 18.10.16
18.10.16¿Parar o no parar?
(7 Miradas) El punto es: qué cambiaría al día siguiente de un paro? Nada. Por eso la mayoría de los sindicalistas son críticos con la política económica, pero no quieren hacer el paro: no arregla nada, reafirmará al gobierno en su postura (es decir, le hacen un favor), no mejora la posición negociadora de los sindicatos, serán acusados de querer complicar a Macri y tampoco ganarán legitimidad ante la opinión pública.Por Carlos Fara		
		
		
(7 Miradas) Desde el mismo momento en que se unificó  (algo de) la CGT, la pregunta política que quedó flotando en el  ambiente fue ¿esto es mejor o peor para el gobierno?
Siempre consideramos que, a la corta o  la larga era mejor, ya que la dispersión de actores en una situación  económica crítica siempre dificulta las cosas. Pero, como dice la  anécdota del director técnico brasileño, “los otros también juegan”. Es  decir: la CGT no es monolítica, quedaron al menos 2 sectores afuera,  además de las CTA y la izquierda.
Como en toda decisión, lo importante son  1) las percepciones y 2) los cálculos de poder. La percepción de buena  parte del sindicalismo es que la economía no arranca por depresión del  bolsillo de la mayoría de los trabajadores. Esto se ve apoyado en  algunos datos objetivos, no es puro invento.
Sin embargo, la segunda variable es más  complicada: los cálculos de poder, externos -qué van a hacer los otros  sectores sindicales- e internos -qué reclaman las bases. Todos pueden  estar equivocados, pero eso no importa.
Le pone la CGT palos en la rueda al  gobierno? Paradójicamente, si la CGT se endurece no será porque quieren  convertirse en ninguna vanguardia revolucionaria… sino porque no les  quede otra: no se pueden permitir quedar como tibios o negociadores (un  clásico debate sindical).
Que hay entonces detrás de tantas  amenazas y declaraciones duras (de algunos)? 1) Posicionamientos  internos, 2) posicionamiento frente a la negociación, y 3)  posicionamiento frente a las bases. O como dice Sun Tzú en El Arte de la  Guerra: “la guerra se basa en la impostura”. Mostrarse duro cuando se  quiere ser blando.
El punto es: qué cambiaría al día  siguiente de un paro? Nada. Por eso la mayoría de los sindicalistas son  críticos con la política económica, pero no quieren hacer el paro: no  arregla nada, reafirmará al gobierno en su postura (es decir, le hacen  un favor), no mejora la posición negociadora de los sindicatos, serán  acusados de querer complicar a Macri y tampoco ganarán legitimidad ante  la opinión pública.
Qué dice la gente? La CGT tiene una  imagen positiva baja (23 %) y más de la mitad con opinión negativa (un  clásico). Sin embargo, yendo al paro concretamente, 4 de cada 10 dicen  que están de acuerdo y más de la mitad lo rechaza. Acá existe una brecha  palpable.
Como comentamos hace un par de semanas  en la nota “Calma después de la tormenta”, post fallo de la Corte  mejoraron casi todos los indicadores sobre el humor social y la  situación del gobierno. Si la inflación no recrudece, la administración  Macri habrá entrado en una meseta, con leve recuperación. Cuando se  reactive sensiblemente la economía será otro cantar. Por ahora estamos  en una transición.
Con este cuadro, la mayoría está  molesta, pero no tanto como 2 meses atrás. Por eso el paro no  concita apoyo mayoritario, pero tiene suficiente apoyo como para que no  sea una expresión aislada de trasnochados.
Para tomar decisiones políticas, las transiciones son lo peor.
 
(7 Miradas) Desde el mismo momento en que se unificó (algo de) la CGT, la pregunta política que quedó flotando en el ambiente fue ¿esto es mejor o peor para el gobierno?
Siempre consideramos que, a la corta o la larga era mejor, ya que la dispersión de actores en una situación económica crítica siempre dificulta las cosas. Pero, como dice la anécdota del director técnico brasileño, “los otros también juegan”. Es decir: la CGT no es monolítica, quedaron al menos 2 sectores afuera, además de las CTA y la izquierda.
Como en toda decisión, lo importante son 1) las percepciones y 2) los cálculos de poder. La percepción de buena parte del sindicalismo es que la economía no arranca por depresión del bolsillo de la mayoría de los trabajadores. Esto se ve apoyado en algunos datos objetivos, no es puro invento.
Sin embargo, la segunda variable es más complicada: los cálculos de poder, externos -qué van a hacer los otros sectores sindicales- e internos -qué reclaman las bases. Todos pueden estar equivocados, pero eso no importa.
Le pone la CGT palos en la rueda al gobierno? Paradójicamente, si la CGT se endurece no será porque quieren convertirse en ninguna vanguardia revolucionaria… sino porque no les quede otra: no se pueden permitir quedar como tibios o negociadores (un clásico debate sindical).
Que hay entonces detrás de tantas amenazas y declaraciones duras (de algunos)? 1) Posicionamientos internos, 2) posicionamiento frente a la negociación, y 3) posicionamiento frente a las bases. O como dice Sun Tzú en El Arte de la Guerra: “la guerra se basa en la impostura”. Mostrarse duro cuando se quiere ser blando.
El punto es: qué cambiaría al día siguiente de un paro? Nada. Por eso la mayoría de los sindicalistas son críticos con la política económica, pero no quieren hacer el paro: no arregla nada, reafirmará al gobierno en su postura (es decir, le hacen un favor), no mejora la posición negociadora de los sindicatos, serán acusados de querer complicar a Macri y tampoco ganarán legitimidad ante la opinión pública.
Qué dice la gente? La CGT tiene una imagen positiva baja (23 %) y más de la mitad con opinión negativa (un clásico). Sin embargo, yendo al paro concretamente, 4 de cada 10 dicen que están de acuerdo y más de la mitad lo rechaza. Acá existe una brecha palpable.
Como comentamos hace un par de semanas en la nota “Calma después de la tormenta”, post fallo de la Corte mejoraron casi todos los indicadores sobre el humor social y la situación del gobierno. Si la inflación no recrudece, la administración Macri habrá entrado en una meseta, con leve recuperación. Cuando se reactive sensiblemente la economía será otro cantar. Por ahora estamos en una transición.
Con este cuadro, la mayoría está molesta, pero no tanto como 2 meses atrás. Por eso el paro no concita apoyo mayoritario, pero tiene suficiente apoyo como para que no sea una expresión aislada de trasnochados.
Para tomar decisiones políticas, las transiciones son lo peor.


