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18.09.14

El «éxito» argentino en la ONU, el doble juego de China y el mundo irreal de Cristina y sus ministros

Queda claro por enésima vez que entre el mundo en el que vive el gobierno K y la realidad económica y financiera percibidas por los demás existe un abismo. Cuando un gobernante se encierra en un mundo propio, en su retórica autorreferencial, y quiere forzar al resto del mundo y a la realidad misma a cuadrar con aquél mundo imaginario a los golpes, las cosas terminan muy mal para su país.
Por Pablo Díaz de Brito

Argentina, y en especial su gobierno, tienen una "escribanía", ya no sólo en el Congreso, sino también en el Vaticano y en la ONU, se entusiasmó un periodista ultraoficialista frente a las cámaras de TV de un programa de cable. Desmesura grotesca aparte, vale preguntarse qué gana Argentina con el voto en la Asamblea de la ONU sobre procedimientos de deuda soberana, más allá de la exposición pública internacional, siempre bienvenida. Por lo pronto, la Cancillería argentina declaró que suprimirá todo contacto activo con los "enemigos" que votaron en contra. Japón, Estados Unidos y Alemania están en esa nueva lista negra del gobierno argentino, tan predispuesto siempre a esa actividad. Al parecer una votación más bien abstracta en la Asamblea de la ONU (se deberá formar una convención sobre el tema, que a su vez deberá consensuar y dar forma a lo decidido por el voto) valen la enemistad eterna y la suspensión de toda relación activa con esos países centrales y otros,  como Reino Unido, Canadá y Australia. En esta movida Argentina logró el apoyo del G-.77, y China. Pero salta a la vista el doble juego de las naciones: en la ONU, que es un foro meramente declarativo y gestual _por fuera de su Consejo de Seguridad_, todos se dan el gusto gratuito de practicar una retórica fácil y de nulas consecuencias en el mundo real.

China, como Rusia, potencias emergentes, juegan además a desmarcar todo lo posible a América latina de Occidente, cosa que logran con bastante facilidad por los históricos rencores del subcontinente hacia EEUU y Europa y porque esta región provee crecientemente a China de materias primas (a cambio de comprarle sus productos de consumo de bajo precio). A Rusia le compra armas, al menos en dos casos (Venezuela y Perú). Pero el doble discurso resultó demasiado transparente. China apoyò la declaración argentina y su proyecto de convención, pero a la vez su agencia de calificación crediticia puso a Argentina en default, y en muy duros términos. La Dagong Global Credit Rating decidió rebajar la calificación de la deuda argentina a nivel de default. La agencia china dijo que Argentina "violó la voluntad de los tenedores de bonos", porque incumplió los pagos "en tiempo y en su totalidad", lo que "causó pérdidas materiales a los acreedores" (por los bonistas reestructurados en 2005 y 2010). "Dagong sostiene que el fracaso del gobierno de Argentina para pagar los intereses de los bonos intercambiados entra en el criterio de deuda en default", remarcó el comunicado. Conviene subrayarlo: esto lo dice la agencia calificadora de un país aliado, no de un "enemigo", no del "imperio". Dagong, que nació en 1994 bajo el auspicio del Banco del Pueblo (el banco central chino) y la Comisión Estatal de Economía y Comercio, busca explícitamente competir con las agencias occidentales, a las que critica frontalmente. La agencia destaca que fue la primera en bajar la nota a la deuda soberana de EEUU. Es un instituto paraestatal que sigue puntualmente los lineamientos de Pekín, no una agencia privada independiente.

Pero Argentina sigue adelante en su cruzada y se declaró indignada esta semana con las cándidas afirmaciones del encargado de negocios de la embajada de EEUU, Kevin Sullivan, que quiso ser incluso amigable y optimista con el país. La Cancillería lo citó y amenazó con expulsarlo. El canciller Héctor Timerman, que se encargó personalmente del trámite, volvió a usar el alicate, bien podría decirse sin exagerar demasiado. La retórica del comunicado de la Cancillería para informar del "reto" dato al diplomático y de la amenaza de expulsarlo representan muy bien el autismo financiero y propagandistico del gobierno K. Según el texto oficial, Timerman le transmitió a Sullivan "que la Argentina ha honrado todos sus compromisos en tiempo y forma en las condiciones que lo ha acordado en el 2005 y el 2010 y lo seguirá haciendo". Esto sencillamente es falaz, como sabe todo el mundo. El pago no pudo hacerse y los bonistas de esos dos canjes están hoy sin recibir su dinero: eso se llama default. Que un juez comercial trate a un país como a una empresa o a un privado cualquiera puede resultar cuestionable, pero así están las cosas y no hay retórica de la ONU que cambie esto. De hecho, luego del dictamen de la Corte Suprema de EEUU y hasta ahora, CK y sus ministros invocaron la cláusula RUFO como principal razón para incumplir la sentencia Griesa; poco después esa razón dejó de citarse por completo y se ordenó al Parlamento que votara la ley que cambia completamente las condiciones de pago. Adiós cláusula RUFO.  Para Cancillería, "la Argentina no tiene deudas en cesación de pagos con Estados Unidos ni con ningún otro país... Por lo tanto los dichos sobre un supuesto default por parte del diplomático no tienen ningún asidero fáctico, sino que coinciden con la postura de los fondos buitre".

Como si la faena de Timerman fuera insuficiente, el jueves 18, cuando el dólar libre o blue cruzó la barrera de los 15 pesos, el ministro de Economía, Axel Kicillof, se sumó a la paranoia oficial antiyanki. Prácticamente dijo que había un complot entre fondos buitre, Sullivan y los demás enemigos del gobierno popular detrás de esa cifra récord.

Queda claro por enésima vez que entre el mundo en el que vive el gobierno K y la realidad económica y financiera percibidas por los demás existe un abismo. Cuando un gobernante se encierra en un mundo propio, en su retórica autorreferencial, y quiere forzar al resto del mundo y a la realidad misma a cuadrar con aquél mundo imaginario a los golpes, las cosas terminan muy mal para su país. Hugo Chávez hacía eso continuamente,y ya se sabe en qué condición triste y miserable está hoy Venezuela. Cristina Kirchner y sus indescriptibles ministros, con su impermeable negación de la realidad económica y social, le siguen los pasos de cerca. Los resultados están a la vista.