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25.11.13

Capitanich busca terminar con el oscurantismo informativo, aun a riesgo de saturar

(DyN) El aún gobernador del Chaco en uso de licencia es un ejemplo para cualquier manual de comunicación, capaz de hablar de política, de economía, de fútbol o de modas. De todo tiene algo para contestar y a nada le esquiva. Con apenas tres charlas mano a mano con la prensa, por ahora tiene chapa de sobra para afuera y benevolencia del kirchnerismo puertas para adentro, pero así y todo el nuevo esquema deja varias incógnitas a resolver.
Por Hugo E. Grimaldi

(DyN) Jorge Capitanich es bien diferente en el estilo a todo lo conocido en materia de kirchnerismo. Parece tan escondedor como sus mandantes, pero al menos tiene la virtud de poner la cara y, hábil declarante como es, se las ingenia a pura labia para torcer cualquier eventual cuestionamiento.

Es verdad que hasta ahora, el nuevo Jefe de Gabinete no ha tenido puntualmente preguntas y repreguntas sobre temas controvertidos. Él sabe muy bien que entre una nube de periodistas, bien puede elegir aquello que mejor le cuadre a lo que quiere decir. Así lo hace con gran habilidad y cara de nada y cuando no le calza algún interrogante, se las ingenia para volver al mensaje original, aun dando una voltereta en el aire.

También es cierto que, con su innata habilidad de comunicador, él podría caer bien parado casi en cualquier circunstancia, sobre todo en estos primeros días donde todo se le hace algo más leve. Hay tanta avidez por conocer la palabra oficial, tras casi una década de silencio programado, que sus declaraciones matinales, por ahora han provocado un genuino interés que mueve el avispero y asegura titulares al día siguiente.

El aún gobernador del Chaco en uso de licencia es un ejemplo para cualquier manual de comunicación, una especie de Aníbal Fernández menos agresivo capaz de hablar de política, de economía, de fútbol o de modas. De todo tiene algo para contestar y a nada le esquiva.

Está claro que tuvo muy pocos días para armarse, pero su innegable capacidad de trabajo lo obligó a colocarse en tres planos simultáneos de atención. Primero, saber qué piensa la Presidenta: no puede pifiarle allí con la apreciación sobre cualquier tema. Segundo, meterse en cada rincón de la Administración para establecer prioridades y en último término, comunicarlo con eficiencia.

Con apenas tres charlas mano a mano con la prensa, por ahora tiene chapa de sobra para afuera y benevolencia del kirchnerismo puertas para adentro, pero así y todo el nuevo esquema deja varias incógnitas a resolver: esta cruzada del chaqueño que, si sale mal, podría horadar este primer crédito ¿es un cambio de rumbo (fondo) o un maquillaje para que nada cambie (formas)? ¿Capitanich es un primer ministro en funciones ejecutivas o sólo se lo está probando para 2015? ¿Seguirá todo igual cuando el internismo empiece a horadarlo?

El Jefe de ministros dijo: “no hacemos política, hacemos gestión” y éste es otro cambio de estilo. La credibilidad de la etapa anterior estaba perforada, ante decenas de promesas incumplidas y planes anunciados y luego tirados a la basura. Cuántas veces la han quemado los funcionarios a la propia Presidenta con anuncios que fueron a vía muerta. Y luego, con un segundo o tercer chamuscón.

A menos de una semana de su aparición, la opacidad K, la que aún se cultiva en algunos rincones, la misma que finalizó mostrando impúdicamente el desgobierno de cinco referentes económicos, con uno de ellos, Guillermo Moreno, cortado solo, desbordado y salido de toda lógica en materia de medidas e imposiciones y con una Jefatura de Gabinete dedicada a premiar y a fustigar a la prensa según su color político, se transforma con esta novedad comunicacional por ahora en un verdadero bálsamo.

Hasta que, si el ministro empieza a saturar con obviedades, la moda del funcionario que habla todos los días pueda pasar a ser una rutina, salvo para los micrófonos amigos. Entonces, de a poco, el hombre necesitará redoblar la apuesta para mantener la audiencia y caer en anuncios rimbombantes, como haría cualquier programa de escándalos que bien se precie. Y. seguramente, esto también lo tiene en claro Capitanich.

Fuente: Agencia DyN (Buenos Aires, Argentina)