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09.05.14

Crece la incertidumbre electoral en Brasil

(Infolatam) En los días finales de abril salió una encuesta que por primera vez muestra simultáneamente una caída de seis puntos porcentuales en la intención de voto en Dilma y una elevación significativa de la intención de votos en los candidatos de la oposición: Aécio Neves, del PSDB, ex gobernador de Minas Gerais y ahora senador, creció más de cuatro puntos y Eduardo Campos, del PSB, ex gobernador de Pernambuco, dos puntos porcentuales.
Por Sergio Fausto

(Infolatam) En Brasil es creciente la incertidumbre sobre los resultados de las elecciones presidenciales de octubre. Se puede entender el fenómeno comparando la más reciente cosecha de encuestas de opinión (mes de abril) con la anterior (mes de febrero). Es lo que hago esquemáticamente a continuación.

Si bien mantiene un nivel de aprobación superior al de desaprobación de su Gobierno, la presidenta Dilma está perdiendo popularidad a causa de una combinación de factores entre los que sobresale la inflación alta, ahora agravada por un shock en el precio de los alimentos que puede prolongarse en los próximos meses.  El pronóstico para la economía en el período que resta hasta las elecciones no es brillante, aunque no sea dramático: la inflación seguirá alta, 6,5%, casi traspasando el techo de la banda oficial, pese al aprieto de la política monetaria y el virtual congelamiento de algunos precios públicos. Y el crecimiento continuará por debajo del 2%. El nivel del empleo aún se mantiene elevado, pero las expectativas de empleo futuro así como del ingreso futuro se han deteriorado. El desempleo debe aumentar en los próximos meses (empiezan los despidos en la industria automotriz, lo cual tendrá sus efectos a lo largo de toda la extensa cadena productiva del sector).

Una variable crítica del escenario económico (y también social y político) es si habrá o no – y en qué grado – un racionamiento de energía en los próximos meses ya que Brasil atraviesa una temporada excepcionalmente seca y las reservas de agua se encuentran en niveles históricamente muy bajos (tan bajos como los de 2001, cuando hubo racionamiento de energía). La diferencia es que hoy están disponibles más centrales termoeléctricas que funcionan a todo vapor.

Al deterioro del ambiente económico y social se suma la aparición de escándalos que dañan la imagen del gobierno y, en el caso de Petrobras, directamente a la presidenta. La coalición oficialista da señales de fragmentarse. El PMDB, el mayor socio del PT en la coalición, seguirá donde está, indicando el compañero de Dilma en la fórmula oficialista, el vicepresidente, Michel Temer. Sin embargo, algunos directorios provinciales importantes del partido se posicionan hacia candidatos de la oposición, principalmente Aecio Neves, del PSDB.

La caída de Dilma en las encuestas de popularidad desató presiones en el interior del PT y de otros partidos de la coalición oficialista en favor de su reemplazo por el ex presidente Lula, como candidato presidencial. Con Lula las incertidumbres del oficialismo se reducirían, según todas las encuestas. Hay que considerar, además, que su candidatura reunificaría la coalición oficialista y alentaría a los inversores nacionales y extranjeros facilitando el manejo de la política económica hasta las elecciones.

Sin embargo Dilma asegura tajantemente que será candidata a la reelección y Lula, pese a su protagonismo creciente en la escena política, declara su total apoyo a ella. El mensaje implícito de Lula para la franja más amplia del electorado, es que Dilma es una extensión de él mismo. Para algunos electores estratégicos, – principalmente el de los empresarios desalentados, por decirlo de manera suave, con el estilo intervencionista de Dilma- el mensaje de Lula es que tendrá a Dilma bajo tutela en un eventual segundo mandato. Lo cual no es una promesa muy creíble en un sistema presidencial.

El reemplazo es una operación política complicada y una nueva disputa electoral entraña riesgos no despreciables en las circunstancias actuales. Lula ha sido siempre un político cauto. Desde su perspectiva lo mejor es quedarse donde está: además de los riesgos electorales asociados a los riesgos de reputación, sabe que, de ser elegido, tendrá su imagen desgastada en un mandato que no podrá ser tan exitoso como fueron los dos anteriores. Sin embargo puede que Lula se vea forzado a asumir los riesgos del reemplazo para preservar los intereses del status quo político.

