen sus preferencias sobre los precandidatos que competirán en octubre, operaron en los hechos como la primera vuelta de un ballotage singular. En esta renovación legislativa está en juego la capacidad del gobierno de consolidar su poder institucional y simbólico para emprender las postergadas reformas que sienten las bases de la estabilidad, el crecimiento sostenido, la política social de equidad. También se juega la suerte de una ex presidenta.

Los resultados de las PASO amplificaron en el plano nacional el apoyo logrado por Cambiemos en 2015, pese a que los brotes verdes de la economía no llegaron a ser percibidos por muchos de sus votantes. Sólo Raúl Alfonsín logró en la renovación legislativa de 1985 apoyos tan extendidos en el territorio, pero entonces el Plan Austral había conseguido estabilizar la economía. Hoy ese proceso despunta y la economía se reactiva lentamente. La incógnita acerca de cuántos de sus simpatizantes impacientes le renovaron el crédito encuentra respuesta en el caudal electoral que conservaron y acrecentaron.

Como en 2015, la novedad es la dispersión del voto a Cambiemos, con apoyos tanto en los segmentos de las clases medias y altas, como en el segmento de la pobreza. La política argentina está hoy menos condicionada por la estructura social que en las últimas décadas.

La victoria de Maria Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, en 2015, fue el preludio de nuevos tiempos en las urnas. El reñido empate entre Cambiemos y el partido de Cristina Kirchner, con desenlace aún abierto, pone de manifiesto que los pobres no son propiedad del kirchnerismo aunque su territorio de caza privilegiado sea el conurbano bonaerense, allí donde la impera la extrema pobreza.

El perfil social del país ha cambiado. El peso del trabajo informal y la segmentación producida entre los estratos pobres, estudiada por Rodrigo Zarazaga y Jorge Ossona, produjo la segmentación del voto. En los sectores de la clase media baja, surgidos al calor de una política de proteccionismo distribucionista del kirchnerismo, los ingresos de los hogares suelen ser la contracara del gasto público, si se no se ahorra y el ingreso cae porque el país y el empleo crecen menos y la inflación no se desacelera, esos hogares vuelven a la pobreza.

Más desprotegidos frente a la inseguridad que la clase media típica, no sorprende que sean sensibles al discurso que exalta la gestión eficiente y el combate a la inseguridad. Aunque no se afilian a partidos, tienden a “tomar partido” por liderazgos desideologizados. Tampoco sorprende que muchos sean votantes de Cambiemos porque aspiran a un futuro mejor. Para ellos el futuro ya no está en el pasado. Y Vidal cumplió un rol clave en estas PASO como ejemplo de gestión eficaz , coraje y responsabilidad.

El sistema político está cambiando, el peronismo tiene el lastre de dos tsunamis, el menemista y el kirchnerista, se ha fragmentado, no se atisba una conducción en ciernes y ha perdido apoyos en el territorio nacional, incluso en feudos largamente consolidados.

Acaso estos cambios pueden ser interpretados en clave de reagrupamientos a la derecha y a la izquierda del espectro político. No lo creo, ni el kirchnerismo representa la izquierda más allá de su retórica igualitaria que en los hechos multiplicó la pobreza y enriqueció al clan en el poder, ni Macri y la coalición electoral que lo llevó al poder, a la derecha sólo preocupada por una política pro inversiones carente de sensibilidad social. Estas categorías no sirven para comprender las circunstancias del presente.

Hoy, la oposición modernización/atraso, nacida en los tiempos de Frondizi, se acerca mejor a la realidad actual, pese a la diferencia de épocas. A la utopía regresiva que promete el retorno a los tiempos dorados del peronismo se le opone la voluntad de reformas que aseguren el progreso.

Existen coyunturas críticas en las que cambiar el rumbo es posible. Empero, no basta la exhortación a cambiar: será necesario construir los recursos institucionales, precisar las tareas a llevar a cabo y construir los consensos parlamentarios que avalen las reformas que le den forma al futuro. De eso se trata la política. Esa es la tarea por delante.

Fuente: Clarin.com (Buenos Aires, Argentina)