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25.09.14

Una nueva temporada de elecciones en América Latina

(Buenos Aires Herald) Aunque las elecciones a celebrarse en octubre en Brasil y Uruguay son altamente competitivas, el caso de Bolivia destaca algunos de los problemas que enfrenta la democracia en América Latina. Cuando los sistemas de partido político débiles no ofrecen más de una alternativa creíble, la gente no tiene realmente una elección. La elección se convierte en un plebiscito sobre la perpetuación de la Presidente en el cargo.
Por Patricio Navia

(Buenos Aires Herald) Durante el último trimestre del 2014, tres países de América Latina celebrarán elecciones presidenciales. La forma en que las campañas se han desplegado en Brasil, Uruguay y Bolivia demuestra que la política en los países de América Latina continúa impulsada por preocupaciones nacionales.

Tres de las siete elecciones presidenciales previstas para 2014 se celebrarán en octubre. Brasil y Bolivia van a votar el 5 de octubre y Uruguay lo hará el 26 de octubre. Se espera que haya segunda vuelta en Brasil (26 de octubre) y Uruguay (30 de noviembre). En el improbable caso de una segunda vuelta en Bolivia, la votación va a ocurrir el 7 de diciembre. A principios de este año, se celebraron elecciones en Costa Rica (2 de Febrero y una segunda vuelta el 6 de abril), El Salvador (2 de febrero y una segunda vuelta el 9 de marzo), Panamá (4 de mayo) y Colombia (25 de mayo y una segunda vuelta el 15 de junio).

Con elecciones en siete países, el 2014 ha sido el año más activo en elecciones presidenciales en la región desde 2009, cuando siete países eligieron presidentes. En la memoria reciente, sólo el 2006 fue más activo, con 10 elecciones presidenciales en los 18 países de América Latina (incluyendo la República Dominicana). Debido a que los países tienen términos presidenciales que duran cuatro, cinco o seis años — y porque hay ocasionales interrupciones democráticas y cambios constitucionales — los calendarios electorales se mueven a ritmos distintos en diferentes países. Si todos los países se atienen a sus calendarios actuales, el próximo gran año electoral será 2018, cuando seis países (incluidos México y Brasil, los dos más grandes de la región) celebrarán elecciones presidenciales.

Hasta ahora en 2014, el presidente que se postuló para la reelección, el colombiano Juan Manuel Santos, ganó en segunda vuelta. En las próximas elecciones, otro titular es probable que gane, el boliviano Evo Morales, mientras que la brasileña Dilma Rouseff, está en una reñida competencia. Apostar a los presidentes para ganar la reelección es una apuesta segura en América Latina. Desde 1990 ha perdido sólo un jefe del ejecutivo — Hipólito Mejía en la República Dominicana en el 2004. Otro presidente, Daniel Ortega, también perdió en Nicaragua en 1990, pero había sido elegido en elecciones no competitivas cinco años antes, así que no fue un presidente democrático adecuado. Aunque el Presidente Santos tuvo que pelear para ganar, terminó por unirse a la larga lista de presidentes latinoamericanos reelegidos.

Debido a que los presidentes gozan de una ventaja en el acceso a los recursos públicos y a la televisión y los medios de comunicación, normalmente ganan. Los retadores siempre enfrentan una batalla cuesta arriba cuando corren contra el ejercicio de sus funciones. Este año, la brasileña Marina Silva podría convertirse en el segundo retador a derrotar a un titular en América Latina en 24 años. Sin embargo, después de su rápido ascenso en las encuestas y de su entrada tardía, Marina Silva no es invulnerable. Lo haría en la segunda vuelta, pero derrotar a un presidente titular sigue siendo un desafío casi infranqueable en Brasil.

Aunque las elecciones son la única opción de cambio en América Latina (con la excepción de Cuba), no todas las elecciones son competitivas. Evo Morales es el Presidente más antiguo elegido democráticamente en la historia de Bolivia y es el presidente senior de América Latina, en el cargo desde 2006. Aunque las otras dos elecciones a celebrarse en octubre son altamente competitivas, el caso de Bolivia destaca algunos de los problemas que enfrenta la democracia en América Latina. Cuando los sistemas de partido político débiles no ofrecen más de una alternativa creíble, la gente no tiene realmente una elección. La elección se convierte en un plebiscito sobre la perpetuación de la Presidente en el cargo.

Las elecciones en Brasil y Uruguay también muestran que los periodos prolongados en el poder terminan usando a cualquier coalición. En Brasil, el gobernante partido de los (PT) ha estado en el poder desde el año 2003. Después de 12 años, muchos brasileños están listos para votar y sacar al PT. En Uruguay, el Frente Amplio ha estado en el poder durante dos mandatos (10 años). El hecho de que el ex presidente Tabaré Vázquez se postulara para un segundo mandato con la edad 74 parcialmente explica el rápido incremento reciente del derechista moderado Luis Lacalle Pou de 41 años de edad, hijo de un ex Presidente.

Hasta ahora, un presidente de un partido del centro (Colombia) y un partido de izquierda (El Salvador) han ganado las elecciones. En los otros dos países, un derechista fue reemplazado por una centrista (Panamá) y la centro-izquierda fue reemplazada por un izquierdista (Costa Rica). Las acusaciones de corrupción en Panamá y la fatiga de ocho años en el puesto para los socialdemócratas en Costa Rica resultaron decisivos para explicar la victoria de la oposición moderada en ambos países.

Si la oposición gana en Brasil y en Uruguay, habrá un cambio moderado a la izquierda y derecha respectivamente. En las últimas semanas, Marina Silva y Lacalle Pou han subrayado su moderación y pragmatismo. Ya saben que los votantes decisivos en ambos países son centristas, los retadores ofrecen un cambio en el asiento del piloto en lugar de una drástica modificación del plan del gobierno.

Hace unos años hubo una percepción generalizada de que América Latina había hecho un giro a la izquierda. En 2014, la única lección que se puede aprender lejos de los resultados de las elecciones es que la política latinoamericana es cada vez más un asunto doméstico.

Este artículo fue originalmente publicado en The Buenos Aires Herald, el 23 de septiembre de 2014.

Traducción de Wanda A. Di Rosa y Hernán Alberro.