Los próximos meses serán decisivos. En junio las fórmulas presidenciales serán oficializadas. Después el costo político del reemplazo aumentará exponencialmente. A mi juicio el escenario con Lula no es el más probable a menos que la caída de popularidad de Dilma no se detenga. El gobierno tiene instrumentos para hacerlo y ya los está movilizando: en vísperas de la Fiesta del 1º de Mayo la presidenta convocó en cadena nacional de radio y televisión para anunciar el aumento del valor del beneficio del programa Bolsa Familia, entre otras medidas.

Hasta la última semana, la pérdida de popularidad de Dilma todavía no se había reflejado en la encuestas de intención de voto. En los días finales de abril, empero, salió una encuesta que por primera vez muestra simultáneamente una caída de seis puntos porcentuales en la intención de voto en Dilma y una elevación significativa de la intención de votos en los candidatos de la oposición: Aécio Neves, del PSDB, ex gobernador de Minas Gerais y ahora senador, creció más de cuatro puntos y Eduardo Campos, del PSB, ex gobernador de Pernambuco, dos puntos porcentuales.

En la encuesta de la Confederación Nacional de Transporte, considerada una encuesta fiable, la candidata oficial sale con un 37 %, Neves con el 21% y Campos con un 11%. Agregados los votos en otros candidatos, Dilma sigue venciendo en primera vuelta. Con todo, por primera vez, dentro del margen de error de la encuesta. El porcentaje de los encuestados que declaran voto en blanco o nulo sigue en un nivel elevado (25%), por encima del patrón histórico. La intención de voto espontanea (cuando el encuestador no muestra la lista de candidatos) se distribuye de manera semejante, pero en porcentajes mucho menores para todos los candidatos, lo que indica que el “mercado electoral” está lejos de consolidarse.

Ya nadie duda de que habrá segunda vuelta, a menos que Lula sea candidato oficial (aún así hay que recordar que el ex presidente nunca venció en primera vuelta). Se da por descontado que los candidatos de la oposición subirán en las encuestas cuando comience la campaña diaria en televisión, en agosto, después del Mundial. El crecimiento de Neves (mayor) y Campos (menor) se dio tras la aparición de unos cuantos spots de los dos candidatos en la televisión y radio el mes de abril, rara ocasión en que pudieron aumentar su presencia en los medios de comunicación de masas, disminuyendo la ventaja de Roussef.

Y nadie duda que esta será la elección más competitiva desde los comicios de 1989, las primeras elecciones directas a la presidencia de la República después de la dictadura. La diferencia es que en aquel entonces el electorado era aún más volátil y la oferta electoral mucho más dispersa. No hay espacio para un “dark horse” como fue Fernando Collor de Melo en 1989. Hay un sentimiento en favor del cambio (según todas las encuestas, el 65 % de la gente dice que desea el cambio político), pero la oferta electoral está estructurada en torno a tres candidatos bien integrados en el sistema político.

La sorpresa puede venir por el lado de la cantidad de votos blancos y nulos, por ahora, según las encuestas, el doble del porcentaje efectivamente observado en las últimas elecciones. Señal del rechazo al sistema político en su conjunto. Una paradoja quizás aparente es el hecho de que el PT, hoy en el poder, tiene todo su interes electoral en que los desencantados con la política no salgan a votar: la gran mayoría de ellos tiene un alto grado de rechazo a Dilma, superior al rechazo que tienen por los candidatos de la oposición, si bien el rechazo a Neves y Campos es tambien alto.

Neves parece ser el candidato más fuerte de la oposición, el más probable contrincante de Roussef en la segunda vuelta: su partido es más estructurado nacionalmente y su Estado de origen, Minas Gerais, es el segundo colegio electoral más grande del país, mientras que Pernambuco, el Estado de Campos, es mucho menor. El triunfo de Campos es la candidata a vice-presidente en su fórmula, la ex senadora Marina Silva. Es la figura política con mayor conexión con el elector desencantado con la política. ¿Conseguirá movilizar estos votos y transferirlos a su candidato presidencial?

En los años 80, el politólogo Adam Pzreworski publicó un artículo con el título “Ama la incertidumbre y serás democrático”. En Brasil, hasta octubre, estaremos todos enamorados.

Fuente: Infolatam (Madrid, España)