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21.04.16

Perú, ante un desafío institucional

(La Nación) Casi dos tercios de los votantes al menos -considerando los pequeños porcentajes que obtuvieron otros candidatos afines- optaron por mantener el modelo de democracia liberal y libre mercado. Aunque ese respaldo es mucho menos ideológico que lo que podría parecer, el efecto práctico es que Perú continuará siendo un país propicio para el desarrollo de los negocios y la inversión. El próximo gobierno, sin embargo, enfrentará desafíos complejos. Ni Keiko Fujimori ni Pedro Pablo Kuczynski se perfilan como los más indicados para liderar un proceso de reconstrucción institucional de la envergadura que requiere el Perú.
Por Raúl Ferro

(La Nación) Los resultados de las elecciones presidenciales y parlamentarias del 10 de abril en Perú han marcado una clara señal de continuidad del modelo de economía de mercado en el que este país andino se embarcó hace 25 años. Keiko Fujimori, hija del autócrata presidente que inició las reformas liberales que sacaron al país del caos y lo convirtieron en una de las economías de mayor y más estable crecimiento en la región, obtuvo alrededor del 40% de los votos, seguida del liberal Pedro Pablo Kuczynski, un ex banquero de inversión, ex funcionario del Banco Mundial y ex ministro, con alrededor del 21%. Quién será el próximo presidente del Perú quedará decidido tras un ballottage que se celebrará el 5 de junio próximo.

Casi dos tercios de los votantes al menos -considerando los pequeños porcentajes que obtuvieron otros candidatos afines- optaron por mantener el modelo de democracia liberal y libre mercado. Aunque ese respaldo es mucho menos ideológico que lo que podría parecer, el efecto práctico es que Perú continuará siendo un país propicio para el desarrollo de los negocios y la inversión.

El próximo gobierno, sin embargo, enfrentará desafíos complejos. En primer lugar, cómo mantener altos niveles de inversión y crecimiento en un entorno marcado por el fin del superciclo de precios que benefició a las materias primas en los últimos años. La inversión y las exportaciones mineras han sido, por lejos, los principales pilares sobre los que se ha sostenido el crecimiento. El Perú está entre los cinco mayores productores de cobre, plata, oro y zinc del mundo. Los menores precios de estos productos harán más difícil el manejo macroeconómico y fiscal del país y el mantenimiento de la inversión extranjera directa. Si bien la economía se ha diversificado en los últimos años -con el desarrollo exitoso de exportaciones agroindustriales (Perú es hoy el mayor exportador mundial de espárragos y está entre los 10 primeros exportadores de palta, arándanos, quinua, uvas y pimientos secos, entre otros productos) y de sectores ligados al mercado interno, como la construcción- todavía es muy dependiente de las exportaciones de minerales.

Sin embargo, los mayores desafíos del Perú no son económicos. Son políticos e institucionales. Pese al evidente progreso económico y a la reducción de la pobreza, todos los presidentes peruanos de los últimos 25 años han terminado su mandato con altísimos niveles de desaprobación (los anteriores no cuentan; terminaron también sin apoyo popular, pero eran épocas de caos económico y de seguridad), al igual que los legisladores. Tampoco hay confianza en el Poder Judicial.

Ni Keiko Fujimori ni Pedro Pablo Kuczynski se perfilan como los más indicados para liderar un proceso de reconstrucción institucional de la envergadura que requiere el Perú.

Keiko Fujimori arrastra el estigma de su padre, quien a los dos años de estar en el gobierno promovió un autogolpe que le dio vía libre para gobernar sin cortapisas, apoyado por un régimen tenebroso y corrupto manejado desde las sombras por el jefe de su servicio de inteligencia, Vladimiro Montesinos, que violó derechos humanos a diestra y siniestra. El problema no es tanto la candidata en sí, educada en Estados Unidos y con un máster en la Universidad de Columbia, sino el riesgo de que sea cooptada por parte del antiguo entorno de su padre. Con 68 congresistas, el partido de Fujimori alcanzó la mayoría parlamentaria, lo que le da un importante poder.

En el caso de Kuczynski, el problema es su falta de aparato político y su perfil tecnocrático. Su partido es básicamente él y su entorno cercano. Tiene apenas 20 de los 130 miembros que componen el Congreso y no cuenta con masa crítica como para embarcarse en las tareas de construcción institucional que el país necesita. Es más: debido a su pasado como banquero de inversión, se lo percibe como un eficaz administrador más que como un estadista.

La buena noticia del 10 de abril es que el Perú decidió continuar con su modelo económico actual, que con todos sus defectos le ha traído indudables beneficios a la población. La mala noticia es que en lo político poco se ha avanzado desde la renuncia de Alberto Fujimori a la presidencia, en el año 2000. Aunque el Perú ha podido navegar bien en medio de la precariedad institucional estos últimos 25 años, el país no puede seguir abusando de su suerte. Ojalá el próximo presidente dé la sorpresa y se convierta en el estadista que el Perú necesita.

Fuente: La Nación (Buenos Aires, Argentina)