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17.05.17

¿Anthony Downs o Chantal Mouffe? La oposición y sus libretos

(El Observador) No es fácil pronunciarse sobre cuál sería, para todos ellos, la estrategia óptima. ¿Qué deberían hacer? ¿Volverse tan socialdemócratas como sea posible (y creíble) o formular con toda claridad una propuesta de gobierno alternativa a la del FA? ¿Deben tender a aplicar el manual de Downs y “correrse al centro” o dibujar, a la Mouffe, fronteras discursivas?
Por Adolfo Garcé

(El Observador) En todas partes, en el fondo, se discute sobre lo mismo. ¿Qué deben hacer las oposiciones si quieren dejar de perder elecciones? ¿Parecerse al gobierno o diferenciarse? ¿Moderarse o radicalizarse? ¿Mimetizarse con el partido que intentan desplazar o marcar claramente las diferencias con él ¿Ampliar las alianzas para tender “hacia el centro” o intensificar la confrontación con el gobierno reforzando la frontera discursiva con el statu quo? Ambas estrategias tienen sólidos fundamentos teóricos. La primera se apoya en la “teoría económica de la democracia” formulada hace más de medio siglo por Anthony Downs e inspiró el proceso de moderación programática de los partidos de izquierda en Europa y América Latina. La segunda es tributaria, entre otros, de la obra de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, y constituye el eje conceptual de las izquierdas habitualmente llamadas populistas (1).

No es fácil tomar partido. En términos estrictamente teóricos se trata de un debate complejo. Ningún caso pone de manifiesto con tanta claridad los vericuetos del tema como la disputa estratégica que sacudió luego de las últimas elecciones al movimiento Podemos en España. Luego de meses de discusiones, en febrero de este año, la línea “populista” dirigida por Pablo Iglesias logró imponerse con comodidad en el congreso de Vistalegre sobre la liderada por el número dos del movimiento, Íñigo Errejón, que promovía un cambio en la estrategia para favorecer las alianzas y dejar de “provocar miedo”.

Tampoco es sencillo optar por algunos de los libretos a partir de la evidencia aportada por los resultados electorales recientes en algunas democracias emblemáticas. Por un lado, en EEUU, Donald Trump logró hacer pedazos el libreto de Downs. Si algo no hizo el actual presidente fue moderarse durante la campaña electoral. Como es sabido, ganó la elección llevando hasta límites infrecuentes la confrontación con el establishment y construyendo, todo el tiempo, fronteras discursivas (la propuesta del muro para aislar a EEUU de México fue, en este sentido, un mensaje especialmente potente). Por otro lado, en Francia, usando una estrategia similar a la Trump, insistiendo en distinguir “nosotros” (los franceses) y “ellos” (los inmigrantes, los musulmanes, los europeos, etcétera), Marie Le Pen fue ampliamente derrotada por Emmanuel Macron.

Durante estos años de hegemonía del Frente Amplio la oposición uruguaya ha oscilado entre las dos estrategias. En algunos momentos pareció querer acercarse a Downs. En otros, se deslizó hacia Laclau y Mouffe. Los cambios de rumbo han sido frecuentes entre los principales referentes del Partido Nacional. Cuando Jorge Larrañaga optó por arrimarse a José Mujica (claramente entre 2008 y 2012), en los hechos, desplazó su identidad hacia el centro del espectro ideológico. Cuando Luis Lacalle Pou formuló la estrategia, que tanto diera para hablar en su momento, y que se resume en el eslogan de “la positiva”, de hecho, desdibujó la frontera con el FA y se “corrió hacia el centro”. Pero ambos líderes, en otros momentos, experimentaron estrategias distintas. Larrañaga recorrió la recta final de la última campaña electoral confrontando abiertamente con el FA. Lacalle Pou, desde principios de 2015 en adelante, en vez de detenerse a destacar “lo que está bien” argumenta que la Era Progresista ha sido, en esencia, una “década pérdida”. Ni en 2009 ni 2014 pudieron desplazar al FA.

Tanto Pedro Bordaberry como los demás líderes colorados optaron, sin vacilar, por confrontar. Los colorados lograron liderar la oposición en materia de seguridad ciudadana, el tema que más preocupa a la ciudadanía según los estudios de opinión. Sin embargo, no obtuvieron buenos resultados. El Partido Independiente se ubica sistemáticamente en el centro del eje izquierda-derecha (Downs, desde lejos, asiente satisfecho). En 2014 logró un salto muy importante: Pablo Mieres ingresó al Senado. En términos de Mouffe, mientras tanto, ha insistido en construir una frontera discursiva para diferenciarse tanto del bloque de blancos y colorados como del bloque frenteamplista. Tiendo a pensar que la estrategia de la “doble frontera”, que es la que sin dudas expresa mejor sus preferencias sustantivas, lo perjudica.

Edgardo Novick y su criatura, el Partido de la Gente, merecen un párrafo aparte. En este caso es evidente que, al menos por ahora, la estrategia está mucho más cerca del enfoque de Laclau y Mouffe que de la teoría de Downs. De todos los dirigentes de la oposición, Novick es quien más claramente ha optado por la confrontación con el FA. Usó esta estrategia cuando irrumpió en la campaña de la elección departamental de Montevideo (“Martínez miente”, dijo y repitió, sin detenerse en eufemismos o matices). Durante el último año recorrió el mismo camino retórico para dar el salto a la escena política nacional. Como es notorio, se dedica a confrontar con el expresidente José Mujica, el más popular de los dirigentes frenteamplistas.

No es fácil pronunciarse sobre cuál sería, para todos ellos, la estrategia óptima. ¿Qué deberían hacer? ¿Volverse tan socialdemócratas como sea posible (y creíble) o formular con toda claridad una propuesta de gobierno alternativa a la del FA? ¿Deben tender a aplicar el manual de Downs y “correrse al centro” o dibujar, a la Mouffe, fronteras discursivas? Desde mi punto de vista, tienen mucho más para ganar construyendo y explicando diferencias que insistiendo en procurar parecerse al FA.

1- Hace dos años expliqué sintéticamente el enfoque de Laclau y Mouffe.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)