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09.08.17

El Plan Maggiolo, 50 años después

(El Observador) Hace 50 años, apenas un puñado de compatriotas pensaba que el futuro de Uruguay pasaba por el desarrollo científico y tecnológico. Hoy, esta noción está ampliamente extendida en el mundo universitario, en la sociedad y en el sistema político. Claro, seguimos esperando que la formación docente tenga estatus universitario (ya falta menos). Vamos despacio. Ya lo sabemos. No es necesariamente pereza. Así es Uruguay.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) Solemos decir, apoyándonos en las enseñanzas de la generación de nuestros maestros, que los partidos son los actores centrales de la vida política nacional. Más allá de euforias y depresiones, así fue siempre y así sigue siendo. Pero esto no quita que la sociedad civil no haya hecho, en distintos momentos, aportes de primer orden a la construcción de nuestra “comunidad de práctica democrática” (como diría Emanuel Adler) o al desarrollo nacional.

La semana pasada evoqué la creación de Mevir y su legado. Aunque Alberto Gallinal Heber tuvo una destacada actuación política en el Partido Nacional, la iniciativa que recordé no nació del tronco de su partido sino de la profunda vocación de servicio de su impulsor que deriva, a su vez, de la tradición católica. Quiero recordar hoy otro aporte clave nacido también en plena tormenta de los sesenta, durante la agonía de la democracia, y a la vera de los partidos. Aquí también se destaca un líder con personalidad y talento. Me refiero al ingeniero Óscar Maggiolo, rector de la Universidad (1966-1972). La criatura: el Plan de Reestructuración de la Universidad de la República, presentado en julio de 1967 como fundamento del pedido de partidas presupuestales para el quinquenio.[1]

El Plan traducía en números la visión del rectorado sobre la “misión” de la Universidad en el contexto de los desafíos del desarrollo nacional. El futuro de Uruguay dependía, según el rector, de su desarrollo científico y tecnológico. Decía Maggiolo: “Es fácil concebir que nos espera un porvenir adecuado dentro de la región, si podemos promover un alto grado de tecnificación en nuestro potencial humano”. Uruguay “deberá ser capaz de competir en el campo internacional, por el poder del ingenio adecuadamente cultivado en la Universidad, luchando contra la desventaja que representa tener escasos recursos materiales y un minúsculo mercado interno. Por eso, si bien ciertas naciones, poderosas en cuanto a su superficie, población y riquezas naturales podrían darse el lujo de no preocuparse mayormente por su porvenir científico, el Uruguay no puede hacerlo. Tomar conciencia de este hecho, y tomar decisiones acordes con la gravedad de la situación, es un punto crucial que, a no dudarlo, definirá nuestro porvenir dentro del panorama mundial y particularmente en el continental”.

Para avanzar hacia este objetivo el Plan proponía “formar un fondo importante para desarrollar ciertas metas destinadas a cambiar (…) la estructura universitaria”. En concreto mencionaba tres. En primer lugar, “la formación de personas altamente capacitadas para la función de enseñanza superior e investigación científica”. En segundo lugar, “equipamiento de laboratorios, bibliotecas y gabinetes para estimular la tarea de investigación científica”. En tercer lugar, “desarrollar un plan de construcciones universitarias” para contemplar tanto el crecimiento de matrícula como el desarrollo de la investigación. La Universidad de la República, según Maggiolo, debía ser capaz de ampliar su oferta educativa: “Hoy la sociedad necesita también físicos, economistas, historiadores, químicos, psicólogos y pedagogos de alto nivel científico”. Pero además de formar profesionales, la Universidad debía generar investigación científica de calidad, tanto pura como aplicada. Para ello insistía en la necesidad de ampliar el número de investigadores en régimen de dedicación total.[2]

La comunidad universitaria considera que el Plan Maggiolo fracasó. En un sentido estricto no cabe duda de que así fue. El enfrentamiento entre el mundo universitario y el pachequismo arrasó con todo. Pero, cuando se mira su legado con la perspectiva que da el largo plazo, aparece un legado tangible y fundante. En medio siglo la Universidad de la República se transformó profundamente y lo hizo siguiendo la visión de Maggiolo. Ya no forma solamente profesionales. Forma investigadores en las disciplinas más diversas. Ha desarrollado su infraestructura y creado nuevas facultades (como la Facultad de Ciencias o la de Ciencias Sociales). Ha desarrollado la enseñanza de posgrado y avanzado de modo sensible en la generación de investigación tanto pura como aplicada. Al mismo tiempo, siguiendo los viejos principios de Córdoba y de 1958, ha mantenido su vocación por la extensión.

Pero el legado del Plan Maggiolo llega más lejos. No es posible entender el Pedeciba, que dejó una huella tan importante en el desarrollo científico nacional, sin remontarse a fines de los sesenta. No es posible entender la creación y expansión de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (que viene de cumplir 10 años) sin el Plan Maggiolo. Hace 50 años, apenas un puñado de compatriotas pensaba que el futuro de Uruguay pasaba por el desarrollo científico y tecnológico. Hoy, esta noción está ampliamente extendida en el mundo universitario, en la sociedad y en el sistema político. Claro, seguimos esperando que la formación docente (como reclamaban tanto la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico –CIDE– y el Plan Maggiolo) tenga estatus universitario (ya falta menos). Vamos despacio. Ya lo sabemos. No es necesariamente pereza. Así es Uruguay, este “reino del casi”, este sueño del poder dividido llevado hasta las últimas consecuencias al precio de, cada tanto, convertirse en pesadilla.

1.- El Rectorado está conmemorando en estos días este hito de la vida universitaria. Ver: http://udelar.edu.uy/maggiolo/

2.- Sobre vida, obra y pensamiento de Óscar Maggiolo ver: Vania Markarian (editora). Universidad, investigación y compromiso. Documentos del Archivo Maggiolo. AGU, Udelar, 2010. Disponible aquí.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)