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18.09.15

Amenaza bélica también sirve

Mil 482 deportados y 20.000 colombianos que salieron de Venezuela ante el hostigamiento, las humillaciones y el temor de que les llegara la expulsión forzada, según la ONU, es el saldo primario del último mandoble chavista.
Por Hugo Machín Fajardo

La última guerra entre países latinoamericanos ocurrió hace veinte años entre Ecuador y Perú. Conviene recordar que ese fantasma no es tan ajeno a la región.

El lunes 21 cuando esté ingresando la primavera austral, cuatro presidentes latinoamericanos se reunirán -una vez más,-esta vez en Quito, para intentar zanjar- ¿hasta qué próxima fecha?- un diferendo que ese día cumplirá 38 de cierre unilateral de fronteras decretado por Venezuela contra Colombia.

En 2011, la sociedad uruguaya se desayunó de que el entonces ex presidente y ahora presidente por segunda vez de Uruguay, el socialista Tabaré Vázquez, en 2006, pidió auxilio al entonces presidente republicano estadounidense George W. Bush por si las tropas argentina de Néstor Kirchner pasaban de efectuar inusuales maniobras bélicas frente al territorio oriental (Paysandú), a agresiones ocasionadas por el denominado “conflicto de las papeleras”.

Aunque hoy no se tenga presente, hubo un corte de puentes que de unir fraternalmente a ambos pueblos, se convirtieron en causa de su separación durante tres años y medio. También el peronismo de los años cincuenta había creado la denominada cortina de nylon para limitar la llegada de argentinos a Uruguay.

Bush se limitó a declarar que Uruguay “es un país amigo y socio de Estados Unidos” y, en opinión de Vázquez, eso alcanzó para aplacar eventuales ánimos belicistas en la Casa Rosada.

Amagues bélicos los hubo reiteradamente en los últimos tiempos desde la Venezuela de Chávez hacia Colombia.

En 2005 Chávez suspendió las relaciones comerciales entre ambos países tras la captura del líder de las FARC, Rodrigo Granda, que, según Chávez, fue realizada en Caracas y trasladado clandestinamente a Colombia.

En 2007 nuevamente Chávez suspende las relacione comerciales con Colombia, aduciendo que mientras Uribe estuviera en la Casa de Nariño no podía haber relaciones entre ambos países.

En marzo de 2008, el Comandante Supremo –como se le dice en Venezuela- patrulló personalmente en helicóptero artillado la frontera entre ambos países y acompañado de unos cuantos de sus 190 tanques de guerra; cerró su embajada en Bogotá y ordenó la expulsión del embajador colombiano en Caracas.

Música para la fiera. El concierto “Paz sin fronteras” del 17 de marzo de ese año, convocado en el puente que une a ambas naciones por el músico colombiano Juanes, acompañado por Juan Luis Guerra, Miguel Bossé, Carlos Vives, Ricardo Montaner, Juan Fernando Velazco y Alejandro Saenz, que concentró a cien mil colombianos y venezolanos unificados por la misma camiseta blanca, mojó la posible pólvora con que amenazaba el desaparecido presidente venezolano. https://www.youtube.com/watch?v=8dD797caSlI

En julio de 2009, Chávez vuelve a congelar las relaciones con su vecino. En esa oportunidad movilizo 15.000 soldados, de su casi 60. 000 disponibles en tierra, mar y aire- a la frontera con Colombia y pronosticó “una guerra de cien días”.

Esto determinó para Colombia la caída en sus exportaciones al principal comprador. El entonces vicepresidente de Colombia, Francisco Santos, dijo en la cumbre del Mercosur de diciembre de ese año en Montevideo, que su país llevaba perdidos cerca de 170 mil empleos en la frontera con Colombia.

En Venezuela la estimación en este rubro elevaba la cifra a 500 mil plazas laborales. Datos de la Cámara de Integración Económica Venezolano – Colombiana (CAVECOL), ubicaban el intercambio comercial entre ambos países en 7.300 millones de dólares en 2008 y la proyección para el total del 2009 en unos 4.700 millones, 35% de lo alcanzado en el año anterior. Las entidades comerciales fronterizas advertían que un cierre completo de fronteras con Venezuela podría significar pérdidas económicas en el orden de cuatro millones de dólares diarios.

En julio de 2010, luego de medio año de relaciones comerciales congeladas, Chávez rompió relaciones diplomáticas con Bogotá a raíz de la denuncia de que Venezuela ampara a los líderes de guerrilleros colombianos.

Lo paradójico es que estos episodios ocurridos entre países vecinos tuvieron y tienen sus epicentros en puentes denominados Simón Bolívar, entre Colombia y Venezuela- y José de San Martín, entre Argentina y Uruguay. La Carta de Jamaica, que está cumpliendo 200 años, resultó excesivamente optimista en sus aspiraciones sobre la unidad latinoamericana.

Lo cierto es que a las 14 horas del próximo lunes, un Vázquez que ejerce la presidencia pro tempore de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) - y que no se fotografía con la chaquetilla verde oliva chavista con la que sí le gustaba figurar al inefable “Pepe” Mujica-; junto al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, también en su carácter de pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), se reunirán en el Palacio Carondelet, sede del gobierno de Ecuador, e intentarán viabilizar las relaciones colombo-venezolanas junto a sus pares Juan M. Santos y Nicolás Maduro.

Venezuela aceptó las tres condiciones humanitarias propuestas por Colombia para iniciar este dialogo: funciona el corredor humanitario que permite a escolares venezolanos ingresar a sus escuelas colombianas; suspendió las deportaciones ilegales y se integró a la mesa de acuerdo bilateral para reorganizar el caos generado a las familias colombianas expulsadas del territorio venezolano.

Mil 482 deportados y 20.000 colombianos que salieron de Venezuela ante el hostigamiento, las humillaciones y el temor de que les llegara la expulsión forzada, según la ONU, es el saldo primario del último mandoble chavista.