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25.03.14

La crisis venezolana entre la OEA y la movilización popular

(Infolatam) Entre los 22 apoyos que obtuvo el régimen venezolano en la OEA estuvieron los del ALBA (Antigua y Barbuda, Bolivia, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Venezuela), más los países del Caribe y El Salvador vinculados a Petrocaribe y que no quieren, o no pueden, dejar de recibir el petróleo barato de PDVSA. Argentina, Uruguay y Brasil también mantienen una cierta proximidad ideológica con el gobierno chavista. Por el contrario, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, EEUU, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú se manifestaron por una sesión pública.
Por Carlos Malamud

(Infolatam) Según una versión muy extendida entre la opinión pública latinoamericana, la OEA está claramente subordinada a EEUU y actúa en defensa de sus intereses. En esta misma línea insistió el gobierno ecuatoriano, junto con sus aliados del ALBA, cuando en junio de 2013 acusó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), dependiente de la OEA, de injerencia en sus asuntos internos.

Recientemente Diosdado Cabello abundó en la idea de que la OEA era un ente “desprestigiado”, aunque desde el inicio de la crisis el gobierno de Nicolás Maduro sólo ha obtenido victorias diplomáticas en el Consejo Permanente de la OEA, sin sufrir derrota o condena alguna. Estos resultados se entienden por la correlación de fuerzas en la organización, pese a la pérdida de influencia de Venezuela y del ALBA tras la muerte de Hugo Chávez. A diferencia del pasado, ahora está en juego el futuro del proyecto chavista, lo que ha acentuado la presión de Caracas sobre sus aliados más tímidos o dudosos.

Tras el inicio de las manifestaciones antigubernamentales, el Consejo Permanente aprobó a comienzos de marzo por 29 votos contra tres (EEUU, Canadá y Panamá) una declaración favorable al gobierno venezolano, a tal punto que su ministro de Exteriores, Elías Jaua, habló de “una victoria de la dignidad” de Venezuela, América Latina y el Caribe. La intención del gobierno panameño de que la diputada opositora María Corina Machado interviniera ante el Consejo Permanente en una sesión pública fue motivo de nuevas fricciones, aunque por 22 votos contra 11 se decidió que la sesión fuera “privada”.

Otra vez la Cancillería venezolana se manifestó de manera rotunda sobre “la nueva victoria internacional frente a la extrema derecha y el golpismo”, repudiando “las maniobras que el Gobierno saliente de Panamá ha intentado promover en el seno de la OEA junto a quienes en el país atentan contra la democracia”. Si bien Venezuela debe lidiar en el marco panamericano de la OEA con la presencia de EEUU y Canadá, esto no le impide reunir mayorías suficientes para imponer sus puntos de vista. Pese a ello, prefiere la Unasur a la OEA o incluso a la CELAC, ya que en la primera le resulta mucho más sencillo alcanzar posiciones más favorables y con menos críticas.

Entre sus 22 apoyos estaban los del ALBA (Antigua y Barbuda, Bolivia, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Venezuela), más los países del Caribe y El Salvador vinculados a Petrocaribe y que no quieren, o no pueden, dejar de recibir el petróleo barato de PDVSA (Petróleos de Venezuela). Argentina, Uruguay y Brasil también mantienen una cierta proximidad ideológica con el gobierno chavista. Por el contrario, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, EEUU, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú se manifestaron por una sesión pública.

El embajador venezolano ante la OEA, Roy Chaderton, calificó la sesión como “una ratificación de que la mayoría de países [de la OEA] apoyan la democracia, y EEUU y Canadá a los golpistas”. Pero fue más allá al señalar que el Consejo Permanente no es un espacio para que hablen actores no gubernamentales y que Machado “tiene mil espacios para hablar, tiene nada menos que el apoyo del imperio y del subimperio, que es Canadá”. El caso de Machado expresa a la perfección la polarización existente. Diosdado Cabello señaló que: “Esta señora diputada tiene que pagar por los crímenes, los destrozos, y los daños en el país, pero esto es de la Comisión por la Verdad, es una denuncia que venimos a poner ante la Fiscalía para que se [la] investigue… por los destrozos y daños causados al país”.

Al regresar a Venezuela, Machado fue retenida durante una hora y media por el servicio de inteligencia bolivariano en el aeropuerto de Maiquetía, pese a tener inmunidad parlamentaria. Previamente Maduro la había definido como “ex diputada” y otros líderes chavistas la acusaban de “alta traición” a la patria por su presencia en la OEA.

Los compromisos y deudas que los distintos gobiernos tienen con Venezuela son elevados y de naturaleza muy distinta. Para Colombia, por ejemplo, es importante el respaldo venezolano en las negociaciones de paz con las FARC en La Habana. El gobierno de Juan Manuel Santos tampoco desea que la extensa frontera común se desestabilice ni amenazar el intenso comercio binacional, pese a la reducción considerable de los últimos años.

Otros presidentes también se mueven en función de consideraciones semejantes. Sin embargo, en tanto el número de víctimas mortales aumenta y la persecución política se incrementa, cada vez resulta más difícil mantener estas posturas frente a unas opiniones públicas crecientemente sensibilizadas con la lucha de la oposición.

Si algo está poniendo de relieve la actual crisis es la inexistencia de la llamada “Revolución Bolivariana”. Sin apoyo popular no hay revolución por más que se cuente con los militares. Por ese apoyo popular clamaba Nicolás Maduro: “No es tiempo de indiferencia. Hay que marchar para demostrar dónde está la fuerza, pero hay que marchar y vencer siempre. Hay que marchar, pero no es suficiente. Hay que tocar la puerta del chavista y animarlo. Tocar la puerta del que esté confundido”. Si hay tanta confusión y tantas puertas que tocar es porque algo chirría en Venezuela.

Fuente: Infolatam (Madrid, España)