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29.09.16

Orden, autoridad, tolerancia

(El Observador) En dos décadas este país cambió mucho. Atravesó una crisis económica y social formidable (entre 2000 y 2002) y un cambio político no menos notable (a partir del 2004). En ese contexto, los valores vienen mutando. Aunque demandamos más orden, nos hemos vuelto más tolerantes.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) Desde 1996 Uruguay participa en el Estudio Mundial de Valores, una valiosísima iniciativa dirigida por el politólogo norteamericano Donald Inglehart desde la Universidad de Michigan(1). El EMV procura registrar y explicar los cambios que, lentamente, van modificando el mapa de la cultura política mundial. A su manera, a lo largo de estas dos décadas, también nuestra sociedad ha ido cambiando su mirada sobre algunos valores muy importantes. En particular, según Ignacio Zuasnabar, se ha incrementado significativamente la preferencia por el orden y la autoridad. Al mismo tiempo, paradójicamente, según Inés Fynn, aumentó la tolerancia social. Vayamos por partes.

Crece la valoración de la autoridad: entre 1996 y 2011 el porcentaje de uruguayos que pasó de considerar bueno “que en el futuro exista un mayor respeto por la autoridad” pasó de 54% a 66%. Crece la valoración de la obediencia: en estos quince años el porcentaje de personas que menciona la obediencia entre las “cinco cualidades más importantes para enseñar a un niño” pasó de 29% al 52%. Crece la valoración del orden: en el mismo lapso quienes consideran que la “responsabilidad más importante del gobierno” es mantener el orden trepó del 33% al 46%; mientras tanto, “respetar la libertad del individuo” cayó del 61% al 41%. Sintetizando la información recogida dice Zuasnabar: “Este cambio es profundo, de magnitud. Hace pocos años, la mayoría absoluta de la sociedad uruguaya tenía una orientación débil hacia la autoridad y el orden. Hoy la fotografía es muy diferente: nuestra sociedad se dividen en tercios casi perfectos”: “Aproximadamente un tercio podría considerarse de orientación alta a la autoridad y obediencia, un tercio en el medio, y un tercio levemente mayor tiene orientación baja”2.

En trabajos anteriores Zuasnabar profundizó sobre las posibles causas de este incremento de los valores de autoridad y obediencia en la sociedad uruguaya. Algunas se conectan a dinámicas locales: crisis económica del 2002, aumento del delito y de la percepción de inseguridad ciudadana. Otras guardan relación con procesos globales que generan “inseguridad existencial” y “reflejos autoritarios en nuestras sociedades” como la globalización económica, las migraciones, el “choque de civilizaciones” o el crecimiento del terrorismo internacional. Todas ellas, de un modo otro, remiten a la misma raíz: la inseguridad. En términos del propio Inglehart: “La inseguridad lleva a una necesidad de figuras de autoridad fuerte que nos protejan de las fuerzas amenazantes. (…). Por el contrario, condiciones de prosperidad y seguridad conducen a un mayor énfasis en la autonomía individual y a una disminución de la deferencia a la autoridad”.

El cambio de valores, por ahora, parece tener más consecuencias de orden social que de naturaleza estrictamente política. Contra lo que podría esperarse, el sensible aumento de la preferencia por los valores de autoridad, orden y obediencia no afecta el apoyo de la ciudadanía al régimen democrático. Los uruguayos reclaman más autoridad, pero no demandan autoritarismo. No existe, al menos por el momento, riesgo institucional. Sin embargo, advierte Zuasnabar, sí puede afectar de modo sensible la convivencia social. Los individuos que integran este tercio de la opinión pública, los que tienen una preferencia alta por valores de autoridad y orden, son los que más desconfían de los inmigrantes, de las personas de otras religiones o nacionalidades, y los que tienen mayores niveles de rechazo hacia comportamientos que suelen generar polémica en la sociedad como la homosexualidad, el aborto, la prostitución, el divorcio y las relaciones sexuales antes del matrimonio.

Afortunadamente, al mismo tiempo, según Inés Fynn, se verificó un proceso de cambio de valores de signo contrario: se incrementó de un modo igualmente significativo la tolerancia social3. Desde 1996 a 2011 el porcentaje de encuestados que menciona que es “importante alentar la tolerancia y el respeto a otras personas” pasó de 70% a 82% (el promedio mundial es 67%). La tolerancia aumentó en todos los segmentos, y algo más significativamente entre quienes se autoidentifican como de derecha y entre los menos interesados en la política. Los niveles de tolerancia siguen estando asociados al nivel educativo: los más educados tienden a ser más tolerantes que los menos educados”. Concluye la autora, insistiendo en un tema clave: “Estos hallazgos permiten reafirmar la importancia de la educación para acortar desigualdades entre los individuos no solo en términos de oportunidades materiales sino también lo que respecta a la estructura de valores”.

En dos décadas este país cambió mucho. Atravesó una crisis económica y social formidable (entre 2000 y 2002) y un cambio político no menos notable (a partir del 2004). En ese contexto, los valores vienen mutando. Aunque demandamos más orden, nos hemos vuelto más tolerantes.

1 Ver: World Values Survey: http://www.worldvaluessurvey.org/wvs.jsp

2 Ver: Zuasnabar, Ignacio (2016). “Aumento de los valores de autoridad en Uruguay: ¿riesgo para la convivencia social?, en Los cambios de valores en la sociedad uruguaya: confianza, tolerancia, pobreza, autoridad, género, Ucudal-KAS.

3 Fynn, Inés. “Tolerancia social y brecha educativa en Uruguay”, en Los cambios de valores en la sociedad uruguaya: confianza, tolerancia, pobreza, autoridad, género, Ucudal-KAS

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)