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21.01.15

La «nueva OPP» y el discreto regreso del desarrollismo

(El Observador) Durante el primer gobierno del FA, el libreto desarrollista quedó en un segundo plano, eclipsado por el protagonismo del equipo económico y su bien conocido énfasis en la estabilidad de las «reglas de juego». En el segundo gobierno, el guion desarrollista se atrevió a asomar un poco más la cabeza, y se hizo visible en el creciente protagonismo de las empresas públicas, el despegue del Ministerio de Industria, Energía y Minería liderado por Roberto Kreimerman y, desde luego, en diversas políticas de la OPP bajo la dirección de Gabriel Frugoni. El tiempo dirá qué papel termina jugando la nueva OPP.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) Vengo insistiendo en que el “clima” ideológico en la izquierda uruguaya está cambiando. Admito que no es sencillo ni visualizarlo ni demostrarlo. Es que lo nuevo, como es habitual entre nosotros, aparece chiflando bajito y mirando para otro lado. Recordemos, por ejemplo, que fue así, poco a poco, “a la uruguaya”, que el FA fue virando hacia el centro después de la restauración de la democracia. Pero, estoy convencido de que, de la misma manera, en puntas de pie, gradualmente, viene concretándose otro cambio muy significativo: el desarrollismo está de regreso.

Una nueva señal que va en este sentido son las declaraciones recientes de Álvaro García, futuro director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. Explicando cuáles serán las líneas principales de su gestión dijo que están dadas las condiciones para emular, 50 años después, la experiencia de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico. Según él, la “nueva OPP” debe mantener algunas de sus actuales funciones (por ejemplo, su clásico papel en el proceso presupuestal o su mucho más reciente protagonismo en políticas territoriales) pero potenciar su capacidad de “planificación estratégica” (“Hay herramientas para trabajar hacia 2030 como se hizo en su momento con la CIDE”).1

Izquierda y desarrollismo han tenido una relación estrecha pero conflictiva. En la década de 1960, la experiencia de planificación llevada adelante por la CIDE fue mirada con recelo por las principales organizaciones de la izquierda uruguaya. Rodney Arismendi, en nombre del Partido Comunista, Vivian Trías, desde el Partido Socialista, y Carlos Quijano, empinado sobre la tribuna de Marcha, dejaron numerosos testimonios de rechazo a la CIDE, en tanto criatura de la Alianza para el Progreso. La crítica al reformismo desarrollista, de todos modos, iba más allá de la circunstancia concreta (contar con el auspicio de Estados Unidos). La reforma, en la visión de los revolucionarios, es el peor enemigo de la revolución.

Hubo, como siempre, excepciones. Juan Pablo Terra, desde la tradición de la democracia cristiana, por ejemplo, brindó un apoyo entusiasta a la tarea de la planificación. Israel Wonsewer, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, facilitó que Enrique Iglesias, en ese entonces docente del Instituto de Economía, pudiera asumir la Secretaría Técnica de la CIDE actuando “en comisión”. A través de ese puente, construido por Wonsewer e Iglesias, numerosos estudiantes de Economía y jóvenes egresados, pese a simpatizar con las visiones de izquierda, terminaron teniendo una actuación intensa y decisiva en los distintos grupos que se ocuparon, primero, de construir información y, de inmediato, de formular los planes (entre ellos, desde luego, descollaron Danilo Astori y Alberto Couriel).

A su vez, la participación de estos jóvenes profesionales de izquierda en la experiencia de la planificación facilitó que muchas de las ideas y propuestas de la CIDE fueran incorporadas por la izquierda uruguaya. Esto es especialmente notorio en las Bases Programáticas de la Unidad, documento elaborado por el Frente Amplio en 1971 en el momento de su nacimiento. Como también ocurriera en los partidos fundacionales, las recomendaciones de la CIDE no fueron adoptadas de modo automático, mecánico, acrítico. Por el contrario fueron sometidas a un examen cuidadoso para determinar su compatibilidad con las respectivas tradiciones ideológicas. Por ende, al par de adoptadas, muchas de las ideas de la CIDE fueron adaptadas, modificadas, reinterpretadas. Al vaciarse en el molde ideológico de los partidos de izquierda (en el momento de la construcción de la unidad política) el contenido de los planes de la CIDE cambió. Nació, así, un “desarrollismo de izquierda” que se las ingenió para persistir, congreso tras congreso, en los sucesivos programas del FA (la palabra “desarrollo” es la que más se destaca en las Bases Programáticas 2015-2019 como puede verse en el gráfico).

Durante el primer gobierno del FA, sin perjuicio de algunos significativos esfuerzos prospectivos de ese cuño ejecutados dentro de la OPP, el libreto desarrollista quedó en un segundo plano, eclipsado por el protagonismo del equipo económico y su bien conocido énfasis en la estabilidad de las “reglas de juego” (la corriente principal del pensamiento económico durante los últimos 20 años). En el segundo gobierno, el guion desarrollista se atrevió a asomar un poco más la cabeza, y se hizo visible en el creciente protagonismo de las empresas públicas, el despegue del Ministerio de Industria, Energía y Minería liderado por Roberto Kreimerman y, desde luego, en diversas políticas de la OPP bajo la dirección de Gabriel Frugoni.

El tiempo dirá qué papel termina jugando la “nueva OPP”. El espacio que ocupe en la gestión de gobierno no sólo dependerá del talento y la energía de su nuevo director. También será una función del protagonismo que el presidente electo esté dispuesto a concederle. En este sentido, todo indica que tiene viento a favor. Tabaré Vázquez nunca ha disimulado su simpatía por Álvaro García. Cuanto más protagonismo tenga la OPP más chances tendrá su director en la carrera (que ya se vislumbra) por la nominación presidencial del FA en 2019.

1 Ver: http://www.elobservador.com.uy/noticia/296200/-la-nueva-opp-buscara-moldear-el-pais-de-los-proximos-20-anos/

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)