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28.07.16

Entre Tinelli y la ANSES

(7 Miradas) En materia de debates políticos, lo importante no es tener la razón. Lo importante es que nuestras argumentaciones sean verosímiles frente a la ciudadanía (al menos la parte de ella que más nos importa). Son cruciales las sospechas y los prejuicios que se disparan en este tipo de situaciones.
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Imponer agenda es clave cuando se está en el gobierno, de modo que se hable de lo que uno quiere, convirtiendo a los demás en comentaristas de la realidad.

Claro que eso no siempre se logra. Por ejemplo, cuando se produce una crisis por un hecho fortuito (una catástrofe natural), una propuesta opositora que no se puede dejar de comentar (la ley antidespido), o un error propio, o una decisión polémica (el aumento de tarifas). La dinámica mediática afecta mucho el ejercicio de decidir de qué hablar cada día. O como dice el colega Mauricio de Vengoechea, “el mejor sinónimo de gobierno es crisis”. Se vive en un continuo comité de crisis.

El problema no son las crisis, sino cómo se las aprovecha para alimentar el propio posicionamiento. Si uno de mis puntos es la honestidad, la confianza y la escucha, al final de la crisis la mayoría se tiene que ir con estas impresiones, más allá de los errores que se hayan cometido.

Pero claro, buena parte del secreto reside en evitar generar crisis, además de saber administrarlas de manera eficiente. Convertirse en un buen piloto de tormentas no es un gran mérito en sí mismo, porque habitualmente este tipo de pilotos siempre se meten en tormentas.

Si la crisis se produce por una decisión necesaria y estratégica, aunque antipática, es muy diferente a cuando el origen tiene que ver con polémicas innecesarias. En esta línea se ubican la polémica con Tinelli y el uso comunicacional de las bases de la Anses.

Primer tema: hay que tomar decisiones respecto a qué es prioritario y útil estratégicamente, y qué no lo es. Nuestra agenda habla mucho de qué somos, y qué queremos ser, a qué le estamos poniendo foco.

Segunda cuestión: toda decisión que se tome debe pasar por el filtro del área de comunicación estratégica, responsable de procesar cómo lo tomarán los medios y la opinión pública. Es quien debe hacer las advertencias del caso, asegurarse que funcionen las alertas, y proponer qué se dirá en caso que se genere una crisis. Cuanto menos haya que usar este sistema, obviamente es mejor para la salud de la imagen del gobierno de turno.

Tercera cuestión: una vez que se mete la pata se debe salir de la crisis generada lo más rápido posible y hacer control de daños, evaluando qué aprendizaje se realiza para adelante.

En materia de debates políticos, lo importante no es tener la razón. Lo importante es que nuestras argumentaciones sean verosímiles frente a la ciudadanía (al menos la parte de ella que más nos importa). Son cruciales las sospechas y los prejuicios que se disparan en este tipo de situaciones.

Si ya se había logrado el objetivo político de sacarlo a Tinelli de la superliga y la AFA, ¿para qué alimentar la polémica? Si se había hecho una crítica a los K por el uso de las bases de organismos públicos ¿para qué alimentar sospechas sobre la posibilidad de que se caiga en el mismo defecto?

Moraleja: “It´s complicated”. Las crisis sedimentan sensaciones en la opinión pública que no se reparan con la comunicación correcta en las redes sociales.

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)