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19.04.16

Decir es tan importante como hacer

(La Nación) Frente a la tendencia a una simplificación minimalista de los discursos, el gobierno precisa fortalecer su retórica para hilvanar una narrativa de época que -lejos de los refundacionalismos populistas- convenza y vuelva más diáfanas sus acciones.
Por Nicolás José Isola

(La Nación) La política es comunicación. Un territorio en el que se discuten acciones e ideas usando un conjunto de símbolos y gestos articulados que buscan dar sentido a la toma de decisiones. Desde su asunción, el oficialismo parece haber cometido varios errores no forzados, ligados a fallas en el modo de dar a conocer los actos de gobierno. Repasar tres casos puede permitir iniciar una reflexión sobre sus matices y consecuencias.

Primer caso. En el imaginario social las empresas mineras están débilmente controladas por el Estado, tienen una rentabilidad superlativa y dejan daños ambientales. La eliminación de las retenciones a sus exportaciones no pareció traer ningún beneficio a las clases populares.

Segundo caso. El Estado sufrió un monstruoso sobrepeso en los últimos años; en caso de existir motivaciones razonables para miles de despidos, la comunicación de estas medidas debería ser más delicada. Diarios de España y Brasil hablan de "los despidos de la centroderecha". Convendría no subestimar los calificativos utilizados: conocer con qué categorías piensa el otro es clave para operar sobre sus supuestos.

Tercer caso. El 2 de diciembre de 2015, el hoy ministro de Transporte Guillermo Dietrich sostuvo: "Vamos a mantener los subsidios. No va a haber un aumento de transporte". Cuatro meses después, la suba de tarifas ameritaba una justificación más considerada frente a una ciudadanía que viene soportando una inflación atroz.

No parece ser casual que la ex presidenta haya andado sobre la avenida socioeconómica en su arenga en Comodoro Py. Vio el hueco discursivo y pasó.

Pocos días atrás, el dirigente social Héctor "Toty" Flores (Coalición Cívica) dijo con claridad: "Ha habido medidas que tienen que ver con la contención de los sectores más pobres: aumento de AUH, plus para Argentina Trabaja, entre otros. El tema es que no es bien comunicado".

Tal vez no sea sólo un problema de comunicación, quizás escuchando empáticamente a los sectores más desfavorecidos se hubiera advertido que el aumento de las asignaciones familiares no les era suficiente para conservar su -ya precaria- calidad de vida y que el sacrificio que aún se les pide tiene un sabor asfixiante. Para muchos argentinos 200 pesos no equivalen a dos taxis o dos pizzas -Prat-Gay dixit-, sino a varios días de arroz. Por suerte, Dietrich aclaró que el aumento "en plata no es tanto".

El modo en que se planifica, ejecuta y comunica una política puede mostrar si existe, o no, una comprensión del impacto que tendrá en la vida del ciudadano. Siempre es mejor que el receptor de una mala noticia se sienta hospedado en su angustia. Delicadeza, le llaman: esa misma que le faltó al embajador Del Sel, que horas después de las filtraciones del Panamá Papers anunció cuatro vuelos semanales de Rosario a Panamá. Bendito timing.

Cambiemos ha dicho que ganó "escuchando casa por casa al vecino". Debería cuidar cada gota del agua bendita de la confianza recibida: es una de las cosas más frágiles y escasas del mundo.

Guste o no, el miércoles Cristina Kirchner hiló símbolos afines a los sectores populares (justicia, unidad, miedo, amor, etc.). Su voz atrevida no parece encontrarse con otra voz potente que funcione como su alteridad argumentativa. El vacío retórico del oficialismo no termina de proponer una orientación discursiva y una secuencia de ideas enlazadas que ayuden tanto a comprender sus acciones como a aislar la voz de sus interlocutores.

La política es un juego que gana quien ocupa espacios y se apodera de palabras. El decir es tan importante como el hacer. La economía discursiva y la falta de tino se pueden pagar caras. El Gobierno lo sabe y por eso está repensando estrategias y políticas.

No hay que pedirle a la ciudadanía que construya un eje interpretativo: hay que dárselo (o el ajuste hablará por sí solo).

La paciencia social es finita. Pedirla cuando existen otras alternativas pedagógicas es riesgoso: la delgada línea entre no querer magnificar la herencia recibida y hacerla incomprensible es delicadísima.

La victoria épica de Cambiemos no legitima los actos per se. Sus segundas y terceras líneas tendrían que dejarse interpelar por las críticas sobre decisiones y metodologías empleadas. Algunos funcionarios están viviendo su noviciado en la maquinaria nacional, tan conocida por el radicalismo. Es importante que no menosprecien la experiencia estatal.

El acercamiento al votante no se resuelve sacándose la corbata, sino dando incansables explicaciones didácticas, que no sean sólo aptas para universitarios. Es crucial escuchar a las bases. "Toty" Flores expresó: "Yo le decía [a Macri] que se necesitaban funcionarios que comunicaran lo que se estaba haciendo y lo que se pensaba hacer: que no sean tan fríos. No están rindiendo un examen en Harvard, sino que tienen que hacer política y convencernos a nosotros de que están haciendo las cosas que se deben hacer. Lo peor que le puede pasar al pobre es hacerle perder la esperanza".

Frialdad, examen, Harvard, política, pérdida, pobreza, esperanza. No importa que coincidamos o no con esa cadena semántica popular: existe. No hay política sin una serie de ideas, símbolos, gestos e interpretaciones amalgamadas y reiteradas que muestren una comprensión integral del recorrido que se emprende.

En general, los seres humanos eligen a aquel que transmite esperanza y les promete conocer los vericuetos del camino: sólo así confían y lo acompañan. Cambiemos no necesita inventar un relato histórico manipulador ni una Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, pero sí edificar una pedagogía política cercana y sostenida en el tiempo.

Frente a la tendencia a una simplificación minimalista de los discursos, precisa fortalecer su retórica para hilvanar una narrativa de época que -lejos de los refundacionalismos populistas- convenza y vuelva más diáfanas sus acciones.

No hay caso, es inevitable, la política implica comunicar ideas. Hacer cosas con palabras, ésa es la pedagogía del poder.

Fuente: La Nación (Buenos Aires, Argentina)