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06.03.17

Baradel desatado, el PJ en silencio, la educación en suspenso

(TN) En el Gobierno entienden que conflictos como el planteado ponen sobre todo en aprietos al resto del peronismo, donde no por nada el silencio fue lo que predominó. Los peronistas saben que es completamente cierto lo que se plantea desde Cambiemos, la paritaria docente la van a tener que pagar cada uno de los distritos, si Vidal afloja los gobernadores del PJ tendrán problemas para no imitarla.
Por Marcos Novaro

(TN) La escalada de los sindicatos bonaerenses que impedirá este año se inicien las clases normalmente, como sucediera en el primer marzo de Mauricio Macri, con un gran esfuerzo fiscal de su parte recordemos, pareciera estar dándole el tono de mayor conflictividad y polarización que muchos anticipaban para este año electoral que empezamos.

Muchos interpretan lo que sucede, incluso, como la consecuencia más o menos directa de la propia lógica electoral. Como Roberto Baradel es uno de los sindicalistas ultra k que no hace nada sin consultar a Cristina Kirchner (y a Martín Sabbatella) es fácil concluir de su ofensiva para arruinarle el inicio de año a María Eugenia Vidal en lo inmediato, y a Macri indirectamente, un primer acto de campaña para las legislativas pergeñado en ese sector de oposición fanatizada.

or su parte, del lado del oficialismo bien puede entenderse la mayor rigidez en la oferta salarial planteada, vis a vis lo hecho 12 meses atrás, también con una inversa lógica electoral: polarizar con los kirchneristas residuales le viene bien, y hacerlo con el expreceptor Baradel, el colmo del sindicalista impopular de entre mala y pésima imagen en el grueso de los votantes, aun mejor. Si esos son los enemigos del macrismo, ¿qué importará a la hora de ir a las urnas el recuerdo de algunos “cuatro o cinco errores oficiales?

El Gobierno, recordemos, viene marcando una diferencia de trato bastante evidente hacia los gremios “moderados y necesarios para la reactivación”, de ahí sus módicos planteos hacia el grueso de la CGT, incluso a pesar de paros y marchas programados, con el que ofrece a gremios estatales como los docentes. Primero porque estos caen directamente en la mira de lo que Nicolás Dujovne ha llamado con precisión el ajuste fino y gradual del desbarajuste fiscal.

Segundo y más importante, porque en el Gobierno saben que las preferencias del grueso de sus votantes efectivos o potenciales en este terreno se acomodan bien a esas necesidades de las cuentas públicas: buena parte de los ciudadanos de los distritos que están en el foco del conflicto, pero también muchos en el resto del país, saben que los gremios estatales son antes parte de los problemas que viene arrastrando el país para tener una mejor oferta de bienes públicos que un aporte a su solución, y que esos sindicalistas se interesan antes por extraer mayores cuotas de presupuesto que de mejorar cualquier noción de servicio.

Por si la experiencia local no alcanzara para convencer a los oficialistas de que esta batalla vale la pena al menos plantearla, ahí están los casos de varios países latinoamericanos en los últimos años, bajo gobiernos de distinto signo, que cuando quisieron iniciar cambios en la calidad y la administración de los servicios de educación tuvieron que lidiar con los gremios respectivos. A veces en términos mucho más duros que aquí, como sucedió en México, o en Ecuador. Y en general lo hicieron con las sociedades respectivas acompañándolos.

Agreguemos que en el medio ni Baradel ni el resto del gremialismo docente bonaerense hicieron nada por despejar esta desconfianza ciudadana. Después de que el jefe de Suteba dijo que lo que Vidal les ofreció para evitar el paro, un anticipo de los aumentos, fue una “coima”, con una brutalidad parecida a su retiro intempestivo de TN cuando se desnudó que jamás estuvo al frente de una clase, varios de sus colegas festejaron ante las cámaras que ahora los docentes del distrito “están en acción” (cualquiera que haya viajado por las rutas bonaerenses recordará los carteles de la FEB con ese lema, al lado de gigantografías con bombos y banderas, o guardapolvos usados como banderas; parece que la cosa viene de largo). ¡Vaya!, yo siempre pensé que un maestro estaba en acción cuando se paraba frente a sus alumnos a enseñarles.

Pero por sobre todo, en el Gobierno entienden que conflictos como el planteado ponen sobre todo en aprietos al resto del peronismo, donde no por nada el silencio fue lo que predominó. Lo rompió casi en exclusiva el puntano Alberto Rodríguez Sáa, quien ofreció más de 60% de aumento, que puede suponerse pagará con el famoso “argentino” que su clan quiso imponernos como moneda de fantasía en 2001. El resto del partido de oposición, salvo el sector K, no parece interesado en intervenir. Y esto también por al menos dos razones.

Por un lado, saben que es completamente cierto lo que se plantea desde Cambiemos, la paritaria docente la van a tener que pagar cada uno de los distritos, si Vidal afloja los gobernadores del PJ tendrán problemas para no imitarla y no tienen el dinero para hacerlo ni lo van a poder conseguir fácilmente. Además de que el efecto dominó sobre el resto de sus muy abultadas plantillas de empleados podría terminar en desastre. Ahí también el ajuste fiscal en año electoral vuelve virtuosos a pecadores.

Porque lo otro que saben el grueso de los gobernadores de oposición es que también algunos de sus votantes se parecen en buena medida a los oficialistas en este punto.

Un número mayor que el de los de Cambiemos reciben ellos mismos cheques oficiales, pero muchos otros, sobre todo en provincias no del todo atrasadas, esperan que el estado deje de gastar a lo pavote en malos servicios vampirizando al resto, para que las actividades de las que ellos dependan puedan volver a tener alguna perspectiva de crecimiento. Así opinan los chacareros de Entre Ríos, los cordobeses del campo y las ciudades, muchos salteños y chubutenses.

¿Entonces para qué quemarse frente a esos votantes? Si el esfuerzo político de frenar los reclamos de 35% de aumento que hacen docentes y podrían imitar empleados administrativos lo hacen Macri y Vidal, los gobernadores pejotistas podrán evitarse ofender a mucha otra gente que quieren representar, a la que los ingresos no se les incrementan al ritmo de la inflación, mucho menos por encima de ella, desde hace años, simplemente callándose la boca. Después dirán que ellos lo hubieran hecho mejor evitando los paros o algo así.

Vista la situación desde esta perspectiva la conclusión del conflicto en marcha, y que por ahora dejará otra vez a varios millones de chicos sin clases en el comienzo de su curso lectivo, es la opuesta que tiende a extraerse, es que de nuevo que la polarización va camino a fracasar, no a imponerse como lógica dominante.

Y donde se va a resolver la disputa política y pueden resolverse los problemas que nos aquejan será en el centro político. En ese amplio espacio donde de vez en cuando cooperan oficialistas y opositores moderados y se ubica el grueso de la sociedad, que sabe los problemas son complejos, y detrás de los fuegos de artificios de los que protestan y los que les contestan hay poco que sacar en limpio y aprender.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)