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21.12.16

Tiempo de balances: la oposición

(El Observador) La competencia por la mayoría dentro de cada partido, y la pugna por la mayoría relativa entre los distintos partidos, predomina abiertamente sobre la cooperación. Les sigue sobrando mirada de corto plazo. Les sigue faltando, al menos desde mi punto de vista, sentido estratégico. Si apuestan simplemente al fracaso del gobierno de Vázquez pueden lamentarlo dentro de tres años.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) La oposición termina el 2016 con la ilusión renovada. Tiene algunas buenas razones, entre ellas, la más obvia, que al gobierno no le va bien como argumenté la semana pasada (escaso dinamismo económico, restricciones fiscales, dificultades para innovar en áreas centrales como educación, comercio y seguridad ciudadana, escisión de Gonzalo Mujica, etcétera). Pero antes de examinar el todo, observemos las partes. Como se verá, mientras algunos partidos y sectores se fortalecieron, otros muestran tensiones que parecen anunciar novedades. Y la coordinación opositora sigue brillando por su ausencia.

Intención de voto por candidato

Lo más sorprendente del año ha sido la creación del Partido de la Gente en torno a la enigmática figura del empresario y excandidato por el Partido de la Concertación a la Intendencia Municipal de Montevideo, Edgardo Novick. Estamos ante una pequeña gran hazaña. Es evidente que no es nada fácil inventar un partido en Uruguay, dada los comparativamente altos niveles de institucionalización del sistema de partidos y la densidad de sus tradiciones y liderazgos. Es muy pronto para saber hasta dónde puede llegar el “Trump” uruguayo. En la medida en que tiene un perfil político muy distinto a los demás, seguramente algo agrega en el “menú” de la oposición. Pero, en tanto ha pasado a ser un actor más, inexorablemente incrementa los ya conocidos problemas de coordinación del bloque opositor.

El partido que más sufrió la irrupción del nuevo actor fue el Partido Colorado. A lo largo de este año optaron por emigrar hacia la aventura que lidera Novick un senador y dos diputados, que habían sido electos por la fracción liderada por Pedro Bordaberry. El PC sufrió una pérdida adicional, muy dolorosa en el plano emocional y simbólico: me refiero al fallecimiento del expresidente Jorge Batlle, sin lugar a dudas, una de sus figuras más emblemáticas e influyentes de los colorados en las últimas décadas. La muerte encontró a Batlle trabajando por la recuperación de su partido. Le preocupaba muy especialmente generar nuevos liderazgos para complementar los existentes. Enfrentando a los expresidentes y a Pedro Bordaberry pero compartiendo la preocupación por la renovación de la oferta, Fernando Amado conformó su propio sector, Batllistas Orejanos. El tiempo dirá si es posible hacer crecer el PC con un discurso bien colorado pero de izquierda como el que propone Amado.

Para el Partido Nacional, en cambio, ha sido un buen año. De acuerdo a las mediciones de opinión pública disponibles está logrando retener un alto porcentaje de sus votantes de 2014. Ha tenido un fuerte protagonismos a lo largo de todo el año tanto en el debate público como en el trabajo parlamentario. Como siempre, la competencia interna ha sido uno de los factores que explican mejor el dinamismo del PN. Sus dos grandes sectores, liderados respectivamente por los senadores y compañeros de fórmula en 2014 Luis Lacalle Pou y Jorge Larrañaga, animaron la vida política a lo largo de todo el año confrontando con el gobierno. Pero, a la hora del balance, ambas corrientes exhiben panoramas muy distintos. El liderazgo de Lacalle Pou termina el año muy fortalecido. En particular, las encuestas confirman que sigue siendo uno de los presidenciables más populares y consolidados (ver gráfico 1). Mientras tanto, aparecieron grietas significativas en tiendas de Larrañaga. Han comenzado a hacerse oír cada vez con más claridad quienes reclaman un paso al costado del líder para facilitar la renovación de la oferta electoral del sector. Algunas de las principales figuras del sector (entre ellas, varios intendentes departamentales muy influyentes) ya discuten alternativas, entre las que tiende a destacarse la senadora Verónica Alonso.

Completan el panorama de la oposición dos ofertas opositoras bien distintas que compiten con el FA desde lugares distintos. A la izquierda del FA se ha consolidado Unidad Popular, denunciando el alejamiento del partido de gobierno de sus postulados tradicionales. Ha tenido escasa influencia, al menos hasta la fecha. A la derecha del FA, pero a la izquierda del resto de los partidos de oposición, incrementando su papel desde que logró acceder al Senado aparece, tesonero, el Partido Independiente. A lo largo del año los independientes han puesto proa cada vez más enérgicamente hacia la conformación de un proyecto político nuevo (el Espacio Socialdemócrata) que les permita sumar esfuerzos con dirigentes y votantes con los que tienen afinidades ideológicas evidentes (batllistas, wilsonistas y frentistas “seregnistas”). Aquí también reina la incertidumbre: difícil saber si tendrán éxito o no.

Durante el 2016 el bloque opositor, como puede verse, lejos de empezar a coordinar acciones ha incrementando su grado de fragmentación. Los independientes se distancian de Lacalle Pou y Bordaberry. Novick, en lugar de sumarle al PC, optó por restarle. La oposición sigue dividida. La competencia por la mayoría dentro de cada partido, y la pugna por la mayoría relativa entre los distintos partidos, predomina abiertamente sobre la cooperación. Les sigue sobrando mirada de corto plazo. Les sigue faltando, al menos desde mi punto de vista, sentido estratégico. Si apuestan simplemente al fracaso del gobierno de Vázquez pueden lamentarlo dentro de tres años.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)