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10.12.14

Vázquez reloaded

(El Observador) Vázquez no va a gobernar contra el FA sino con el FA. El resultado final de las decisiones y políticas públicas de su segundo mandato será la resultante de la combinación de muchos vectores de tamaños y orientaciones diferentes. El poder del mandatario electo no es despreciable. Pero ni siquiera Vázquez, el presidente políticamente más poderoso desde que existe democracia electoral en Uruguay (no es el líder de una fracción sino de todo el partido), puede ignorar el peso político de otros actores e instituciones.
Por Adolfo Garcé

(El Observador) Tabaré Vázquez movió rápido las piezas. Aprovechando el viento a favor de la gran votación obtenida por el Frente Amplio en octubre y noviembre, apenas dos días después de haber ganado el balotaje, y ahorrándose la clásica ronda de consultas con los líderes de las distintas corrientes internas, el presidente electo anunció los nombres de cada uno de los ministros y los subsecretarios.

Las designaciones, en general, no se apartaron demasiado de los nombres que se fueron manejando durante todo el año ni ignoraron la correlación de fuerzas dentro del FA. Hizo una campaña electoral hablando de certezas. ¿Por qué esperar que a la hora de estructurar el gabinete se inclinara por las sorpresas? Es público y notorio que valora especialmente la experiencia previa, entre otras razones, porque prefiere delegar poder en sus ministros a tener que involucrarse directamente en la gestión de las distintas políticas. Y cualquiera que lo conozca sabe que hay dirigentes como María Julia Muñoz, Víctor Rossi o Rodolfo Nin Novoa en los que confía desde hace décadas porque lo han acompañado en momentos decisivos de su trayectoria política (gestión en la IMM, creación del Encuentro Progresista, gobierno nacional).

Pero Vázquez no solo apeló a cuadros de gobierno de comprobada lealtad personal y política hacia él. Además, se cuidó de no agraviar a ninguno de los principales sectores del FA. Así como a la hora de proponer un candidato a la vicepresidencia, tomando nota de la excelente votación de su sector el domingo 1º de junio, propuso el nombre de Raúl Sendic, cuando nombró su nuevo gabinete no ignoró el peso electoral del presidente saliente. Creo que la ratificación en sus cargos de los actuales ministros Eduardo Bonomi, Eleuterio Fernández o Tabaré Aguerre, por ejemplo, responde esencialmente a este otro criterio. Aunque el MPP, según ha trascendido, hubiera pretendido otros nombres, dejó en manos de esta fracción dos ministerios muy importantes, uno del área social (Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente) y otro del área productiva (Industria, Energía y Minería).

Así como no agravió a ningún sector del FA (a lo sumo, hilando filo, a la senadora Constanza Moreira que le disputó la candidatura presidencial), se cuidó de enviar señales de paz hacia las organizaciones de mujeres que todavía no le perdonan el veto que interpuso, hacia fines de 2008, a los artículos relacionados con la interrupción voluntaria del embarazo de la ley de Salud Sexual y Reproductiva. Cinco de 13 integrantes de su gabinete son mujeres. Dicho sea de paso, el fuerte énfasis que está poniendo en el nuevo “buque insignia”, el Sistema Nacional Integrado de Cuidados (un asunto central para las organizaciones de mujeres), apunta en la misma dirección.

Desde luego, el golpe de efecto fue notable: el líder frenteamplista, con este gesto tan simple como persuasivo, comunicó hacia dentro y fuera de tiendas frenteamplistas que, fiel a su estilo, está dispuesto a hacer valer su autoridad. Sin embargo, no creo que pueda inferirse a partir de esta primera tanda de designaciones (faltan los directorios de entes autónomos y servicios descentralizados) que Vázquez se propone ignorar o acorralar a la estructura frenteamplista. Una cosa es que intente maximizar el uso de los recursos de poder a su alcance y otra, muy distinta, que ignore el poder político de los demás. Sospecho que no hace falta explicarle al expresidente que los comunistas tienen una gran influencia en el movimiento sindical, y que el PIT-CNT sigue siendo la organización social más influyente y con mayor poder de veto de este país. Tampoco creo que haga falta avisarle que la bancada del FA no suele votar a tapas cerradas los proyectos que vienen del Ejecutivo, y que responden al MPP nada menos que el 46% de los legisladores frenteamplistas (seis senadores en 16, 24 diputados en 50).

En suma, si mi interpretación es correcta, Vázquez no va a gobernar contra el FA sino con el FA. El resultado final de las decisiones y políticas públicas de su segundo mandato será la resultante de la combinación de muchos vectores de tamaños y orientaciones diferentes. El poder del mandatario electo no es despreciable. Pero ni siquiera Vázquez, el presidente políticamente más poderoso desde que existe democracia electoral en Uruguay (no es el líder de una fracción sino de todo el partido), puede ignorar el peso político de otros actores e instituciones.

Esto no quiere decir que haya que esperar un gobierno sin tensiones. Todo lo contrario. Cada decisión, cada política pública, puede transformarse rápidamente en una trinchera en llamas. Entre las zonas de riesgo se destacan dos. En primer lugar, como siempre, el presupuesto: existe una tensión muy evidente entre el nivel de los gastos prometidos y las restricciones financieras que se vislumbran. En segundo, como ya ocurrió durante su primera presidencia, la política exterior: las declaraciones del nuevo canciller a favor de los TLC no parecen estar en sintonía con el enfoque desarrollista (regionalista y mercosureño) que prevalece en el FA. Vázquez tomó nota del poder político de cada sector y se las ingenió para distribuir los cargos entre ellos y compensar el poder en el Parlamento de unos con la participación en el gabinete de otros.

Fuente: El Observador (Montevideo, Uruguay)